jueves, 7 de abril de 2016

CLAUDIO FERMÍN ¡QUÉ VERGÜENZA DE TRIBUNAL!

Ya el recinto del Poder Legislativo no es el patio trasero de un despotismo chanflón, sino escenario para la participación de variados referentes políticos y sociales en el debate de nuestros problemas y aspiraciones.

Ya el recinto del Poder Legislativo no es el patio trasero de un despotismo chanflón, sino escenario para la participación de variados referentes políticos y sociales en el debate de nuestros problemas y aspiraciones.

Las distintas comisiones en las que los parlamentarios se distribuyen el trabajo diario, el de investigar, recibir y escuchar a sectores representativos del país, discutir sobre la artesanía legislativa antes de ir a las plenarias, ya no están secuestradas por subalternos cuya misión era ocultar cifras, archivar investigaciones de casos de corrupción y cerrar los ojos ante las violaciones a la Constitución.

El espíritu de autonomía, de trabajar en base al interés de las regiones que esos parlamentarios representan y de sus idearios democráticos, se ha hecho presente. Ya la mayoría no levanta la mano después de una llamada telefónica desde Miraflores. Ahora, cada quien expone su criterio, sin cortapisas. Hoy hay Parlamento.

Sin embargo, los problemas que la representación nacional ha confrontado son graves.

La Asamblea Nacional está funcionando sin la representación del estado Amazonas. A los amazonenses se los ha borrado del mapa de las decisiones políticas en virtud de una decisión del Tribunal Supremo para impedir que la oposición sume 112 diputados, lo que hace las dos terceras partes de la plenaria, con lo cual pueden aprobarse leyes orgánicas y designar altos funcionarios del Estado.

Esos abogados que hacen de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia hacen cuanto les viene en gana. Algunos de ellos ejercen sin haber tenido 15 años de ejercicio como abogados o el mismo tiempo como docentes universitarios en la rama del Derecho.

Ley que decretan los representantes del pueblo -como la Constitución dispone-, ley que torpedean los siete abogados de la Sala Constitucional, quienes interpretan la Constitución de acuerdo a las instrucciones que Maduro les da para evitar ser controlado por la Asamblea que los ciudadanos eligieron en diciembre.

Compiten con Maduro en el rechazo público. Prefirieron manchar el juramento de obedecer la Constitución a cambio de las prebendas que comporta el ejercicio absoluto del poder. Son la negación de la justicia y de la democracia. ¡Qué vergüenza!

Claudio Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
@claudiocontigo
Caracas, Venezuela

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