En un exquisito
relato del poeta y narrador Esdras Parra titulado “Por el Norte el Mar de las
Antillas”, el autor hace referencia al límite acuático de nuestro país y la
importancia que representa su ventajosa posición geográfica en el continente
americano.
Este mar por centurias estuvo plagado de violentos piratas que
saqueaban los puertos y ciudades de Venezuela, muchas veces de manera brutal e
inesperada. El tiempo y la civilización erosionaron estas prácticas de guerrilla entre los imperios que luchaban por
imponerse en la zona. Pero el mar
constituye así mismo un medio para el progreso comercial. Poco hemos disfrutado de este bien que la
Naturaleza nos ha otorgado para hacer de nuestro comercio marino una gran
fuente de riqueza. Con la excepción de las exportaciones de café, cacao,
cueros, plumas y materias primas, en el pasado colonial y republicano,
solamente el petróleo desde hace casi
100 años, ha contribuido con la mayor
porción al ingreso nacional.
Hoy día, varados en el espeso fango de reglamentos obsoletos y leyes habilitadas, no podemos movernos a la conquista de mercados y la adquisición de bienes a precios competitivos, porque Venezuela ha caído de nuevo en manos de típicos piratas del Caribe, quienes, apoderándose del capital y los ahorros nacionales, con el propósito de imponer un sistema político inviable, limitan el desarrollo petrolero y condenan el industrial privado. El funcionario mayor ha dispuesto con anuencia de la simbiosis cívico militarista, disponer del país, ya no como hacienda de Gómez sino proveedor de fondos para un equívoco proceso internacional que comunizaría a toda Latinoamérica. Indudablemente, este proyecto salió de los laboratorios de los Castro, heredados de las prácticas de adoctrinamiento forzado ejercido por la policía política de la fenecida URSS.
El barullo
politiquero de comienzos de los noventa sacudió las bases de la Democracia
venezolana al producirse un golpe militar fallido y criminal que abrió las
puertas a un grupo de indoctos y farsantes, quienes apoyados por una sociedad ingenua y ocultando sus
intenciones verdaderas, pudieron abordar el poder en Venezuela, mediante las
elecciones presidenciales de 1998, en las que la abrumadora abstención fue clave para la pérdida temporal de la
república. Por la circunstancia inesperada de un alza descomunal de los precios del
petróleo se consolidó el nuevo régimen con la demagogia y la charlatanería bajo
el brazo.
El inmenso capital que cayó en sus manos acicateó la más grande corrupción que haya
sucedido en Venezuela, abarcando altas y medianas esferas de la administración pública, que
ya se veía minada
por la baja moral y la incapacidad manifiesta de quienes estaban en el poder.
Dejando pasar el tiempo entre
bochornos y corruptelas, no hicieron las previsiones fiscales necesarias para
afrontar la inevitable época de las vacas flacas.
El resultado lo vemos ahora, cuando el precio del crudo se ha venido abajo. Los corruptos,
pensionados del poder, sutilmente, en
violación de regulaciones internacionales, desviaron los recursos de la Nación
a sus cuentas personales, en paraísos de encubrimiento fiscal, groseramente
abultadas. Aun con todo el influjo
multimillonario de dineros aportado por la riqueza petrolera han tenido la
cachaza de someter al país a burdos préstamos, cuyo endeudamiento pone en saco
roto los fundamentos de la economía
nacional.
El caos financiero se ha desatado
en esta Tierra de Gracia, por desgracia. Para no hacer largo este análisis por
constituir un renglón que expertos en estos temas han abordado con mayor holgura, no hablaremos aquí sobre la influencia que ha tenido el
manejo ilícito de dinero, proveniente
del narcotráfico y las arcas de la petrolera estatal.
La popularidad del
gobierno va a en picada – está a punto de recibir el demoledor empujón
electoral del 6D- ante los graves factores que aquejan la sociedad
venezolana:
1) Hiperinflación.
2) Alta incidencia de inseguridad personal,
donde los ciudadanos de toda estirpe,
exceptuando a quienes sin ocultarlas pueden portar armas, están en constante y
grave peligro de perder hasta la vida, inseguridad que -es público y notorio-
elementos del lado gobiernista toleran y
complacen.
3) Carestía generalizada, de todo, administrada mediante controles
abusivos e indignantes y causada por el propio tren gubernamental, quizás debido al
desconocimiento de las reglas básicas de la economía o por requerimientos ideológicos
del estamento comunista internacional.
4) A esto hay que componerlo con el resurgimiento de enfermedades vencidas
en el pasado y altamente patógenas.
¿Cómo puede el funcionario mayor pretender que no se produzcan cambios estructurales en
el entorno filosófico del gobierno ante esta avalancha de males? Por eso el «ganar como sea» de Maduro es
una señal clara de su fragilidad política que nosotros en la
oposición no debemos desperdiciar.
Con estos
inconvenientes de por medio, vemos un estamento petrolero empobrecido y
embotellado en actividades no cónsonas con sus estatutos legales. Pobre en dos vertientes.
1) Exploración, con pocos e insuficientes
recursos para el logro de incorporar nuevas reservas de livianos, que permitan
la explotación de los pesados de Faja.
2) Afrontar la inmensa deuda de PDVSA, que en amortizaciones se lleva una gran parte de la
producción. La irreversible declinación
de la producción petrolera de livianos y medianos que ha rondado en niveles del 20% anual, impedirá
cumplir en totalidad con los compromisos de exportación, agravando aún más la
situación financiera de la empresa estatal. Para paliar esta circunstancia PDVSA debería revisar y cortar prontamente -¿se ha hecho algo al respecto?-
los envíos de escaso valor comercial a los países caribeños, Cuba, en
especial; todos esos países insulares
están en mejor posición económica y calidad de vida que nosotros. Pero no debemos olvidar las actividades de
desarrollo y reparación continua de pozos, la revisión y ajuste constante de
los costos de producción por barril, los proyectos de recuperación adicional
en campos tradicionales y el desarrollo
de la Faja que debe contemplar protección del medio ambiente.
Esta parte de los temas planteados no tiene intención de ser una clase,
sino el efecto de las preocupaciones personales por una industria petrolera que
como el gobierno garantiza, ahora es de
todos los venezolanos y yo estoy preocupado por el destino de lo que me
pertenece por ser nativo y habitante de esta tierra.
Por último, debemos
reactivar el componente industrial
privado, creador de empleos y generador
de impuestos para el estado. No hacerlo, por compromisos ideológicos que
ya sabemos no funcionan, es suicida en
una sociedad como la nuestra, democrática, libre por deseo, cristiana y con un
conglomerado técnico-gerencial que pese
a las emigraciones hacia otras tierras, aún existe con fortaleza y será el pilar fundamental del
desarrollo nacional en el futuro inmediato.
Porque no queremos
más subterfugios, no aguantaremos un punto más en el crecimiento de la inflación; no aguantaremos la escasez;
no aguantaremos un nivel más bajo del producto interno bruto del país ni el
declive del PIB por individuo, que se ha
desmantelado de $14.000 por persona el año pasado a menos de $5000 para el 2015.
Ojalá escuchen
el clamor de un pueblo noble, porque han fracasado al incumplir sus
promesas. Respeten el sagrado acto electoral según está pautado en
la Constitución y las leyes. No se enfrasquen en trampas porque no creemos que
la usual, constitutiva de supuestas grandes movilizaciones extra tempore, les
funcione.
Sin embargo, estaremos alertas y en guardia continua. Creemos que en
este caso el reclutamiento de votantes rezagados y asistidos no existirá ni
tiene chance de éxito. Sólo serviría para tratar de enmascarar otras movidas
perversas que pronto quedaran al descubierto.
Perderán las elecciones parlamentarias del 6D, así regalen un nuevo DAKA
completo diario -¿en todo el país?- o varios millones de bolsas de comida con
los productos que escasean en sus mercados.
¿De dónde van a sacar la plata? ¿de préstamos? La gente ha manifestado su repudio al sistema
político, que ustedes quieren implantar en violación flagrante de la
Constitución Nacional.
La historia triste de nuestro país está
destinada a terminar pronto para dar paso a la
felicidad que todos, entiéndase bien, todos los venezolanos añoramos y
significa paz, libertad, educación y trabajo, sin distinción de raza,
afiliación política, religiosa o color de la camisa.
Mauro Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro
Miranda - Venezuela
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