lunes, 9 de noviembre de 2015

MAURO PARRA, FILIBUSTEROS.

En un exquisito relato del poeta y narrador Esdras Parra titulado “Por el Norte el Mar de las Antillas”, el autor hace referencia al límite acuático de nuestro país y la importancia que representa su ventajosa posición geográfica en el continente americano. 

Este mar por centurias estuvo plagado de violentos piratas que saqueaban los puertos y ciudades de Venezuela, muchas veces de manera brutal e inesperada. El tiempo y la civilización erosionaron estas prácticas de  guerrilla entre los imperios que luchaban por imponerse  en la zona. Pero el mar constituye así mismo un medio para el progreso comercial.  Poco hemos disfrutado de este bien que la Naturaleza nos ha otorgado para hacer de nuestro comercio marino una gran fuente de riqueza. Con la excepción de las exportaciones de café, cacao, cueros, plumas y materias primas, en el pasado colonial y republicano, solamente  el petróleo desde hace casi 100 años, ha contribuido con  la mayor porción al ingreso nacional.

Hoy día, varados en el espeso fango de reglamentos obsoletos y leyes habilitadas,  no podemos movernos a la conquista de mercados y  la adquisición de bienes a precios competitivos,  porque  Venezuela ha caído  de nuevo en manos de típicos  piratas del Caribe, quienes,  apoderándose del capital y los ahorros nacionales,  con el  propósito de imponer un sistema político inviable, limitan el desarrollo petrolero y condenan  el industrial privado. El funcionario mayor ha dispuesto con anuencia de la simbiosis cívico militarista, disponer del país, ya no como  hacienda de Gómez sino  proveedor de fondos para un equívoco proceso internacional que comunizaría a toda Latinoamérica. Indudablemente,  este proyecto salió de los laboratorios de los Castro, heredados de las prácticas de adoctrinamiento forzado  ejercido por la policía política de la fenecida URSS.
El barullo politiquero de comienzos de los noventa sacudió las bases de la Democracia venezolana al producirse un golpe militar fallido y criminal que abrió las puertas a un grupo de indoctos y farsantes, quienes apoyados por  una sociedad ingenua y ocultando sus intenciones verdaderas, pudieron abordar el poder en Venezuela, mediante las elecciones presidenciales de 1998, en las que la abrumadora abstención fue  clave para la pérdida temporal de la república.  Por  la circunstancia inesperada  de un alza descomunal de los precios del petróleo se consolidó el nuevo régimen con la demagogia y la charlatanería bajo el brazo. 
El inmenso capital que cayó en sus manos  acicateó la más grande corrupción que haya sucedido en Venezuela, abarcando altas y medianas  esferas de la administración pública, que ya  se veía  minada  por la baja moral y la incapacidad manifiesta de quienes estaban en  el poder. 
Dejando pasar el tiempo entre bochornos y corruptelas, no hicieron las previsiones fiscales necesarias para afrontar la inevitable época de las vacas flacas.  
El resultado lo vemos ahora, cuando el precio  del crudo se ha venido abajo. Los corruptos, pensionados del poder, sutilmente,  en violación de regulaciones internacionales, desviaron los recursos de la Nación a sus cuentas personales, en paraísos de encubrimiento fiscal, groseramente abultadas.  Aun con todo el influjo multimillonario de dineros aportado por la riqueza petrolera han tenido la cachaza de someter al país a burdos préstamos, cuyo endeudamiento pone en saco roto  los fundamentos de la economía nacional. 
El  caos financiero se ha desatado en esta Tierra de Gracia, por desgracia. Para no hacer largo este análisis por constituir un renglón que expertos en estos temas han abordado  con mayor holgura, no hablaremos  aquí sobre la influencia que ha tenido el manejo  ilícito de dinero, proveniente del narcotráfico y las arcas de la petrolera estatal.
La popularidad del gobierno va a en picada – está a punto de recibir el demoledor  empujón  electoral del 6D- ante los graves factores que aquejan la sociedad venezolana: 
1) Hiperinflación. 
2) Alta incidencia de inseguridad personal, donde los  ciudadanos de toda estirpe, exceptuando a quienes sin ocultarlas pueden portar armas, están en constante y grave peligro de perder hasta la vida, inseguridad que -es público y notorio- elementos del lado gobiernista  toleran y complacen. 
3) Carestía generalizada, de todo, administrada mediante controles abusivos e indignantes y causada por el propio tren  gubernamental, quizás debido al desconocimiento de las reglas básicas de la economía o por requerimientos  ideológicos  del estamento comunista internacional.  
4) A  esto hay que componerlo  con el resurgimiento de enfermedades vencidas en el pasado y altamente patógenas.  ¿Cómo puede el funcionario mayor pretender   que no se produzcan cambios estructurales en el entorno filosófico del gobierno ante esta avalancha de males?   Por eso el «ganar como sea» de Maduro es una  señal clara de su  fragilidad política que nosotros en la oposición no debemos desperdiciar. 
Con estos inconvenientes de por medio, vemos un estamento petrolero empobrecido y embotellado en actividades no cónsonas con sus estatutos legales. Pobre  en dos vertientes.  
1) Exploración, con pocos e insuficientes recursos para el logro de incorporar nuevas reservas de livianos, que permitan la explotación de los pesados de Faja.  
2) Afrontar la inmensa deuda de PDVSA, que en  amortizaciones se lleva una gran parte de la producción.  La irreversible declinación de la producción petrolera de livianos y medianos que  ha rondado en niveles del 20% anual, impedirá cumplir en totalidad con los compromisos de exportación, agravando aún más la situación financiera de la empresa estatal. Para paliar esta circunstancia  PDVSA debería revisar y cortar  prontamente -¿se ha hecho algo al respecto?- los envíos de escaso valor comercial a los países caribeños, Cuba, en especial;  todos esos países insulares están en mejor posición económica y calidad de vida que nosotros.  Pero no debemos olvidar las actividades de desarrollo y reparación continua de pozos, la revisión y ajuste constante de los costos de producción por barril, los proyectos de recuperación adicional en  campos tradicionales y el desarrollo de la Faja que debe contemplar protección del medio  ambiente.   
Esta parte de los temas planteados no tiene intención de ser una clase, sino el efecto de las preocupaciones personales por una industria petrolera que como el  gobierno garantiza, ahora es de todos los venezolanos y yo estoy preocupado por el destino de lo que me pertenece por ser nativo y habitante de esta tierra.
Por último, debemos reactivar  el componente industrial privado, creador de empleos  y generador de impuestos para el estado. No hacerlo, por compromisos ideológicos que ya  sabemos no funcionan, es suicida en una sociedad como la nuestra, democrática, libre por deseo, cristiana y con un conglomerado técnico-gerencial  que pese a las emigraciones hacia otras tierras, aún existe  con fortaleza y será el pilar fundamental del desarrollo nacional en el futuro inmediato.
Porque no queremos más subterfugios, no aguantaremos un punto más en el crecimiento  de la inflación; no aguantaremos la escasez; no aguantaremos un nivel más bajo del producto interno bruto del país ni el declive del PIB  por individuo, que se ha desmantelado de $14.000 por persona el año pasado a  menos de $5000 para el 2015. 
Ojalá escuchen el clamor de un pueblo noble, porque han fracasado al incumplir sus promesas.   Respeten el  sagrado acto electoral según está pautado en la Constitución y las leyes. No se enfrasquen en trampas porque no creemos que la  usual, constitutiva de supuestas  grandes movilizaciones extra tempore, les funcione. 
Sin embargo, estaremos alertas y en guardia continua. Creemos que en este caso el reclutamiento de votantes rezagados y asistidos no existirá ni tiene chance de éxito. Sólo serviría para tratar de enmascarar otras movidas perversas que pronto quedaran al descubierto.  
Perderán las elecciones parlamentarias del 6D, así regalen un nuevo DAKA completo diario -¿en todo el país?- o varios millones de bolsas de comida con los productos que escasean en sus mercados.  ¿De dónde van a sacar la plata? ¿de préstamos? La gente  ha manifestado su repudio al sistema político, que ustedes quieren implantar en violación flagrante de la Constitución Nacional.
La historia triste de nuestro país está destinada a terminar pronto para dar paso a la  felicidad que todos, entiéndase bien, todos los venezolanos añoramos y significa paz, libertad, educación y trabajo, sin distinción de raza, afiliación política, religiosa o color de la camisa.
Mauro Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro

Miranda - Venezuela

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