Navegando hacia el
final de la segunda década del siglo, el mundo entero nos presenta un
panorama político muy particular e
interesante. Kirchner sale en Argentina, la oposición toma control del
parlamento venezolano, se le niega la reelección a Evo Morales en Bolivia,
Dilma en Brasil a punto de ser expulsada por corrupción, Bachelet continúa su
paso destructivo en Chile, Peña Nieto en México reporta el nivel más bajo de
aprobación en los últimos 25 años. En EEUU se disputan la candidatura a la
presidencia, comunistas, socialistas, mercantilistas.
Si analizamos las
estrategias de todos estos políticos para entrar o salir de los palacios del
poder, nos daremos cuenta que siempre han ofrecido como el plato fuerte de su
menú, el combate a la pobreza. Encontraremos también gran similitud en sus
estrategias para librar esa batalla. Chávez la combatió matando de hambre a los
venezolanos, Dilma saqueando los cofres de Petrobras, Kirchner asaltando la
tesorería argentina, Peña Nieto con una arrebatinga nacional.
Pero ¿Cómo se debe
combatir la pobreza?
Hace un par de años
el gran filósofo libertario, David Kelly, participaba en un programa de TV
cuando lo fusilan con una pregunta: ¿Quién piensa usted ha hecho más por el
bienestar de la humanidad, Mike Milken o la madre Teresa? Kelly sin titubear
responde; por supuesto que Mike Milken.
Milken, es el
financiero inventor de los bonos de alto rendimiento a quien, Rudy Guliani
lograra etiquetar como el más despiadado de los capitalistas y, mediante una
serie de trucos legales, lo enviara a prisión para catapultar su carrera
política. Pero el argumento que más impactaba al jurado encargado de
condenarlo, fue que durante el año de 1987 Milken tuviera un ingreso de 570
millones de dólares, superior, inclusive, al del Banco de Inversión en el cual
prestaba sus servicios.
Kelly, al observar el
asombro de los participantes continúa. “No me miren así, pues para que existan
las madres Teresas, primero deben de emerger los Mike Milken, los Bill Gates,
los Rockefeller. Es decir, para que haya repartidores de riqueza, como lo fue
esa santa, primero tienen que existir sus creadores porque normalmente los
repartidores profesionales jamás han creado absolutamente nada. La riqueza no
la crea el gobierno, la crean los emprendedores arriesgando todo”.
El fatal cáncer
metatizado durante el siglo pasado, fue el de los gobiernos guerreros
combatiendo ese cruel enemigo, la pobreza. Sin embargo, con miope visión
concentraron sus esfuerzos en su “repartición equitativa” sin preocuparse de
cómo se debía de crear. Los gobiernos no son fuentes de riqueza, son parásitos
que la consumen y disponen de la producida por la sociedad. Si estamos
preocupados por los miembros desprotegidos de nuestra sociedad, es hora de que
entendamos lo que realmente crea esa riqueza antes de gritar; ¡redistribución!
Hay quienes piensan
la riqueza depende de recursos naturales. Sin embargo, América Latina y África
son regiones ricas en recursos naturales, pero son también habitadas por los
seres humanos más pobres del planeta. En contraste, Inglaterra, Hong Kong,
Japón, Taiwán, Suiza, son pobres en su naturaleza pero habitados por las
sociedades más ricas del mundo. Otros podrán argumentar que el colonialismo nos
empobreció, pero Australia, Nueva Zelanda, EEUU, Hong Kong, Canadá, en su momento
fueron también colonias.
Hay infinidad de
teorías, pero debemos de entender que para lograr ese ansiado bienestar se
requiere motivación, autodisciplina, auto respeto, honestidad y respeto para
nuestros semejantes. Pero todos estos atributos son inservibles si a nivel
sociedad no tenemos libertad para emprender, un respeto holístico de la
propiedad privada, santidad en el cumplimiento de los contratos y, sobre todo,
protección a mi derecho de lograr una ganancia lícita. Sin embargo, estas
instituciones que permiten la creación de riqueza, son los blancos principales
de los gobiernos ineptos y tiranos que, a quienes las producen y practican, los
han llegado a identificar como Los Barones del Robo.
El economista
argentino Alberto Benegas Lynch afirma:
“La “distribución de
la riqueza” a través de la coerción del gobierno, opera en dirección opuesta a
la asignación de recursos que decide la gente en el plebiscito diario del
supermercado. Las desigualdades patrimoniales son consecuencia del mismo fenómeno
de preferencias que el consumidor establece con sus adquisiciones. La llamada
“justicia social” puede tener solamente dos acepciones: se trata de una
redundancia grosera pues no hay sentido de justicia entre vegetales, minerales
y animales, o bien se trata de injustamente expropiar a unos sus pertenencias
para entregarlas a otros, lo cual contradice el respeto a la propiedad
privada”.
Cuando el humo de la
demagogia se disipa, nos damos cuenta de que la gente libre y de mentes libres
son los verdaderos creadores de la riqueza. Hay países que lo entienden y
mantienen altos niveles de libertad y eso, les permite gozar del beneficio de
los creadores de riqueza, la cual se reparte mediante la meritocracia que
dictan los mercados.
Los repartidores
profesionales representan un fenómeno que ha causado la castración de la
humanidad. El inventor del sistema de bienestar social, Otto Bismarck, en una
ocasión le exponía sus motivos a William Dawson, quien luego implementaría el
New Deal en los EEUU: “Mi idea fue sobornar a las clases populares para
llevarlos a una dependencia que los hiciera pensar del estado, como responsable
de su bienestar de la cuna a la tumba.”
Los gobiernos fueron
tejiendo un manto artificial en lo que Von Mises bautizó como el “Destruccionismo”,
para arroparnos con una nueva forma de socialismo en el cual el estado, sin ser
ya propietario de los medios de producción, decide quienes son ganadores y
perdedores. Los pobres son producto muy rentable para los políticos.
Representan “chambas”, grandes presupuestos, negocios, y el control político
que les produce el soborno con actividades como “el desarrollo social.” Por
eso, lo que menos les interesa es que se termine la pobreza.
La desigualdad del
mundo se debe al capitalismo. Pero no al capitalismo empobreciendo a ciertos
grupos, sino al que ha enriquecido a sus practicantes. La distribución desigual
de la riqueza del mundo, se debe a la distribución desigual del capitalismo.
Los países pobres que
han optado por la liberalización económica y el libre comercio, han tenido un
crecimiento más rápido que los países ricos en décadas recientes. El libre
comercio y el liberalismo económico son una forma para que los países en
desarrollo no sólo se vuelvan ricos, sino que también alcancen los niveles de
los países más prósperos. "Los perdedores más grandes en este mundo tan
desigual de hoy en día, no son aquellos que están demasiado expuestos a la
globalización. Son aquellos que se han quedado fuera de ésta".
Ricardo Valenzuela
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
Mexico
Si amas más el dinero
que la libertad, la tranquilidad del vasallaje más que la excitante disputa por
la liberación, retírate en paz a tu aposento. No requerimos tus consejos ni tus
armas. Arrodíllate y besa la mano que te alimenta. Deseamos que las cadenas de
tu esclavitud no sean demasiado pesadas, y que la posteridad olvide que en
algún momento fuiste nuestro compatriota. Samuel Adams
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