Este año se va y el
otro ya está cerca. Las galaxias
continuarán pariendo estrellas y la mano
de Dios seguirá marcando los caminos infinitos bajo los deseos de un mismo
sueño. Qué reconfortante es el abrazo
compartido. Los venezolanos -quizás más apegados a las costumbres
religiosas- hacemos del abrazo un motivo
para expresar lo que deseamos para las personas de nuestro afecto o a alguien
imborrable en nuestras emociones. El
abrazo es más expresivo que las palabras en el momento de una despedida o el
reencuentro de una ausencia. El más
impactante y de mayor fuerza es el abrazo luctuoso por el contacto de dos
pechos que al juntarse aceleran el latir de dos corazones invadidos por la
tristeza.
Es de vieja tradición
la última campanada que nos anuncia el adiós del viejo año en medio de abrazos
y el brote de una que otra lágrima del llanto empapado de ternura, pero también
con una carga de esperanza y promesas de futuro. Los que ya no están con nosotros en esa
última noche de alegría y acento
de tristeza, constituyen una prueba de
que la vida no es tan larga para
derrocharla, y que todos los minutos cuentan para el balance de sembrar el bien
y hacerse acreedor al respeto.
Construyamos, con la tristeza del que se nos fue, un rosario de
recuerdos para ofrendarlo a su memoria.
Hay que cruzar la frontera del nuevo año con un bagaje de ilusiones,
exteriorizando nuestra voluntad de nunca desviarnos de la protección de la providencia.
Son muchas las tareas
y responsabilidades que debemos cumplir en nuestro paso terrenal y más si somos cabeza de familia. Valorar el comportamiento es, realizarse en
los actos de la vida; hacer de la
prédica una conducta, es construir futuro.
Quiero compartir mi
abrazo: feliz año. Quiero que juntos
sembremos la semilla que habremos de cosechar en el patio grande de nuestra
patria, buscando ser más unidos. Quiero
que mis plegarias se hagan sentir en lo más lejano y que los deseos tuyos y míos florezcan
con esa sensibilidad que más nos identifica
frente al niño sin juguete o el abandonado en la calle por la indiferencia de
la injusticia. Quiero que nuestra
oración llegue hasta los oídos que escuchan y los ojos que miran del santo
Dios, en el cual creemos y siempre lo
llevamos con devoción y esperanza.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela
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