Ya
el recinto del Poder Legislativo no es el patio trasero de un despotismo
chanflón, sino escenario para la participación de variados referentes políticos
y sociales en el debate de nuestros problemas y aspiraciones.
Ya
el recinto del Poder Legislativo no es el patio trasero de un despotismo
chanflón, sino escenario para la participación de variados referentes políticos
y sociales en el debate de nuestros problemas y aspiraciones.
Las
distintas comisiones en las que los parlamentarios se distribuyen el trabajo
diario, el de investigar, recibir y escuchar a sectores representativos del
país, discutir sobre la artesanía legislativa antes de ir a las plenarias, ya
no están secuestradas por subalternos cuya misión era ocultar cifras, archivar
investigaciones de casos de corrupción y cerrar los ojos ante las violaciones a
la Constitución.
El
espíritu de autonomía, de trabajar en base al interés de las regiones que esos
parlamentarios representan y de sus idearios democráticos, se ha hecho
presente. Ya la mayoría no levanta la mano después de una llamada telefónica
desde Miraflores. Ahora, cada quien expone su criterio, sin cortapisas. Hoy hay
Parlamento.
Sin
embargo, los problemas que la representación nacional ha confrontado son
graves.
La
Asamblea Nacional está funcionando sin la representación del estado Amazonas. A
los amazonenses se los ha borrado del mapa de las decisiones políticas en
virtud de una decisión del Tribunal Supremo para impedir que la oposición sume
112 diputados, lo que hace las dos terceras partes de la plenaria, con lo cual
pueden aprobarse leyes orgánicas y designar altos funcionarios del Estado.
Esos
abogados que hacen de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia hacen cuanto
les viene en gana. Algunos de ellos ejercen sin haber tenido 15 años de
ejercicio como abogados o el mismo tiempo como docentes universitarios en la
rama del Derecho.
Ley
que decretan los representantes del pueblo -como la Constitución dispone-, ley
que torpedean los siete abogados de la Sala Constitucional, quienes interpretan
la Constitución de acuerdo a las instrucciones que Maduro les da para evitar
ser controlado por la Asamblea que los ciudadanos eligieron en diciembre.
Compiten
con Maduro en el rechazo público. Prefirieron manchar el juramento de obedecer
la Constitución a cambio de las prebendas que comporta el ejercicio absoluto
del poder. Son la negación de la justicia y de la democracia. ¡Qué vergüenza!
Claudio
Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
@claudiocontigo
Caracas, Venezuela
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