sábado, 7 de noviembre de 2015

LUIS GARRIDO, CON EL SANTO DE ESPALDA

Pecaremos de ingenuos si pretendemos que con ganar la Asamblea Nacional el 6 de diciembre sacamos a Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores; desde allí es cuando  queda camino por recorrer y la tarea no puede descansar solo en los hombros de los partidos o en sector político alguno; debe ser compartida entre todos los venezolanos. Tomemos en consideración que no hay más salida que la que establece la Constitución de la República;  solo que, siendo la Asamblea Nacional el órgano institucional en cuya instancia se legisla y  aprueban las decisiones que pauta la ley y teniendo Maduro "el santo de espalda", pareciera que las aguas de la  creciente le están llegando a sus zapatos.       
Desnudo y sin cobija es el destino del presidente.  Esto lo afirmamos porque, no contando  con la mayoría de los diputados, sus movimientos quedan restringidos; ya que al ser la Asamblea Nacional el peldaño de los poderes y beneficiado  -por esta- como ha sido,  comenzaría a vivir una crisis nunca imaginada. Todo su poder le cayó del cielo pero no fue lo suficientemente capaz para sortear los diferentes vaivenes que le ha tocado recorrer.       
Tengamos claro que en política dos y dos no son -necesariamente- cuatro.  Muchas locuras se cometen de lado y lado.  Vivo se mantiene el recuerdo de la entrega de las asambleas y las gobernaciones cuando se consideró que votar era una farsa con un régimen autoritario y un Consejo Electoral arrodillado ante el chavismo.  La diferencia hoy es que, aun cuando el gobierno sigue siendo tramposo y capaz de alterar los resultados de una votación  apoyado en el órgano rector y la complicidad de un mando militar que se vanagloria de ser socialista, chavista y cuantas alabanzas parió la sumisión, el malestar de los venezolanos cada día se agrava más, generando  confrontaciones explosivas que colocan al presidente de rodillas.   
No estar preparado para desmontar lo que venga constituye un riesgo. Los votos en la mano no significan ganar si no convencemos a quienes aun viven la ilusión del encanto  por las dádivas prometidas y el paraíso que en 16 años no llegaron a conocer;  más que una jornada política es un deber patriótico. 
Persuadidos estamos de que votando masivamente no habrá desviación del voto; el gobierno pierde y Venezuela se enrumba por el camino de la democracia: a votar el 6 de diciembre.             
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr

Carabobo - Venezuela                   

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