Si
me hubiesen preguntado el 7D, ya conocido el triunfo por mayoría calificada de
la MUD, mi pronóstico sobre la conducta que asumiría Maduro frente a semejante
descalabro político, habría respondido que imitaría a su gran maestro. Actuaría
con una actitud conciliatoria, anunciándole al Pueblo que se reuniría con la
nueva mayoría en aras de buscar entre todos una solución a esos graves
problemas que lo aquejan. Pensé incluso que buscaría como descargar, sobre la
fracción recién electa, la mayor parte que pudiera del ineludible costo
político resultante de aplicar las medidas económicas que, muy peligrosamente,
se han venido difiriendo. Que involucraría a los nuevos actores del poder
nacional, por ejemplo, en la concertación de medidas como el ineluctable
aumento de la gasolina. Esto sería lo inteligente.
Sorpresivamente,
para mí, su conducta ha sido la diametralmente opuesta. Ya sé que muchos se
preguntarán de qué me sorprendo que su reacción no haya sido lo inteligente que
esperaba, pero debo reconocer lo estupefacto que me he sentido ante tanta
aparente torpeza. Después de todo, sigue siendo un jefe de estado al cual
imagino rodeado de un abultado cuerpo de asesores. Voces importantes dentro del
Chavismo han querido marcar prudente distancia de su destemplada reacción,
verbigracia el gobernador Ameliach quién procuró, rápidamente, diferenciarse
mediante unas declaraciones que fueron tituladas en la primera página de
Notitarde.
No
es desestimable entonces, que uno se dedique a indagar sobre escenarios que
causalmente pudiesen estar alimentando a la conducta de Maduro, considerando
las graves consecuencias para el país que pudieran sobrevenir de ese “choque de
trenes” que permite avizorar su, aparentemente, incomprensible reacción. Esa
feliz metáfora, por su poder descriptivo, fue utilizada por uno de los
participantes en el interesante “Cofee&Politics” que, recientemente (10D),
organizara el Observatorio Venezolano de las Autonomías para analizar los
escenarios políticos posibles con posterioridad al 6D. Un excelente intercambio
de opiniones del cual me queda, vívidamente, retratada en mi cerebro esa
gráfica, y al mismo tiempo trágica, visión que he decidido apropiármela para su
reutilización en este texto.
En
el escenario de la torpeza en sí misma que conduce inexorablemente al choque de
trenes, me imagino a un jefe de estado ensoberbecido, enfurecido, encolerizado
y ya un tanto enloquecido, que no le hace caso a nadie y sólo escucha a un
reducido círculo de aduladores que son como espejos en los que se recrea la misma lógica del jerarca mayor. Se me ha
hecho inevitable recordar al Calígula de Albert Camus, interesante obra llevada
al teatro por primera vez en Paris en 1945 y que ojalá algún grupo llevara a
representación aquí en Venezuela. En ella: Cherea, el cónsul que encabezará la
conspiración para asesinarle al final de la obra, dice: “está convirtiendo su
filosofía en cadáveres y, desafortunadamente para nosotros, es una filosofía
que es lógica desde el principio hasta el fin”.
En
este escenario, Maduro, simplemente, le da continuidad a su lógica. Según la
cual: la tragedia económica y social que ensombrece al país no es de su
responsabilidad. Es causada por una guerra económica emprendida por los que
ganaron. Se salieron con la suya. Ahora la detendrán, para hacer cumplir la
consigna del Cambio. Anunciaron que acabarían con las colas, veremos si pueden.
Y aunque parezca mentira, hay mucha gente que confía en que milagrosamente se
dé el cambio como consecuencia de los resultados del 6D. Nada más fantasioso.
La
otra lógica, la que nos ha venido empujando hacia el precipicio guajiro sigue
su curso. Para ella nada ha cambiado, el 6D ha sido un día como cualquier otro.
Su acción perniciosa continúa. En ese rabioso “veremos si pueden”, Maduro se
contradice. Además, casi nos insinúa que se opondrá a que puedan y por lo
tanto, con su conducta, nos condena a todos a sufrir en los inicios del 2016
una crisis humanitaria de pronóstico reservado. No tomará medidas: para qué, de
acuerdo a su lógica. Dedicará la mayor parte de su tiempo a la contraofensiva
política. En medio de una crisis humanitaria; habiendo transcurrido el 6D y la
temporada navideña, fechas disuasivas de cualquier estallido social; con un
choque de poderes, recreado a través de todos los medios de comunicación, que
nada le significará al Pueblo en cuanto a la resolución de sus problemas
severamente agravados: ¿qué es lo que puede ocurrir? Que Maduro tendrá que
salir.
¿Será
una salida canalizada a través de la Asamblea Nacional como ocurrió en Ecuador
con Bucaram? Percibo que la profundización de la crisis no dejará espacio para
paciencia alguna en la espera de la resolución de un conflicto entre poderes
entrampado en vericuetos judiciales (tampoco para iniciativas como una nueva
constituyente). Mucho me temo que como sucedió en el evento electoral,
versiones más o versiones menos edulcoradas, un sector militar tendrá que volver
a hacer el papel del gendarme necesario. Se produciría una transición tutelada
por dicho sector.
El
escenario es tan previsible, que me siento como el alumno que resuelve en un
examen un difícil problema mediante una solución tan sencilla, que ésta le hace
dudar y sentirse inseguro de haber acertado. De esta duda provienen los
adjetivos y adverbios que he usado con anterioridad para referirme a la
posibilidad de una torpeza que parece pero no es. ¿En verdad la reacción de
Maduro responde simple y llanamente a torpeza de su parte? ¿O se corresponde
con un plan estratégico más elaborado que involucra una torpeza aparentada de
parte de quien ha aceptado sacrificarse políticamente en aras de un objetivo
superior?
La
respuesta a tales interrogantes sólo podría aportarse disponiendo de un mayor
conocimiento de la naturaleza de la
transición que se produciría. No elucubro más, ni tengo espacio, pero a mí me
pone sospechoso y hasta nervioso tanta insistencia en exhibir torpeza. En el
interín, cabe destacar el activismo opositor a Maduro dentro de las fuerzas del
Chavismo. Ha comenzado a rugir con feroz vocerío. El mensaje es claro: Maduro
no es Chávez. El legado de nuestro comandante no se toca. Y como ese legado,
por facilismo, tampoco ha sido combatido por la Oposición como lo mereciera (en
el actual momento se cumple la ecuación que la Oposición es igual a la MUD):
ocurre ante nuestros propios ojos que ya la adoración a Chávez ha iniciado su
efervescencia cuando, ni siquiera, hemos comenzado a salir de las tinieblas en
las que nos sumió. ¡Cuidado!: ¿Qué tal una transición corta y negociada que le
entregue a la Oposición el desafío de desenredar tan complejo entuerto como lo
es la crisis de este país? Para nadie es un secreto que el camino será un
calvario para las grandes mayorías y a la vera estaría el Chavismo, como caimán
en boca de caño, esperando una próxima elección para su pronto regreso al
poder.
Nota
Final: La primera parte de este artículo contiene una síntesis de lo expuesto
por mí en el “Cofee&Politics” ya mencionado. La última parte corresponde a
una velada elucubración de las tantas que se pudieran hacer.
Asdrubal
Romero
asdromero@gmail.com
@asdromero
Madrid
– España
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