INICIO PARECIDO
El 2017 comienza, al menos en Venezuela, de manera muy parecida al 2016,
cuando la Asamblea Nacional, en manos de los partidos de oposición, por primera
vez en los últimos dieciocho años, nombraba una nueva junta directiva e
iniciaba un nuevo periodo legislativo pletórico de promesas dirigidas
principalmente a buscar una solución político-constitucional a la crisis
humanitaria e institucional del país.
Un año después, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, diputado
Julio Borges, se estrena con un discurso menos directo que el de su predecesor
Henry Ramos Allup, pero repleto de alegorías y simbolismos históricos, dirigido
principalmente al sector militar, lleno de buenos augurios que presagian un
futuro esperanzador para los venezolanos, siempre que haya elecciones este año
para todos los cargos elegibles, incluida la presidencia del país. En resumen,
un toque de diana a los militares, para que apoyen un adelanto de las
elecciones presidenciales y legislativas, que permita una salida democrática al
régimen actual, además de una solución práctica, sin tener que esperar dos
largos años, a todo un país.
Ahora bien, ¿ha cambiado algo en estos doce meses que haga más viable la
propuesta de Borges? ¿Porque habría de aceptar el régimen un ofrecimiento así,
faltando dos años para las elecciones presidenciales y habiendo probado que
puede gobernar al margen de la Constitución, sin Poder Legislativo y haciendo
prácticamente lo que le viene en gana?
Como reforzamiento del discurso golpista, calificó ya el oficialismo a
los pronunciamientos del nuevo presidente de la Asamblea Nacional. Lo único
pues, que cabe esperar del gobierno es la continuación de su guerra total
contra la oposición, a sabiendas de que mientras tenga el control del resto de
los poderes públicos, de los recursos de la nación y de los cuarteles, podrá
mantener frente a los organismos internacionales ese discurso cínico de
gobierno electo popularmente; amuleto de la democracia que cual protección
divina, aleja a los malos espíritus de la oposición,
Por lo tanto, la respuesta es no; no ha cambiado nada en todo ese
tiempo, al menos en lo fundamental. Y lo fundamental no es más que la necesidad
por parte de la oposición de consenso político.
De nada sirve que la gran mayoría de los venezolanos deseen la salida de
Maduro, si no hay referéndum revocatorio o elecciones. Pensar, por lo mismo,
que una declaratoria de abandono del cargo, de conformidad con el Artículo 234
de la Constitución de Venezuela, por parte de la Asamblea Nacional, como se
está proponiendo ahora, sin que haya un acuerdo político que incluya a sectores
del oficialismo, militares y demás fuerzas vivas del país, va a hacer que
Maduro se marche del gobierno, es lo mismo que creer que Carlos Andrés Pérez
fue defenestrado de la Presidencia en 1993 por el caso del Sierra Nevada, o que
el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, más recientemente, en septiembre
del 2015, fue llevado ante la justicia por mero incumplimiento de la ley. La
verdad es que habría que ser bien ingenuo, para creer que en política las cosas
se dan de esa manera tan sencilla, sin un acuerdo entre los protagonistas del
poder que permita la aplicación de la ley. Así de crudo es esto.
Si durante el 2016 perdimos el tiempo hablando de referéndum
revocatorio, de enmienda constitucional, de constituyente, de responsabilidad
política e incluso de renuncia; volver ahora con que, para llamar a elecciones
es necesario decretar el abandono de Maduro de su cargo de Presidente es más de
lo mismo y lo único que muestra es la falta de estrategia o, en todo caso, la
duda de cómo actuar desde la Asamblea Nacional para inducir o precipitar la
salida de este gobierno
Todas las transformaciones constitucionales efectuadas en América Latina
desde los noventa para acá, se han dado dentro de un ambiente de consenso y
conveniencia política, donde el presidente de turno contaba con el visto bueno
de su propia tolda política, de las instituciones, así como de una buena o no
tan mala posición en las mediciones de opinión. Por eso fracasó, por ejemplo,
la intentona de reforma constitucional para la reelección de Zelaya en
Honduras, hace unos años atrás. Si no hubo los apoyos necesarios para el
revocatorio, ni de la propia oposición entera, menos los habrá para poner en
práctica una declaratoria de ese tipo, que por lo demás, tampoco cumple
jurídicamente con los elementos de tipicidad requeridos.
Para el momento en que escribo este artículo la Asamblea Nacional está
aprobando el abandono del cargo de Nicolás Maduro. Pensamos que ocurrirá lo de
siempre y que el Tribunal Supremo de Justicia actuando en calidad de agente del
régimen sentenciará la nulidad del tal acto legislativo con los mismos espurios
argumentos de siempre, esto es, que la
Asamblea se encuentra en desacato, que todas sus actuaciones son ilegales, que
no hay motivos para justificar el abandono del cargo presidencial, etc, Pero en
la práctica, el enfrentamiento entre gobierno y Asamblea arreciará y sin contar
con los apoyos políticos necesarios, Maduro no acatará tal decisión,
calificándola, sin lugar a dudas, como un golpe de estado, con todas sus
consecuencias.
Lamentablemente, la oposición sigue en el mismo laberinto de hace un
año; ni encuentra la salida, ni quien le ayude a encontrarla. Aunque en esta
ocasión la cuerda podría reventar, y no precisamente por la parte mas delgada.
Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf
Miranda - Venezuela
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