lunes, 14 de diciembre de 2015

LUIS GARRIDO, EL PRIMER PASO

Aquello fue la rebelión de un pueblo enardecido, el desahogo de las calamidades reprimidas.  Fue el descontento exteriorizado de forma  pacífica, pero dispuesto a ponerle punto final a lo que no es solo rechazable por mal gobierno  sino a la pretensión de  quienes se han creído dueños de la voluntad de los venezolanos, pretendiendo  convertirlos en  prisioneros de su depravación  política.  Este es el primer paso. La campanada de alerta, el fin de las orgías y los viajes familiares "de los capitostes del régimen".  De aquí en adelante Maduro  vivirá sus trasnochos, sobresaltos y soledades: sufrirá el desengaño frente a la deserción de esa  legión de cómplices saltando del  barco en desesperada carrera.   

 La victoria trae un mensaje de reconstrucción de la Venezuela democrática, libre y soberana con valores y justicia social;  llegó para poner al servicio del pueblo un parlamento que le inspire confianza, por lo que significa la conformación de hombres y mujeres que antepongan los intereses del país antes que los suyos propios;  un parlamento que se eche al hombro la responsabilidad de colocar en lo alto a la Venezuela hoy mal vista por ese  mundo exterior,  donde la democracia es el soporte del desarrollo y el progreso;  un parlamento que con leyes claras le dé seguridad al capital privado, sin riesgos ni vicios de enriquecimiento fraudulento. 
Para el gobierno no fue sorpresa, ellos lo sabían y nunca lo ocultaron en su desespero.  De allí el recrudecimiento de las medidas represivas, la aceleración de los juicios contra los líderes de la oposición mediante encarcelamientos y la inhabilitación de sus derechos políticos.  A su manera, conformaban la mayoría para objetivos que aunque violentaban la legalidad  lograban  el fin perseguido;  porque la actitud represiva y grosera del   capataz de aquella hacienda, imponía a fuerza de atropello lo acordado entre las paredes de Miraflores. El trato era irrespetuoso, se silenciaba la voz opositora, se negaba caprichosamente el derecho a disentir;  esa era la Asamblea Nacional de la revolución, la que sirvió de asiento a la corrupción de los poderes, la que se prestó para las tropelías arbitrarias del régimen. 
Digamos que eso ya es historia del pasado.  La tarea ahora es legislar con visión de patria grande;   lavarle la cara a nuestro país de tanto lodo, de tanta degradación política.  Lo que queda por delante es exigente, pero tendrá la respuesta que espera el pueblo.    
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr

Carabobo - Venezuela 

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