El pueblo
de Venezuela en su condición de posesorio de toda la soberanía y dueño absoluto
de todos los bienes de la República ha decretado, con un mandato irreversible
mediante elecciones libres el 6D a los ejecutores del poder y a quienes aún
promulgan leyes, que debemos apegarnos
con toda fortaleza a los dictados de la Constitución Nacional. No hacerlo es
perjurio, traición a los colores
nacionales, los símbolos de la Patria y afrenta a los héroes que descansan en
el Panteón. La Patria os lo cobrará. No
se puede golpear a la Nación con martillo, porque «no somos yunque». No se
puede, en acto de artera cobardía, dar puños y romperle la cabeza a porrazo
limpio a un diputado en el sagrado recinto del parlamento, donde solo las ideas sean debatibles, ni partirle
la nariz a una diputada allí mismo por no coincidir en pensamiento, en un país
como el nuestro sin truculencias en nuestra cultura, donde blasfemias y
herejías, comprobadamente, no salvan vida. El único mazo que sirve de causa al
bien es el mítico de Thor que combate con él hasta su hermano diabólico, con
cuernos de lucifer como bandera.
Un buen
revolucionario venezolano se precia por tener alguno o todos estos renglones de
ostentosa riqueza: Residencia a orillas
del lago Tahoe; mansión en Como; quinta playera y yate en Guanta, PLC o cualquier yacht club del Litoral o el
Caribe; apartamento en la Quinta de Nueva York, mirando a Parque Central;
cuentas bancarias en Miami, Zurich, Londres, Andorra y /o en cualquier paraíso caribeño, Panamá, las
Bahamas. Y hasta lingotes de oro en cavas subterráneas ocultas en bosques impenetrables, porque ya Fort Knox es inseguro en manos del Imperio.
Un buen
revolucionario debe hacerse eco de mostrar ese librito azul que no sabemos a
qué constitución se refiere, porque la violan con asiduidad, y la usan sin parar como prostitutilla de arrabales.
Un
revolucionario sin par debe ser aquel, enchufado en el proceso y con expectativa a beneficios que proporciona
un retiro «honorable» con pensión equivalente
en dólares a la que espera Trump del Social Security, nada menos. No se
cómo vamos pagar esto a todos los revolucionarios si los aportes que
hacen los ciudadanos al SS no alcanzaran
para cubrir las pensiones de los jubilados comunes,
ni mucho menos, como ya no hay
dólares, los recientes del TSJ chavista.
Un
revolucionario confeso y practicante puede ser un experimento sociológico
cambiante, enfermo de una incultura característica de la anti-política -una hallaca con tocino
verraco- acrisolada en los últimos
apesadumbrados años cuando se conformó
la absurda «filosofía» denominada del siglo XXI.
Venezuela
vive hoy entre susto y sustos. Por las calles pululan espantos y
fantasmagóricos personajes, quienes el año
próximo se convertirán en magra oposición.
Están jugándose las últimas cartas y arrasando con la mesa. Pero el
«dado no les devolverá los corotos» por mal habidos y esquilmados de los
verdaderos dueños, los pobres y
vulnerables ciudadanos de tercera en que los ha transmutado el poder durante
más de 15 años de oprobios y
falsas promesas.
No tememos al mazo ni a las veladas y abiertas amenazas que se posan sobre sobre nuestras cabezas cada noche a las sombras de la oscurana para continuar pescando en río revuelto, en espera de la remotísima posibilidad que la Unidad se descalabre o descuide. Sueños e intenciones malhadadas que no se materializaran porque alertas estamos, vigilantes a la vuelta del camino y frente al CNE también.
Mauro Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro
Miranda -Venezuela
Excelente análisis expositivo de nuestra realidad presente… ¡Gracias a Dios! Ya le está llegando aceleradamente el momento, a este vil gobierno, de bajar el mazo más débil cada día, que empuña en su enojo contra el pueblo, en su búsqueda impía y corrupta de hacer el mal, pues ahora es el momento de Dios burlarse de ellos, pues sabe que pronto serán destruidos. (Salmo 37) Arasir Camero Parra. Arasir28@gmail.com
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