Desde el fondo de los
tiempos, en medio de los inmensos agujeros negros del mundo, una voz repite
incansable que el que a hierro mata a hierro muere.
Tito Livio Caldas, un historiador romano que fundó
en Bogotá la editorial jurídica más grande del mundo luego de haber militado en
las filas del partido comunista, ha recordado en el diario de Luis Carlos
Sarmiento Angulo que controla Enrique Santos Calderon sin poner un centavo
porque todo es plata nuestra, que la historia de las FARC se fragmenta en tres
momentos. Cuando era un movimiento de resistencia liberal contra la jodarria de
Ospina, Gómez, Urdaneta y Rojas Pinilla, entre 1950-1964, comandada por Tirofijo
[1930-2008] un aldeano partidario a la entrepierna de las jovencitas, amante
del escocés, la buena vida y que moriría en su catre sin haber leído una línea
de marxismo, cosa que si practicó entre [1964- 1990] y en enorme suma, Jacobo
Arenas [1924-1990], un mamerto de raca manduca que conocía bien por dentro el
Palacio de San Carlos pues había sido guardia presidencial, luego oficinista y
diputado lopista del MRL hasta que la codicia lo desterró a Marquetalia donde
emponzoñó de estalinismo a todo el que pudo, convenciendo a Tirofijo que era
posible tomarse el poder usando los métodos de Ernesto Guevara y los hermanos
Castro, cosa que casi logra con la colaboración de los gobiernos oligárquicos
del Frente Nacional, cuya descomunal corrupción hizo que miles de colombianos
creyeran era el único camino de acabar con ella.
Hasta que aparecieron los mercantes de coca y
marihuana, se murieron el campesino y el mamerto y la enorme banda quedó en
manos del social bacano Alfonso Cano [1924-2011], que con los ingresos del
secuestro, la extorsión, el abigeato, el gramaje y los laboratorios y la
exportación, entre [1990-2002] casi llega al poder durante el gobierno más
matrero que ha tenido Colombia con Samper Pizano, electo, para su desgracia,
con la plata de los enemigos de Pablo Escobar y de Rodriguez Gacha.
A Cano lo ha sucedido, el más tierno poeta de todos
los delincuentes poetas, el ridículo héroe del Festival de Ancón en Medallo,
Timoleón Timochenko, tan lírico y tan vago, que ha terminado entendiéndose
perfectamente, en proyectos, perfidia, insolencia, impudicia y aspirinas con
Enriquito Setentaños Santos, el otrora divertidísimo y generosito director de
Alternativa y Lecturas Dominicales, que piensa vislumbrar, al borde del
panteón, una Colombia idéntica a Venezuela. Gloria in excelsis Deo, et in terra
pax hominibus bonae voluntatis.
Porque si en algo NO se parece Timochenko a Escobar
es en inteligencia y cojones, si en marrullería y remedo, porque el libreto que
ha seguido lo confeccionó Pablo para su derrota que creyó sería gloria, y será
la misma que muerda en el polvo el FARCsiano, porque la historia ni la
naturaleza perdonan el crimen. Desde el fondo de los tiempos, en medio de los
inmensos agujeros negros del mundo, una voz repite incansable que el que a
hierro mata a hierro muere.
Pablo Escobar creyó posible, en el siglo que vivió
el fin del comunismo, aplicar la tesis que usaron ciertos facinerosos
históricos, que se levantaban en armas para amparar los pobres y los
desatendidos. Allí radica la cuestión que distingue el accionar del Tirofijo
modelo Marquetalia, un héroe que pasa a la leyenda atormentado, pero no los
Tirofijo modelo setenta, el Morantes modelo ochenta, el Cano modelo noventa y
el Timoleón modelo Enrique Santos, mercancías del tráfico internacional de
estupefacientes, como sucedió en un cruce de caminos con la Guerra de los Mil
Días y las enormes ventas de café, el
alcaloide más poderoso de los albores del siglo XX.
Thomas Fisher en De la Guerra de los Mil Días a la
pérdida de Panamá, y Charles Bergquits en Coffe and Conflict in Colombia
sostienen que los revolucionarios liberales acordaron cambiar el rumbo de la
historia usando las millonarias sumas en dólares y esterlinas que por ventas de
café habían obtenido en los últimos cuarenta años del XIX, excluidos del poder
y la burocracia por Nuñez y Caro, e intentaron derrocar al corrupto y venal
Manuel Antonio Sanclemente. Libreto que, a la inversa, aplican ahora los
hermanos Santos, para efectuar la derrota del republicanismo y la nacionalidad
que simbolizan Juan Daza y Gaspar Rodas, los antepasados de Uribe y Uribe.
La FARCsantosPAZ se ha ido consiguiendo, como
Pablo, haciendo tantas y horrendas diabluras, tan costosas, que la gente
termine aceptando lo que están pidiendo los asesinos. Para narrar el
procedimiento, hagamos un corte en la historia, digamos la toma de
Tranquilandia por el coronel Ramirez y la fuga de Escobar de La Catedral.
El 10 de marzo de 1984 cuando los helicópteros de
la Dijin iban a aterrizar en el complejo cocalero, fueron recibidos por ráfagas
de la metralla de guerrilleros de las FARC que lo cuidaban. Ante el embate de
las fuerzas del orden los partisanos huyeron. La redada había sido ordenada a
pesar de que un día antes varios mafiosos saludaron al hermano del jefe de la
Dijin con la oferta de tres millones de dólares para atajar el operativo.
Tranquilandia era el más grande laboratorio de coca del mundo, con catorce
laboratorios, descubrimiento que sirvió para vincular definitivamente a las
FARC con el negocio de la droga y desde entonces es una narcoguerrilla. La
venganza de Pablo fue asesinar, dos semanas después a Edgardo Gonzalez, un
asesor del ministro Lara Bonilla, a quien dio muerte el último día de abril.
Ante la arremetida de Belisario Betancur, los capos, encabezados por Pablo se
refugiaron en Panamá bajo el ala de Manuel Antonio Noriega, que les cobró
cuatro millones de dólares. Entonces Pablo y uno de los Ochoa se reunieron con
el pulquérrimo Doctor Lopez Michelsen, a quien la admiración de Enriquito ha
dedicado un volumen, en el Hotel Marriot el 4 de mayo a fin de llevar un
mensaje de paz a BB que no les paro bolas, pero para julio ya estaban todos,
otra vez en Colombia. Acusados por Manuel Castro del asesinato de Lara, a la
fecha ya les habían decomisado aparte de los miles de kilos de Tranquilandia,
otras setenta y tres toneladas métricas, ciento cuarenta y cuatro aviones y
destruido ochenta y cuatro cocinas. Escobar y Rodriguez Gacha entonces
redoblaron la producción de coca y de nuevo sus cuidadores fueron las FARC, que
el 12 de octubre atacaron la policía que iba a allanar un laboratorio en el
Caquetá, donde Pablo cultivaba 500 hectáreas y una columna de 100 guerrilleros
cuidaba. A comienzos de 1985 Carlos
Lehder, socio de Pablo, se declaró miembro del M19 desde Tabatinga y Escobar
entró en conversaciones con Alvaro Fayad que había propuesto la toma del
Palacio de Justicia para hacer un juicio político a BB, acción que decidió en
julio, dándoles dos millones de dólares, armas, municiones y explosivos que llegaron
a la hacienda Napoles por avión. La toma y la retoma del palacio fueron, como
antecedente a la Guerra del Golfo, trasmitidas por TV. Los únicos perjudicados
fueron BB y en M19. Con la llegada de Virgilio Barco al gobierno Pablo organizó
una milicia de abogados para que cabildearan contra la extradición, fuera
sobornando o amenazando o asesinando al director de la Dijin coronel Jaime
Ramirez, al periodista Luis Roberto Camacho, y cuando la corte anuló el 13 de
diciembre el tratado de extradición de 1979 y Barco con leguleyadas lo
reviviera, la respuesta de fue matar a Don Guillermo Cano, volviendo el terror
a instalarse en toda la república, con la búsqueda de 128 traficantes 56 de los
cuales estaban pedidos en extradición. En 1989 la guerra fue total. Carro bomba
para Maza Marquez, jefe del Das, asesinato de Antonio Roldan, gobernador de
Antioquia, renuncia por cobardía de Mónica de Greiff cuyo padre el Fiscal de
Greiff se dice trabajaba para los Rodriguez Orejuela, asesinato del juez Carlos
Valencia, del director de la policía Valdemar Franklin Quintero y de Luis
Carlos Galán, ordenando el gobierno de Barco con su ministro Gaviria la
confiscación de 200 casas y haciendas de los traficantes, 100 aviones y
helicópteros, 30 yates y 600 armas. Barco envió entonces 20 narcos a los
Estados Unidos. La respuesta fue salvaje. En noviembre los sicarios asesinaron
a 30 policías del Bloque de Búsqueda y volaron un avión con más de cien
pasajeros donde debía ir Cesar Gaviria, y otra bomba detonó frente al Das matando
63 personas e hiriendo a 600. Numerosas bombas detonaron en hoteles y oficinas
en Bogotá y Medellin. Y aun cuando la ayuda del Cartel de Cali sirviera para
dar muerte a Rodriguez Gacha y los norteamericanos capturaran a Manuel Antonio
Noriega, Pablo iba camino del triunfo, promoviendo una Constituyente donde se
le eximiera de la extradición, cosa que logró con la ayuda de un grupo de
notables encabezada por Lopez Michelsen y Turbay Ayala y el secuestro de un
hijo y la hermana del secretario de la presidencia German Montoya y el
homicidio de más de mil policías por quienes pagaba 4000 dólares cabeza y Diana
Turbay y Enrique Low Mutra. El 4 de julio de 1991 Pablo Escobar había liquidado
la Constitución de 1886, causante de la Guerra de los Mil Días y la guerra
contra el narco. Y había elegido con casi un millón de votos a 19 miembros del
M19, sus socios en la debacle del Palacio de Justicia y había logrado consagrar
con 51 votos a favor, 13 en contra, entre ellos uno de Maria Mercedes Carranza,
y 5 abstenciones, el nuevo artículo 35 que prohibía la extradición. Había
triunfado. Esa misma tarde comenzó a construir su propia prisión con la
anuencia de todo el mundo.
El recuento no es para menos. Lo que acaba de
pactar Santos con las FARC es idéntico. No pagarán cárcel, no entregarán
dinero, no serán extraditados y harán con nosotros lo que les dé la gana. Según
cifras del Ejército Nacional, los ingresos de las Farc por narcotráfico pasaron
de 890.000 millones de pesos en 2010 a 1.7 billones de pesos el año pasado. Las
autoridades calculan que bajo el control de las Farc habría 47.785 hectáreas de hoja de coca, lo que les
convertiría en el mayor propietario de plantas de coca del mundo. De los
millonarios ingresos, los jefes de los bloques que hoy están en La Habana,
reciben un porcentaje que según el Ejército llega a los 27.500 millones de
pesos al año. Los bloques con mayor número de cultivos ilícitos son el
Occidental, al mando de alias 'Pacho Chino', que tiene bajo su control 15.079
hectáreas. Le sigue el bloque Sur al mando de alias 'Fabián Ramírez' con 10.370
hectáreas. En la misma lista se
encuentran el bloque Oriental, bajo la dirección de alias 'El Médico', con
8.426 hectáreas, el bloque Noroccidental al mando de alias 'Isaías Trujillo'
con 6.977 hectáreas y el bloque
Magdalena Medio, cuyo comandante es alias 'Pastor Alape' con .6384 hectáreas.
Las FARC incluso en boca del obeso y cobarde
ministro de defensa controlan el 60 por ciento del narcotráfico mundial que
Juan Manuel Santos considera, según Antonio Caballero en un artículo de Semana,
un delito conexo a la rebelión. Una rebelión cuyo sinónimo es el triunfo del
crimen.
Harold Alvarado
Tenorio
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@arquitrave
Colombia
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