Tres premisas apoyan
este artículo: 1) Cuando se habla de democracia es obligatorio considerar los
términos poder y participación en lo político y en lo económico; 2) la
democracia revaloriza el papel de la participación de los ciudadanos en la toma
y ejecución de las decisiones que les conciernen; y 3) la democracia económica
es extensión obligatoria de la democracia política y viceversa.
Para definir el poder
debe tocarse el concepto de influencia, éste se manifiesta en el cambio de
conducta de un individuo como resultado de las acciones de otro, para
influenciar debe existir algo que confiera autoridad a quien pretenda hacerlo.
Para Ander-Egg, poder es el “dominio, imperio, facultad para hacer o abstenerse
o para mandar algo, suprema potestad rectora o coactiva del Estado”; Weber lo
concibe como “recurso que permite conseguir la obediencia de los demás y la
posibilidad de imponer la voluntad en el interior de una relación contra
cualquier resistencia, sea cual fuese la base de esa posibilidad”; y Norberto
Bobbio como “la capacidad o posibilidad de obrar, de producir efectos, y puede
ser referida tanto a individuos o grupos humanos…".
El poder es
directamente proporcional a la posesión de información y al dominio de los
medios de producción y de decisión; se puede no ser propietario de los medios
de producción pero actuar como si se fuese como hacen los consabidos “reyes
detrás de los tronos” o los gobernantes autoritarios y dictadores que actúan como
dueños de un país valiéndose de un poder que no les corresponden porque como
electos recibieron un mandato y deberían ser los mas humildes funcionarios
públicos, no los jerarcas mandones de país.
Esas referencias al
poder son básicas para comprender la dinámica económica de la Venezuela actual
y el derrumbe de lealtades logradas desde la cúspide presidencial a fuerza de
dinero y de cargos; lealtades que dejan de ser automáticas ante el aumento de
la pobreza, la escasez, la inseguridad, la división entre ciudadanos, el coctel
de la hiperinflación y otras situaciones
demostrativas de la ausencia de rumbo gubernamental que abonan la lógica
deserción de numerosos oficialistas como se observó en las pasadas elecciones del
6D.
A propósito de esas
deserciones, los supuestos marxistas - palabras grandes para un Maduro y un
Cabello - deberían recordar las afirmaciones de Poulanzas acerca de la
autonomía relativa del Estado para comprender por qué el cuerpo social
integrado en el Estado no siempre sigue con fe ciega a quienes lo dirigen, y
también por qué son numerosas las veces en las que las necesidades primarias
reseñadas por Maslow quiebran las fidelidades burocráticas. El barco
oficialista hace aguas y el grito generalizado de sus tripulantes y pasajeros es
el de sálvese quien pueda.
Pero este panorama
sobre el poder quedaría incompleto si no se relaciona con el derecho de los
ciudadanos a fortalecerse económicamente y elevar por iniciativa propia,
individual o asociativa, sus niveles y calidad de vida, esto solo es posible de
existir democracia económica. La Constitución Nacional garantiza la libre
dedicación de las personas a las actividades económicas de su preferencia sin
más limitaciones que las previstas en ella y las leyes, y afirma que “el Estado
promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa distribución
de la riqueza, así como la producción de bienes y servicios que satisfagan las
necesidades de la población, la libertad de trabajo, empresa, comercio,
industria, sin perjuicio de su facultad para dictar medidas para planificar,
racionalizar y regular la economía e impulsar el desarrollo integral del país”.
En su artículo 113 no
permite los monopolios: ¡pero el Estado si lo ejerce con las armas y el apoyo
de los poderes!; el 115 garantiza el derecho de propiedad: ¡pero el gobierno
estatiza a diestra y siniestra sin compensar a los despojados!; el 301 pauta que
el Estado —conjuntamente con la iniciativa privada— promoverá “el desarrollo
armónico de la economía nacional […] para garantizar una justa distribución de
la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y
de consulta abierta”: ¡pero el gobierno destruyó la capacidad instalada del
sector privado!.
También en su
artículo 308 que “el Estado protegerá y promoverá la pequeña y mediana
industria, las cooperativas, las cajas de ahorro, así como también la empresa
familiar, la microempresa y cualquier otra forma de asociación comunitaria para
el trabajo, el ahorro y el consumo, bajo régimen de propiedad colectiva, con el
fin de fortalecer el desarrollo económico del país, sustentándolo en la
iniciativa popular”: ¡pero el gobierno asfixia esa empresas al desmembrar las
redes de apoyo que en algún momento existieron.
A pesar de esos
elevados preceptos constitucionales, jamás en estos años de supuesto socialismo
se observaron rendijas que le permitiesen a la iniciativa privada participar
libremente en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios; sus
dirigentes, no satisfechos con despilfarrar una renta petrolera que le
proporcionaba suficientes recursos para emprender importantes transformaciones
socioeconómicas, siguieron la receta ortodoxa cubana y estatizaron para luego
quebrar más de 1.500 empresas industriales, agrícolas y financieras.
Pero el poder no
puede aislarse de las decisiones y de quienes participan en ellas;
teóricamente a mayor número de actores
decidiendo, mayor democracia, pero … atención, no es lo mismo decidir a nivel
presidencial que en la Asamblea Nacional o en la limpieza de calles. Una
democracia participativa debe generar el mayor número de espacios de decisiones
ciudadanas en los niveles estratégicos del país: ¿qué hacer cuando el
centralismo y el militarismo dominan y hacen impenetrables esos niveles al
común?.
Dos preguntas surgen:
1) Si en la cúspide de la pirámide burocrática estatal solo participan pequeñas
roscas políticas y militares: ¿puede hablarse de participación protagónica y de
democracia?; y 2) si en lo que los marxistas llaman la base económica, el
gobierno posee pleno poder de las empresas públicas y se apropia de las divisas
generadas por ellas y de las plusvalías de sus trabajadores al mismo tiempo que
destruye el tejido empresarial privado:
¿existe democracia económica?. Las respuestas son obvias, no hay
participación protagónica ni democracia económica.
Otra interrogante:
¿Puede considerarse democrático un gobierno que impone modelos organizacionales
y pretende mantenerlos solo a fuerza de apoyos económicos?: ¡Obvio que no es
democrático!, quien impone es totalitario mientras que el democrático buscar
participación y consenso; si en algo se han destacado tanto el mandatario
fallecido como el actual, es en la imposición de modelos.
Véanse los modelo
impuestos: 1. - Los Saraos o Sistemas de
Aldeas Rurales Auto Organizadas Sustentables; 2.- los gallineros verticales de Merentes; 3.- los cultivos hidropónicos y huertos intensivos
traídos por la Universidad Agraria de La Habana; 4 .- los Fundos
Zamoranos; 5.- Los NUDES o Núcleo de Desarrollo Endógeno; 6.- Las EPSs
o Empresas de Propiedad Social ( 2005); 7.- La mal llamada cogestión que
resultó ser un Estado capitalista burlando cooperativas de trabajadores que
jamás recibieron acciones de las empresas estatizadas como en Venepal; 8.- los consejos obreros que apuntalaron el
fracaso de Sidor y Venepal; 9.- los consejos comunales mantenidos con billetes
que “de arriba”; 10.- Las Empresas Socialistas o de Propiedad Social (2008)
que, estatizadas o constituidas con chinos e iraníes, están quebradas; y 11.-
las comunas, figura de la geometría territorial rechazada en el Referéndum del
año 2007, pero impuesta mediante ley
orgánica, y mantenidas como vitrinas para visitantes extranjeros.
El ejemplo más
ilustrativo de imposición y desconexión con las palancas de un desarrollo
endógeno lo constituyó el supuesto
impulso a la constitución de cooperativas como #puntas de lanzas de la
revolución” por el fallecido. Efectivamente, entre el 2003 y el 2007 Chávez
logró cuatro récords planetarios: 1.- el mayor número de cooperativas
constituidas en dos años, para el 2005 ya eran 155.000; 2.- el mayor cementerio
de cooperativas, para noviembre 2015 las registradas eran 413 000, de las que
solo unas 100.000 tenían RIF y solo unas 20.000 declaraban al Seniat; 3.- el
mayor número de cooperativas falsas y de maletín erosionando la imagen del
cooperativismo genuino al facilitar operaciones turbias con empresas públicas
sin que el Seniat y Sunacoop actúen; y 4.- un alto número de cooperativas
dependientes de contratos gubernamentales que de ser rescindidos deberán
cerrar.
El primer error fue
de Chávez al iniciar ese proceso invitando a los círculos bolivarianos a
constituirlas y su mayor contradicción fue catalogarlas como capitalistas sin
percatarse de que las capitalistas eran las impulsadas por él y sus seguidores;
muestra inequívoca es la del “alcaldito de Valencia” que observó en ellas “una irresistible
oportunidad para lucrarse” con contratos refrendados por padre y el apoyo de
una ex miss, y el reciente caso de la Red de Cooperativas de las Bárbaras
(madre e hija), encabezada por la Red de Abastos Bicentenario (RABSA) que hizo
su agosto con el Plan de Abastecimiento Seguro de Caracas[1].
Maduro, por su parte,
se convirtió en el gobernante más nefasto en la historia del cooperativismo
venezolano que ni en las dictaduras gomecista y perezjimenista había recibido
tantos maltratos; la gota que rebasó el vaso la puso en noviembre 2014 cuando
le impuso impuestos a las cooperativas sin percatarse que el mismo Chávez les
había establecido la exención en la Ley Especial de Asociaciones Cooperativas
(LEAC), y que las cooperativas no deben pagar impuestos pues su capital se
constituye para enfrentar problemas y no para generar ganancias.
Pero Chávez no solo
cometió errores con sus propias cooperativas; en su afán monopólico arremetió
contra toda empresa “enemiga” del “mar de la felicidad” con ataques que
abarcaron desde la expropiación de empresas salvables como el de la Compañía
Anónima Venezolana de Pulpa y Papel (Venepal C.A.) y otras exitosas como
Agroisleña y los fundos familiares turísticos, hasta la destrucción de las
casas de bolsas bajo el vacuo argumento de causar la inflación cuando solo
permutaban legalmente títulos en el extranjero, por ese desconocimiento básico
del ministro Giordani, cuatro directivos de Econoinvest Casa de Bolsa perdieron
más de tres años de vida en las cárceles para finalmente salir sin condena
alguna. La triste realidad es que las medidas del fallecido con la ayuda del
actual, generaron para el 2015 una contracción del 75% en la productividad del
sector industrial.
Esas imposiciones y
estatizaciones demuestran que los jerarcas del gobierno desconocen los procesos
de emprendimiento, particularmente los productivos, pero son diestros en
utilizar herramientas capitalistas en el manejo del aparato público y las
empresas estatizadas. Se jactan de provenir de la clase obrera y hasta ser de
ella pero son los peores patronos, no actualizan contratos laborales ni
conceden cargos fijos para poder despedir “disidentes” a conveniencia, para
todo eso cuentan con el monopolio de las armas, las cárceles y los tribunales
contra los trabajadores disidentes, Sidor y Ferrominera lo muestran: ¿Eso es
democracia económica?.
Hoy, a lo señalado, a
la sinergia de una pésima gerencia en lo económico, a los regalos a otros
países, al colador de la corrupción, a la mayor escasez de bienes de nuestra
historia, a los dos millones de desempleados disfrazados de empleados públicos,
se suman 50.000 tarjetas socialistas sin control alguno a favor del ejercito de
pedigüeños y se decretan días libres cuando el país necesita producción:
¿cuándo verá Maduro que la supuesta guerra económica es su propio harakiri?, su
“autosuicidio” como diría alguien por allí.
Lamentablemente, a
pesar de los esfuerzos que numerosos emprendedores y empresarios realizan, el
monopolio estatal, el exceso inapropiados de controles, la discrecionalidad
gubernamental para favorecer ciertas empresas y las leyes con atajos para
multar y cerrar otras, coartan la democracia económica. Definitivamente, los
obreros dirigentes del supuesto socialismo desarrollan un capitalismo tan salvaje,
que con sus areperas compiten con humildes familias que venden arepas y
empanadas para sobrevivir.
[1] Ver
http://www.quintodia.net/las-cooperativas-de-las-barbaras/
Oscar
Bastidas-Delgado
oscar.bastidasdelgado@gmail.com
@oscarbastidas25
Caracas - Venezuela
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