¿Por
qué cooperó y por qué dejó de hacerlo? ¿Consciencia? ¿Miedo? ¿Un
"avalanchamiento" de arrepentidos en puerta? Lo que si demandamos los
venezolanos decentes, es que todo aquél que atentando la vida y la libertad de
inocentes, se rebele y por los hijos de Venezuela, hagan justicia y !digan la
verdad!
Las
recientes confesiones del exfiscal 41 con competencia nacional del Ministerio
Público, pone en evidencia lo que viene siendo notorio en Venezuela: la
Justicia no es ciega, ni autónoma ni imparcial. Es revolucionaria, quiero
decir, selectiva e inducida. No vamos a especular sobre las razones del
exfuncionario para confesar sus tropelías.
Tampoco si su acto de "introspección" fue profundo o sincero.
Es innegable que sus actos comportan violaciones manifiestas a los DDHH que
deberán procesarse. Pero si quiero detenerme en un aspecto fundamental del
análisis: Por qué cooperó y por qué dejó de hacerlo. ¿Consciencia? ¿Miedo? ¿Un
"avalanchamiento" de arrepentidos en puerta? NO es fácil, decía el
ciudadano...
En
Israel (1961) se inicia el juicio a Adolf Eichmann por genocidio contra el
pueblo judío durante la II Guerra Mundial. Casi todos los periódicos del mundo
enviaron periodistas para cubrir las sesiones. Eichmann fue acusado de crímenes
contra la humanidad, siendo condenado en 1962, en las proximidades de Tel Aviv.
Una de las corresponsales presentes en el juicio -enviada de la revista The New
Yorker- era Hannah Arendt. En 1963, basándose en sus reportajes del juicio y,
sobre todo, su conocimiento filosófico-político, Arendt escribió un libro que
tituló "Eichmann en Jerusalén". En él describe el desarrollo de las
sesiones y un análisis del "individuo Eichmann". Según Arendt, el
alemán no poseía una trayectoria o características antisemitas, ni presentaba
rasgos "de una persona mentalmente enferma". Actuó como actuó,
simplemente por el deseo de ascender en su carrera profesional, y sus actos
fueron el resultado de órdenes acatadas de superiores. En Eichmann no había un
sentimiento "del bien o del mal", sino de celo y eficiencia. Para
Arendt, el nazi no era el "monstruo" ni "pozo de maldad".
Los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente. Pero no fueron
realizados porque estuviese dotado de una inmensa capacidad para la crueldad,
sino por ser un burócrata; un operario dentro de un sistema basado en los actos
de exterminio. Sobre este análisis, Arendt acuñó la expresión "La
banalización del mal", para expresar que algunos individuos actúan dentro
de las reglas del sistema al que pertenecen, sin reflexionar sobre sus actos.
La tortura, la ejecución de seres humanos o la práctica de actos
"malvados", no son considerados a partir de sus efectos o de su
resultado, con tal que las órdenes para ejecutarlos, provengan de estamentos
superiores. Hannah Arendt alerta que es necesario estar siempre atento y evitar
que ocurra. El miedo, y la banalización del mal, hace que el hombre renuncie a
su voluntad crítica; empero el sujeto sigue siendo éticamente responsable. Por
eso Arendt recriminaba no el hecho de haber obedecido órdenes, sino de haber
cooperado. A partir de esta exigencia ética y humana, Eichmann y cualquier
acusado, no tendría escapatoria -consciente y reflexiva- de la justicia.
A
diferencia de Eichmann, de los hechos y de los tiempos, el fiscal Nieves -sí,
tardíamente- hizo un esfuerzo reflexivo que lo desbanalizó de sí mismo, y de la
crueldad del sistema de persecución y garrote, que ahora denuncia pero que él
obedeció. Nieves le ha dicho al mundo, "soy responsable de validar pruebas
falsas; de firmar una acusación sobre delitos que López no cometió, por no
haber llamado nunca a la violencia; de participar en un juicio donde no se
respetó el debido proceso, ni el derecho a la defensa; donde no se quemó el
edificio del MP, ni las unidades de policía; ni Parque Carabobo, y en fin,
donde todo fue un montaje para inhabilitar políticamente a López, a quien el
gobierno le tiene miedo". No es poca cosa lo que ha dicho Nieves... A
diferencia de Eichmann, Nieves examina, reconoce y denuncia la gravedad de sus
actos y omisiones, y a pesar de estar a la saga de un asilo político, asume los
riesgos de ser deportado. Nieves decidió hablarle al mundo porque su hija
estudiaba con la hija de López... y afirma "no dormir tranquilo"
porque los hijos de López fueron separados injustamente de su padre... Dice que
"le echaba la bendición a esa muchacha para sensibilizar su
responsabilidad". ¿Cuántos Nieves hay en el sistema judicial venezolano?
¿Reflexionarán? ¿Podrá más el miedo que la consciencia? ¿O lo contrario? Nieves le pidió perdón a López, a su esposa,
hijos, padres y a los venezolanos... No soy nadie para perdonar al exfiscal
Nieves. Igual lo haría... Pero lo que si demandamos los venezolanos decentes
-de donde vengan- es que todo aquel que atentando -bajo el sable del miedo, la
crueldad y la banalización del mal- contra la vida y la libertad de inocentes,
se rebele a esos mandatos, y por los hijos de Venezuela, hagan justicia,
!diciendo la verdad! De algún modo la historia los redimirá. Al decir de
Arendt, "sólo Dios reconoce el bien y el mal. Ni el diablo es capaz de
hacerlo...", por lo que el cielo o el infierno, estará reservado a quienes
logren dar paz a su alma, dando paz a su
consciencia.
Se
avecina una avalancha de Nieves...Y como toda avalancha: incontenible, gélida y
arrolladora. Apártense. Están a tiempo.
Orlando
Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
Caracas
- Venezuela
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