Difícil manera de comenzar un artículo
un día de Navidad, pero la interrogante es válida si somos realistas. Antes del
6 de enero caerán máscaras, por eso reflexiono y observo el difícil futuro que
enfrentamos, reconozco la fragilidad de la vida… sé que se puede vivir
muriendo.
No se equivoquen ni unos ni otros,
evidenciamos la histeria del gobierno por transformar la voluntad popular, que
se manifestó a través de las urnas electorales. De concretarse no quedará más
remedio… que hacerla respetar cueste lo que cueste.
Lo que plantean los chavistas es que
continuemos divididos en partes irreconciliables, por eso mienten, inventan,
toman decisiones a la carrera, denuncian trampas dentro de un sistema
controlado completamente por ellos, por eso se distancian de un pueblo que está
esperando que volvamos a ser un solo país.
No pretendo ser aguafiestas, asumo no
cerrar los ojos frente a lo que veo, el ejecutivo junto a su corte de sumisos
poderes tienen la palabra, o pasamos una Feliz Navidad o iniciamos el
Apocalipsis a la venezolana. “Desengáñese compadre”, nadie está distraído ni
embriagado de triunfo, la Unidad Democrática, la opinión pública internacional
y un pueblo cansado, se encuentran unidos y atentos, interrogándose sobre el
devenir… conscientes en medio de las alegrías… del recuerdo de las pruebas
atravesadas.
Dos de cada tres venezolanos dijeron
¡hasta aquí llegamos con ustedes! La única estrategia del gobierno fue la
intimidación y el atropello y hasta en eso fracasó, el resultado de una mayoría
calificada es conocido hasta en la China. El oficialismo está sumido en la
desesperación… mala consejera. Maduro y Diosdado cual mafiosos de baja ralea,
“encompinchados” con siete malandros integrantes de la Sala Constitucional,
pretenden torcer la voluntad popular.
Si algo queda de un proyecto
bolivariano, su supervivencia dependerá entre escoger el camino de su
reconstrucción, aceptar las reglas democráticas o darle una patada a la
Constitución y mostrar su cara dictatorial.
De tomar esa ruta, 2016 será el fin de
los tiempos rojos y el de la reconstrucción a través de un dialogo civilizado,
destinado a resolver la destrucción del aparato industrial y comercial del
país. Aspiramos que de nuevo se produzca en Venezuela, que existan iniciativas
privadas, inversiones, trabajo, desarrollo, seguridad y crecimiento.
Para eso votó el pueblo, solo en la
cabeza calenturienta de un puñado de extremistas cabe que pueden ahora con
maniobras sucias burlarse de los electores. Jugar con fuego a estas alturas
solo producirá una alianza internacional masiva contra un gobierno
desacreditado a través de su gestión y que intenta mantener el control,
implementando un auto-golpe constitucional.
Allí el reto histórico, decidir entre
la barbarie política que piensa que estamos en el siglo XIX, con un partido de
fanáticos, de gente manipulada y de financistas enchufados, dispuestos a todas
las argucias para perpetuar el robo y la desolación, o enfrentar el siglo XXI
con un verdadero espíritu solidario, con sus prioridades puestas en un pueblo
ávido de cambios.
Instalar una asamblea paralela,
inexistente en nuestra Constitución, nombrar defensora pública a Susana
Barreiros, jueza inmoral que condenó sin pruebas al líder opositor Leopoldo
López, más el nombramiento de 13 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia fuera
del periodo de sesiones ordinarias, sin cumplir con lapsos, requisitos y
procedimientos, constituyen un atentado a los derechos de la ciudadanía y de la
institucionalidad, medidas proporcionales al escaso tamaño democrático de
Cabello.
El círculo se cierra sobre el fenecido
Presidente de la Asamblea roja rojita, teme las que debe, Maduro tendrá que
decidir cómo pasar a la historia. O sigue la desesperada carrera de Diosdado
por mantener su influencia, que dicho sea de paso será siempre con la esperanza
de desplazarlo, o asume su responsabilidad y evita el apocalipsis.
Lo ilegal quedará sin efecto, lo no
previsto en la Constitución ni siquiera existe, se avecina una confrontación.
Proclama Diosdado y probablemente tiene razón, rápida y definitiva en defensa
del orden jurídico y contra la inmoralidad, la deshonestidad y la corrupción.
No queda otra, para eso se tiene el respaldo mayoritario del pueblo y los
cuerpos militares institucionales dirán la última palabra.
La lucha en Venezuela apenas comienza,
las intenciones del gobierno están a la vista, la Unidad Democrática tendrá
necesariamente que tomar decisiones políticas difíciles, el apoyo internacional
será primordial para la acción nacional, pero debemos estar conscientes de que
habrá un precio, la guerra inevitablemente tiene un costo.
Quizás algunos comprendan que de seguir
ese rumbo, la solución con menos traumas para Venezuela será sacar esposados a
los delincuentes que prefieren destruirla antes de aceptar su derrota, aquellos
que pretenden mantenerse decidiendo de manera ilegítima y contra la voluntad
nacional.
Las brujas de rojo guardan silencio, ni
siquiera defienden su actuación dentro del CNE, se encuentran entre la espada y
la pared, obligadas a aceptar por disciplina partidista que la oposición tenía
una remota opción de cometer fraude y confirmar que ellas la tuvieron siempre.
La verdad es que siempre violaron la neutralidad a que estaban obligadas, solo
que esta vez la avalancha fue tal que les impidió actuar como acostumbraban.
Los venezolanos votamos por que se
abandone un proyecto político fracasado, aspiramos resolver los problemas
económicos y sociales, los que hoy actúan solamente para defender sus
privilegios se autoexcluyen de la mayoría del país. La revolución bolivariana
se encogió al tamaño de la inteligencia de Maduro, se volvió cínica y turbia
como la dimensión de los narco-generales y demás sobrinos, se ensució como la
conciencia de los jueces que condenan inocentes y se mostró cruel y asesina
como los mercados vacíos, farmacias sin medicinas y las balas asesinas de las
bandas y colectivos bolivarianos.
Yo apuesto hoy por una celebración
navideña llena de esperanza, por una Venezuela mejor que sea producto de la
experiencia acumulada, de la lección aprendida por tantos errores. Militares,
políticos, empresarios, trabajadores, estudiantes, todos rechazamos la
confrontación promovida por los voceros oficiales del régimen.
Sus últimas actuaciones evidencian la
agonía del monstruo, los consejos de los Castro no funcionan, en realidad solo
eran útiles para que ellos pudieran obtener beneficios. Sin embargo lograron
sumirnos en la inflación más alta del mundo, hicieron estrago con todo,
comenzando con las empresas del estado, nos dejaron sin agua, luz, comida,
medicinas, transporte y sin materias primas.
Lo que no se robaron lo regalaron. Los
herederos presidenciales, los enchufados, los chulos latinoamericanos, las
Farc, los Hezbollah, ex maridos y ex mujeres fueron los beneficiarios
privilegiados de contratos, expropiaciones, ayudas financieras y dólares
preferenciales.
Crecieron aprovechando el poder,
mientras el pueblo vivía muriendo. Superarlo implica un gran consenso que reúna
sectores, instituciones, centros de estudio, profesionales y militares, que
establezcan las bases de una reconciliación nacional necesaria para reactivar
la economía, recuperar la institucionalidad y el orden jurídico y para comenzar
a ocuparnos de los más necesitados… que así sea.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
Venezuela Futura
Francia
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