Hay ciertos
personajes que ahora opinan como si hubiesen estado libres de pecado en los
grandes desaguisados nacionales, y lo hacen como si el país fuera una caja de
Pandora que se puede manejar con improvisaciones y sorpresas. ¡No aprenden! No terminan de entender que la
población sufre penurias sin precedentes, que todas las instituciones están
deshilachadas y ha llegado la hora de ser reflexivos.
Inmediatamente después de conocidos los
resultados electorales del 6 de diciembre, luego de la borrachera de gloria que
nos envolvió a todos, vimos signos inquietantes de inmadurez en ciertos
aprendices de diputados que todavía no saben cuál es la función de la Asamblea
Nacional. Empezaron a hablar como si la AN pudiera asumir las funciones del
Ejecutivo y, por supuesto, de manera simultánea vimos la testarudez ramplona de
Diosdado Cabello y de Nicolás Maduro.
Asimismo, las redes
sociales se inundaron de comentarios a favor y en contra de los aspirantes a la
presidencia de la AN. Claro, hubo también algunos inteligentes, ponderados, que
llamaban a la tranquilidad, como debía ser.
Poco después el canal
chavista Globovisión difundió una entrevista a Henry Ramos Allup, en la cual
saltaban a la vista su dominio de la materia constitucional, la madurez
política, la inteligencia, cultura y capacidad para debatir de manera reposada,
sin las estridencias y exclusiones características de la vida venezolana de los
últimos 17 años. ¿Quién tiene mejores credenciales? Es posible que lo haya pero nadie sabe quién
es ni dónde está. ¿Quién tiene mejores habilidades para la negociación
política? Deberíamos aceptar que eso no
se produce ni de la noche a la mañana, ni crece en todas partes como la hierba
mala.
Por lo demás, hay
quienes descalifican a Ramos Allup por adeco, porque encuentran en AD el
símbolo de lo que una vez hubo en el país y nunca más deberá volver. Ahh, pero olvidan algo elemental: el país
vive un delicado momento que reclama un líder preparado en las artes
parlamentarias, con probada habilidad para la negociación política, corajudo,
capaz de aguantar ataques sin perder la paciencia y de poner en su sitio a los
afectados por cualquier variedad de sarampión. Alguien que inclusive no
despierte celos entre los aspirantes a suceder a Nicolás Maduro en Miraflores.
Por ahí circula,
además, la tesis de que la presidencia de la AN debería rotarse, cosa saludable
pero nada extraña, porque su directiva se elige para períodos de un año. Más
aún si quien ejerza el cargo incurriera en impudicias, pero, por supuesto,
llama la atención el hecho de que los enemigos de la vieja política no hubiesen
esgrimido las banderas de la no reelección para otras posiciones como la
Presidencia de la República y las gobernaciones y, por qué no, para de sacar de
juego a esos candidatos presidenciales eternos, desbocados, propietarios de una
cadena meteduras de pata monumentales. ¿Por qué no pensar en candidatos
presidenciales nuevos, distintos, preparados?
Ricardo Escalante
ricardoescalante@yahoo.com
@opinionricardo
Texas - Estados Unidos
suscribo totalmente su postura.
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