martes, 29 de diciembre de 2015

LUIS F. JARAMILLO R., LAS PARLAMENTARIAS DESLEGITIMARON EL GOBIERNO DE MADURO

La jornada vivida en el país en las elecciones fue toda una lección de doctrina política sobre le fuente, conservación y ejercicio del poder

La jornada vivida en el país en las elecciones parlamentarias fue toda una lección de doctrina política sobre la fuente, conservación y ejercicio del poder, que dejó perplejo a más de uno de los que consideraban impensable que el CNE se vería constreñido a reconocer el triunfo electoral de la oposición. Conocer la naturaleza del poder político, más allá de la escenificación que de éste hacen, quienes lo ejercen, para mantener atados a él a sus gobernados, es esencial para el cabal ejercicio de los derechos políticos de los ciudadanos. 

Pero también, si la política, como se ha dicho, es el medio para acceder al poder y mantenerse ejerciéndolo, el conocimiento de su fuente y naturaleza es indispensable tanto para quienes lo detentan como para quienes aspiran a detentarlo.

La cuestión fundamental de la política: el poder, tiene su base en la obediencia. Esa es, en esencia, la fuente del poder político. No sería posible ostentarlo si no  se contara con la obediencia de los ciudadanos, tanto de los gobernados como de todo los integrantes del andamiaje de la administración y de otras instituciones públicas que constituyen la estructura que le sirve de sustento: burocracia, fuerzas militares, policías, cárceles, etc. Ya en el siglo XVI, un joven francés, estudiante de abogacía de la Universidad de Orleáns, Étienne de La Boétie (1530 -1563), que produjo uno de los textos fundamentales de reflexión sobre la libertad, consideró como tema central de éstas, el problema de dilucidar  las razones de la obediencia voluntaria de los muchos a aquel que detenta el poder.

En el siglo en que se construyeron los cimientos del llamado "antiguo régimen" del absolutismo monárquico francés, en el reinado de Francisco I, que dio origen a la tiranía que condujo a la revolución francesa, La Boétie, en un ensayo titulado Discurso sobre la servidumbre voluntaria, que llega a nuestros días luego de muchas peripecias, en su tiempo, vinculadas con la censura, se planteó como inquietud esencial desentrañar el por qué los hombre se someten a los tiranos cuando, de unirse, podrían alcanzar rápidamente su liberación. "Si un tirano es un solo hombre y sus súbditos son muchos –se preguntaba- ¿por qué consienten ellos su propia esclavitud?". Ante esta interrogante, La Boétie, alentaba la "derrota de manera automática" de la tiranía si los hombres se niegan a tolerar su propia esclavitud.

En las sociedades modernas el tema de la obediencia, que tanta preocupación despertó en el joven francés, se vincula a la cuestión de la legitimidad la cual justifica la autoridad que ejerce, sobre todos los demás, quien detenta el poder político. ¿A quién obedecer? y ¿Por qué obedecer? Son preguntas que vienen respondidas aludiendo a la cuestión de la legitimidad del poder.

El poder democrático es legítimo, produce  subordinación voluntaria tanto de los gobernados como de los integrantes de la estructura que le sirve de sustento, cuando tiene su origen en la voluntad popular y es ejercido conforme a principios éticos y jurídicos que constituyen valores de común aceptación por los miembros de la colectividad. A ello agrega Max Weber, la que llamó la legitimación carismática  que es aquella que obtiene la subordinación de  la fascinación o encanto que ejerce, sobre las demás, quien detenta el poder.

En la jornada del 6D, extinguida, por la muerte de Hugo Chávez, la subordinación voluntaria de las mayorías basada en el carisma  de éste, se produjo  la deslegitimación del poder ejercido por Maduro, debido a la constatación, fuera de toda duda, del rechazo a su mandato expresado por la amplia mayoría de los venezolanos, quienes con su voto retiraron la obediencia al poder que ha venido ejerciendo, negándole aquiescencia  a que continúe gobernando, al propinarle una derrota electoral de tal magnitud que puso en manos de la oposición una mayoría calificada superior las dos terceras partes  de la Asamblea Nacional. Por tan rotundo pronunciamiento electoral de los gobernados, que resultó un rechazo plebiscitario al gobierno-Maduro y le despojó  de su  legitimación,   los integrantes de las  instituciones que conforman la estructuras del poder políticos, como es el caso de las fuerzas armadas, pudieron sentirse liberados de la obediencia debida al gobernante y desconocerla, tal como lo hicieron, tanto más  cuando que les fue requerida para que secundaran el desconocimiento de la voluntad popular expresada en la urnas.

Cuando se produce el pleno reconocimiento de que el poder político ya no sustenta  su autoridad en  la legitimidad de su mandato, como ocurrió con los resultados de la reciente contienda electoral, los pilares sobre los cuales descansa el régimen comienzan a desmoronarse porque no  es lo mismo restearse por un gobierno que se encuentre asistido con el respaldo mayoritario de la población que secundarlo en sus desmanes cuando es rechazado por la voluntad popular.

Es por ello que el grave conflicto de poderes al cual parece arrastrarnos  la irracional agresividad con el Presidente de la República ha reaccionado, después de haber reconocido y aceptado el triunfo de la oposición,  se resolverá –esperamos que de manera incruenta- en favor del que, además de haber recibido el masivo respaldo de la población, se mantiene apegado a los principios y valores que configuran la consciencia democrática de los venezolanos

Luis F. Jaramillo R.
luisfjaramillor@gmail.com
@JaramilloR
Caracas - Venezuela


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