PIDO
LA PALABRA Y VENTANA DE PAPEL
El
país político advirtió la rotura del estamento constitucional al violarse la
ilación de preceptos que ensamblan la institucionalidad del sistema político
ordenado por la Constitución venezolana.
La
violación de los derechos constitucionales en Venezuela ha alcanzado tal grado
de exasperación, que el ejercicio de la gestión pública, ejercida por el alto
gobierno en los últimos años, rompió las barreras de la resignación, la
conformidad y de la paciencia al abusar de la autoridad. O sea, trasgrediendo
las prerrogativas que las leyes le confieren. Cada discurso presidencial, ha
pecado de falsas acusaciones, cruentas humillaciones. Pero sobre todo,
insolentes señalamientos que inculpan, sin prueba alguna, a quien cuestione las
desvergonzadas e ilegales arbitrariedades cometidas por un gobierno cargado de
la vulgaridad y soberbia propia de todo tirano.
Cada
pronunciamiento de algún alto funcionario, expresa no sólo injuria y
difamación. También, es contentivo de una alevosa manifestación de prepotencia.
O de un desquiciado sentido de superioridad, que calza exactamente con el
tamaño de la indecencia y del desconocimiento. Además, cargado del atrevimiento
de todo ignorante capaz de asomar tanta torpeza, sin que logre comprender la
necesidad y obligación de recular o de excusarse ante el dislate cometido. Las
disonancias de lenguaje y expuestas órdenes de presumida cuartelaría, son
demostrativas del primitivismo político que viene caracterizando la contrariada
y cuestionada labor gubernamental.
Lo
que se ha visto durante estas dos últimas semanas a lo largo y ancho de
Venezuela, ha sido en respuesta al paroxismo alcanzado ante la animosidad del
régimen no sólo por mantenerse en el poder, a pesar de la ilegitimidad y
exagerado nivel de maniobras con el cual ha intentado delictuosos hechos de
inconstitucional tenor e ilegal cometido. Debe reconocerse que el régimen
venezolano forzó toda medida de aceptada legalidad, mediante arbitrariedades
logradas a la fuerza Así pudo desprenderse de las ataduras constitucionales que
obligan al Poder Público Nacional a someterse a lo que la ley consagra como
norma. Sin embargo, el Poder Ejecutivo, sordo, ciego y mudo ante las decisiones
tomadas, y en complicidad con ilegítimos magistrados adscritos a la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de (In)Justicia, puso al descubierto la
sucia jugada de asaltar al Poder Legislativo valiéndose del predominio del cual
goza a través de conspicuos asociados colocados en cargos claves relacionados
con la elaboración de las torcidas decisiones que luego procedió a hacer
efectivas.
Así
el alto gobierno, se voló el ordenamiento jurídico abusando de la autoridad que
le permite actuar desde las alturas del poder. En consecuencia, el país
político advirtió la rotura del estamento constitucional al violarse la ilación
de preceptos que ensamblan la institucionalidad del sistema político ordenado
por la Constitución venezolana. Esta situación tuvo eco en una población
agobiada, maltratada y vapuleada. En una población con hambre y con
enfermedades. En una población sin un empleo que le asegure el sustento ya que
el régimen se ha empeñado en incumplir su decretado compromiso de “estabilidad
laboral”. Por otra parte, ha sido consecuente con la impúdica política de
desconocer derechos que exhortan libertades económicas que resguardan la
propiedad privada de intrusos agentes de
la economía y hasta del gobierno. Pero las realidades de estos días,
demostraron que la paciencia llegó al límite superior y se desbordó en
protestas que, la misma Constitución, permite y exalta como derecho humano
adquirido. Tan convulsiva situación hizo que la paciencia popular explotara e
implocionara. Pero también llevó a la exacerbación de la resistencia que venía
asumiendo como conducta social.
La
presunción inconstitucional de desconocer al Poder Legislativo para sustituirlo
por el ilegítimo fuero de la Sala Constitucional, sumado a decisiones de
revolver y transgredir la convivencia social basada en el pluralismo político y
democrático, tanto como la persecución a dirigentes políticos, y a quienes
llegan a opinar en desmedro de las mentiras y trampas ordenadas y cometidas por
el régimen, provocó el necesario enfrentamiento de sectores populares a las
desmedidas imposiciones gubernamentales.
Tanto
ha sido el nivel de confrontación, que la justicia gubernamental se volvió
plastilina. El diálogo pretendido entre actores de la oposición y agentes del
gobierno, quedó sin oportunidades ni alternativas cónsonas con lo que pudo
haber logrado lo políticamente ansiado por la unión organizada de factores de
oposición. La inmadurez política demostrada por el régimen, hizo pensar que se
estaba fraguando un Golpe de Estado desde el Imperio. Y con el auxilio de una
oposición sectaria. Cuando contrario a dicho cuadro de falsedades, las
realidades fueron el mejor retrato del engaño diseñado seguramente por
colaboradores cubanos. La situación que de ello resultó, hizo ver que todo fue
una manipulación concertada entre altos funcionarios con el propósito de
asegurar el enroque sobre el cual ha venido sosteniéndose a duras penas, pues
su popularidad se vino al suelo. La militancia del partido del oficialismo, se
desgranó en tanto toletes como cuadros revestidos de decepción por el mal
gobierno adelantado.
La
furia producida en la maltratada población venezolana por tanto abuso
gubernamental y humillación padecida, alcanzó su máximo apogeo cuando el
gobierno -subestimando la indignación del pueblo- el pasado 11-A, convocó a un
acto de masas en San Félix, Edo. Bolívar, con la burda excusa de conmemorar el
bicentenario de la Batalla de San Félix. El enardecimiento y la iracundia contenida
por dicha población, se tradujo en arrebato de violencia al término de un
discurso presidencial cargado del más asqueroso populismo. A su salida, la
comitiva presidencial fue objeto de contundentes y aireados reclamos, lo que no
fue óbice para que le lanzaran huevos, tomates y piedras que dieron en la
humanidad de algunos funcionarios y oficialistas.
Tan
inaudita acción, demostró que se perdió el miedo frente a la represión armada
con la cual responde el régimen. Inclusive, con la impune intervención de
civiles armados. Aunque el hecho no pasó a mayores, significó una abierta
demostración de que el pueblo se hastió de tanta indolencia gubernamental. Su
clamor es desatendido por el alto gobierno lo cual es entendido como descarada
burla.
De
estos sucesos se aprendió que “quien se empeña en pegarle una pedrada a la
luna, no lo conseguirá. Pero terminará sabiendo manejar la honda” (Proverbio
árabe). Es claro que todo ello no fue ninguna respuesta de amor o de apoyo al
gobierno nacional, tal como fue insinuado por algunos afectos al régimen.
Aunque si pudiera verse como una contrariada expresión de “amor” en tiempos de
tiranía.
VENTANA
DE PAPEL
CAMBIO
DE FRECUENCIA
La
historia es reveladora y fehaciente testimonio del poder de la oración. No sólo
la Biblia lo confirma. También, los hechos sucedidos en medio de tempestades
físicas, espirituales, militares Y desde luego, políticas. Sobre todo, ante el
furor que una crisis política incita pues las desgracias que éstas acarrean, no
sólo inhiben libertades. También, inducen estampidas cuya fuerza de arrastre
genera los peores vendavales y tsunamis que jamás se hayan visto o imaginado.
De
ahí que la oración se convierte en un arma tan poderosa como la de mayor
potencia. Aunque la diferencia estriba en que un arma militar tiene efectos
destructores pues su objetivo es arrasar con una realidad que, a juicio de
quienes dirigen la fuerza armada, entorpece propósitos encaminados a ganar
espacios políticos sobre los cuales se articularán nuevos intereses. Más de
naturaleza económica y mercantilista, que de otra índole que pueda animar el
desarrollo económico y social. Aunque la historia revela crasas excepciones.
La
oración, por su parte, tiene la capacidad de inducir emociones y sentimientos
que igualmente producen un sacudón. Pero de espiritualidad. De tal forma y
magnitud, que es capaz de transformar actitudes, cambiar perfiles, adecuar
condiciones, modificar consideraciones y reformar aptitudes. Es decir, la
oración provoca un cambio de frecuencia a nivel de todo aquello que es
susceptible de variación hacia lo mejor, hacia lo sano y lo constructivo por
cuanto incita el crecimiento de cuanta humanidad haya estado aletargada,
paralizada o desviada del camino de la solidaridad, la comprensión y la verdad.
La
oración trasmuta disposiciones. Pero más aún, la creencia de estar obrando en
consonancia con el bien, cuando en el fondo podría estar causando el peor mal
que puede animar una decisión tomada arbitrariamente, o al margen de toda
consecuencia posible. La oración pronunciada desde el alma, tiene la potestad
de lograr el equilibrio espiritual y asentir en su justo lugar, valores morales
hoy tan deliberados. Pero igualmente, desatendidos por quienes viven ofuscados
ante la tentación que brinda el poder como instrumento de violencia y como
equivocado ejercicio de ordenamiento. La oración tiene el impulso para hacer
ver que muchas intenciones políticas, tienen un errado asidero pues se
dictaminan como órdenes sin siquiera considerar sus verdaderos alcances. La
oración sabe develar el error que se comete cuando se abordan criterios de
justicia, libertad, democracia, igualdad encapsulados en la ambición, la
obstinación y el resentimiento.
Razones
éstas, justifican la necesidad de orar desde el alma y con el convencimiento de
su eficacia y trascendencia. La oración es pues el mejor instrumento para
lograr la necesaria transformación que claman obtusas y confusas realidades
siempre avivadas por una política retorcida. Más, la oración elevada desde lugares
de crítica realidad, sin duda alguna, provoca un real y hondo “cambio de
frecuencia”.
“
Cuando la política gubernamental alude al amor como razón para reivindicar
ideales, está desviando el sentido que estructura su concepción. Por eso, la
política busca justificarse en su capacidad para entrometerse hasta en el amor
y así manipular los intereses que lucen convenientes a sus ámbitos de
intervención”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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