Cuando H. Poudenx y
F. Mayer en la obra: “Mémoire de la Révolution de la Capitainerie Générale de
Caracas” (1815) analizaron los primeros años del proceso de independencia,
ofrecieron una visión distinta sobre personajes y sucesos que resulta necesario
conocer para evaluar todas las perspectivas de la historia.
Al referir la
composición social de la provincia de Caracas, la actuación de las
instituciones influyentes civiles, religiosas y militares, la producción, el
comercio y el desenvolvimiento de la vida general, señalaron que entre las
potencias coloniales España era: “la más favorable para retener a las
colonias”. En sus apreciaciones destacaba el contenido del Derecho de Indias en
cuanto a la situación de los esclavos que contenía en sus disposiciones: “una
gran indulgencia, y debe servir de modelo a las otras naciones”.
Sobre el ambiente
político observaban los indudables efectos de la Revolución Francesa, “el
progreso de los conocimientos humanos, y sobre todo la comunicación más fácil
con el extranjero”, factores todos importantes que determinaron entre otros:
“la introducción de principios propios para subvertir el gobierno de la
metrópoli, y han servido a propagar el espíritu de independencia”.
Por otra parte,
describieron los actos conspirativos organizados en Venezuela para destruir el
orden colonial: los que protagonizaron Gual y España en el año 1797, y
Francisco de Miranda en 1806.
Con respecto al
primero, indicaron el secreto con el cual se desenvolvieron sus autores; la
implicación de diversos grupos; la pérdida de apoyo general; el descubrimiento
y la huída de varios de los implicados y las consecuencias que sufrieron:
“setenta y dos individuos que estaban comprometidos; siete fueron condenados a
muerte; treinta y tres fueron condenados a las galeras”.
En cuanto a la
segunda tentativa promovida por Miranda, sorprende el juicio que los autores
expresaron sobre el ilustre general, precursor de la Independencia de América
Española. Considerándolo injustamente como uno de esos hombres: “que se
encuentran algunas veces para desgracia de los pueblos”, le imputaron el
defecto de estar poseído: “del deseo de que hablen de él”.
No obstante la
negativa descripción que hicieron sobre el personaje, dejaron translucir
inevitablemente la significación histórica del mismo: “Él tiene un carácter
natural y muchos conocimientos adquiridos durante su larga permanencia en
diversos países de Europa… En su juventud, él figuró en Rusia, y fue empleado
en Francia en los primeros años de la revolución”.
En aspectos humanos
expresaron sobre Miranda lo siguiente: “su físico es robusto, a lo que se
agrega una ambición desmesurada mucha docilidad y espíritu de intriga. A él le
faltan las cualidades que constituyen los grandes hombres…”. “Las agitaciones que le suscitaron las
familias mantuanas le forzaron a salir del país; él conserva siempre en su
corazón un ardiente deseo de vengarse, que junto a algunos motivos laudables,
son, sin menor duda, las causas de las tentativas que él hace para lograr la
independencia de su país”.
Otras acusaciones: la
de haber abandonado a sus hombres luego de la invasión en Coro en 1806 y su
regreso a Inglaterra: “donde él recibe una pensión del gobierno inglés”.
Esos infamantes
comentarios distan mucho de la generalizada conclusión sobre la conducta,
intereses y desprendimiento de Miranda, el cual ha alcanzado en la historia de
América y del mundo un lugar excepcional.
Apreciando los
perniciosos efectos de los sucesos de Aranjuez, la presencia de Murat en
España, la abdicación real en Bayona, entre otros hechos, los autores
expusieron los motivos que justificaron los acontecimientos de Caracas
ocurridos el 19 de abril de 1810.
Calificaron a don
Vicente Emparan como un: “hombre de un carácter tímido, que no supo tomar en el
momento, una determinación positiva, que, conteniendo los espíritus, les
hubiera evitado reflexionar sobre los medios fáciles que se les presentaban
para socorrer a España”. La falta de moderación, resolución y firmeza fueron
las pretendidas faltas del capitán general.
“Ese día, -apuntan-
el pueblo se reúne cerca de su palacio. El capitán general muestra su temor e
indecisión, aunque disponía de los medios para detener el espíritu de
insubordinación. El cabildo estaba reunido, él aparece en una de las ventanas
de la sala, y él tiene la debilidad de demandar al pueblo si le quería todavía
como gobernante. Este, conducido por un médico llamado Villareal, y por un
mulato llamado Arévalo, responde que no”. Supuestamente, Emparan fue objeto de
coacción y le forzaron a dictar: “una orden para la rendición de las fuerzas y
de las plazas fuertes”. Para Poudenx y Mayer, la aparente debilidad de Emparan
causó la pérdida para España: “de esta bella provincia”.
Jose Felix Diaz
Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez
Anzoategui -
Venezuela
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