Cuando el triunfo
tiene sabor a reto, se inicia el sempiterno peregrinar por los avatares y
tropiezos de tan serpenteante camino a recorrer. Las triquiñuelas tras la
victoria opositora desgastaron el escepticismo de una población que exige un
cambio inmediato de rumbo de esta descascarada economía de lo inhumano.
Esta vez los regalos
navideños no se anidaron debajo de un árbol en mi casa familiar. Ni se edificó
una descolorida carta a papá Noel o se desentendió de la realidad nacional como
muestra de un desaprensivo sentimiento de resignación.
Este año la familia
se arremolinó frente al pesebre con las esperanzas puestas en ebullición. Al
proclamar el nacimiento del niño Dios, con un rosario de agradecimientos,
agrandamos el espacio del salón donde se encuentra la hermosa escenificación de
tan trascendental acontecimiento, con la firme esperanza de un acontecer
distinto en los tiempos por venir.
Deslastramos en ese
momento los toscos augurios de un economía atroz para 2016 o si se caerán a
trompadas los diputados electos con un insano contingente de partidarios del
gobierno el próximo 5 de diciembre, cuando por acción constitucional se inicie
la nueva Asamblea Nacional.
Ese momento especial
se dejó para la paz y la impecable consideración de contar con un país distinto
desde el primer día del año. No es una engañosa y exagerada muestra de haber
acabado con todos los problemas, pues Venezuela sigue constipada por la
lamentable hegemonía del comunismo a destajo. La intención es recrear la fe
prodigiosa por haber dado el primer paso en el a veces estrecho camino de la
justicia.
Nuestra nación está
trizada por 17 años de desventuras. Las patéticas acciones por desconocer la
voz del pueblo por parte de los diputados vencidos del partido de gobierno, al
juramentar cargos, nombrar magistrados y anunciar violencia para evitar la
activación del nuevo parlamento, sólo sirve para comprender los desafectos sentidos
por los ciudadanos y cómo ya estos asalariados de la corrupción carecen del
apoyo popular.
El desconcierto
generado por la derrota del 6 de diciembre y el no poder activar su tramposa
maquinaria de fabricación de votos en las horas inapropiadas del proceso, los
ha aturdido en tal grado, que no atinan a comprender la importancia de un
viraje en estrategias y sólo se desviven en amenazas y constipaciones hacia el
propio pueblo.
Resulta una canallada
que el Gobierno beneficiara en el último trimestre del año, a dos mil abuelitos
con la pensión Amor Mayor en el Zulia y
en diciembre fueran sacados del listado para no percibir el beneficio,
violentando flagrantemente los derechos humanos de las personas de la tercera
edad. Sólo lograron cobrar el mes de noviembre.
También terrible se
observar el despojar de taxis otorgados y hasta el despido en instituciones
públicas por considerar que pudieron votar en contra del Psuv. Sobrepasar la
cifra de récord de la desvergüenza les habrá costado tu tanda de esfuerzos desmesurados
por la destrucción. Hasta superamos en cantidad de presos políticos a Cuba, con
65 entre rejas y doce en arresto domiciliario, mientras la isla caribeña sólo
añade 60 a su cuenta en este momento.
A pesar de tan
retorcida lista de este sistema de empobrecimiento nacional y un vaticinio
preocupante de una economía peor a la de este año, observo un firmamento de
cambios como si estallase una andanada de fuegos artificiales de esperanzas,
alumbrando el sendero de colores fulgurantes, pues Venezuela no será la misma a
partir de 2016.
José Luis Zambrano Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Zulia – Venezuela
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