Aquello fue la
rebelión de un pueblo enardecido, el desahogo de las calamidades
reprimidas. Fue el descontento
exteriorizado de forma pacífica, pero
dispuesto a ponerle punto final a lo que no es solo rechazable por mal
gobierno sino a la pretensión de quienes se han creído dueños de la voluntad de
los venezolanos, pretendiendo
convertirlos en prisioneros de su
depravación política. Este es el primer paso. La campanada de
alerta, el fin de las orgías y los viajes familiares "de los capitostes
del régimen". De aquí en adelante
Maduro vivirá sus trasnochos,
sobresaltos y soledades: sufrirá el desengaño frente a la deserción de esa legión de cómplices saltando del barco en desesperada carrera.
La victoria trae un mensaje de reconstrucción
de la Venezuela democrática, libre y soberana con valores y justicia
social; llegó para poner al servicio del
pueblo un parlamento que le inspire confianza, por lo que significa la
conformación de hombres y mujeres que antepongan los intereses del país antes que
los suyos propios; un parlamento que se
eche al hombro la responsabilidad de colocar en lo alto a la Venezuela hoy mal
vista por ese mundo exterior, donde la democracia es el soporte del
desarrollo y el progreso; un parlamento
que con leyes claras le dé seguridad al capital privado, sin riesgos ni vicios
de enriquecimiento fraudulento.
Para el gobierno no
fue sorpresa, ellos lo sabían y nunca lo ocultaron en su desespero. De allí el recrudecimiento de las medidas
represivas, la aceleración de los juicios contra los líderes de la oposición
mediante encarcelamientos y la inhabilitación de sus derechos políticos. A su manera, conformaban la mayoría para
objetivos que aunque violentaban la legalidad
lograban el fin perseguido; porque la actitud represiva y grosera
del capataz de aquella hacienda,
imponía a fuerza de atropello lo acordado entre las paredes de Miraflores. El
trato era irrespetuoso, se silenciaba la voz opositora, se negaba
caprichosamente el derecho a disentir;
esa era la Asamblea Nacional de la revolución, la que sirvió de asiento
a la corrupción de los poderes, la que se prestó para las tropelías arbitrarias
del régimen.
Digamos que eso ya es
historia del pasado. La tarea ahora es
legislar con visión de patria grande;
lavarle la cara a nuestro país de tanto lodo, de tanta degradación
política. Lo que queda por delante es
exigente, pero tendrá la respuesta que espera el pueblo.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario