Como
sea. Pasan los días tempestuosos y no logro apartar estas palabras de mi mente.
Tomo café, leo un libro, veo un juego de pelota frente al televisor. La frase
continúa presente en mi pensamiento, afianzada, casi inconmovible, capaz de
afectar el sabor de cada suceso. La afirmación es específica, rotunda, sin
lugar a dudas. No necesita intérprete: todos sabemos que es una amenaza
desesperada. La dice quien se sabe perdido y se le trancó el juego, reducido a
un solo lance: como sea. Se les acabó el dinero, una fortuna dilapidada.
Perdieron la popularidad y la confianza de otros tiempos. Y sumieron al país en
una de las peores crisis de su historia. Botaron el juego.
Intento
ponerme en su lugar, sentado en esa espinosa silla debajo del retrato de su
antecesor. Me pregunto qué ideas cruzan por su atormentada cabeza. Pero, sobre
todo, ¿hasta dónde será capaz de llevar la situación y tensar la cuerda en esta
oportunidad? Presiento que es la misma pregunta que todos nos hacemos, la misma
inquietud que todos compartimos a lo largo y ancho del país: cuando nos
despertamos, cuando nos desplazamos hacia el trabajo y cuando de nuevo nos
acostamos a dormir. Es la incertidumbre que nos acompañará hasta el mismo día
de las elecciones: ¿hasta dónde puede prolongarse la tragedia de este país, convertido
en pocilga, sin que se reviente la cuerda?
¿Como
sea? Quienes quieren un cambio, como nunca en estos quince años, constituyen
una mayoría contundente. Quienes se empeñan en mantener el statu quo son apenas
unos pocos exasperados en defender sus mezquinos privilegios. La diferencia es
muy abultada. Sería como querer ocultar un elefante debajo de la cama: se
levantaría el colchón, por los cuatro costados se sobresaldrían las patas y las
orejas, y la trompa no habría manera de esconderla.
Como
sea, es decir, a la machimberra; gano o arrebato, cueste lo que cueste, sin
importar nada ni nadie. Solo para mantener el poder absoluto, para conservar el
autoritarismo del régimen, aun a costa de la convivencia pacífica y
democrática. Cerraría toda válvula de escape. Una maniobra muy poco aconsejable
en un momento en que, como nunca, la suerte personal y familiar de cada quien
se encuentra reflejada en la esperanza de cambio que representan las elecciones
del 6-D. ¿Como sea? Se le saldrían la trompa y las orejas al elefante debajo de
la cama. Al día siguiente nos levantaríamos en medio de la misma tragedia
económica y social, o aun peor, en medio de una crisis política de marca mayor,
porque este gobierno no ofrece la más mínima posibilidad de rectificación.
A
punta de votos vamos a inflar a ese elefante, para que esconder la trampa sea
imposible. Hay que insistir en los temas económicos y sociales. “Como sea”
pasará al olvido como una bravuconada más, una de tantas. Venezuela quiere un
cambio, está en nuestras manos, 6-D a la vista.
Fernando
Martínez Móttola
@martinezmottola
Miranda
- Venezuela
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