En un artículo
anterior habíamos advertido que el PSUV se acercaba a una derrota de serias
consecuencias, y hoy lo apreciamos a la luz de los devastadores resultados
electorales del 6D, que ponen en evidencia la debacle del modelo inaugurado por
Chávez hace 16 años.
Más de dos millones
de votos de diferencia, 57 diputados menos que la oposición hablan de la
monumental paliza que recibió el chavismo, sin comentar que la MUD cuenta con
mayoría calificada.
El comando
cívico-militar de la revolución, como gusta a Maduro llamar pomposamente a los
jefes de la revolución, fueron ridiculizados por los ciudadanos venezolanos que
acudieron a votar. Dos de sus más encumbrados jefes militares, Ameliach y
Cabello, saborearon el amargo sabor de la derrota; otros como Vielma Mora,
Arias Cárdenas, Carneiro, Rangel G. y Mata Figueroa se atragantaron de la misma
pócima que le dispensaron los ciudadanos.
Maduro a casi una
semana de los resultados cree que aun anda en campaña electoral, sigue sin dar
debida lectura a lo ocurrido el 6D. El jefe de del Comando de Campaña pareciera
requerir de alguno de sus colegas para superar el veredicto popular.
El PSUV necesita
realizar una profunda evaluación de su derrota, revisar sus políticas y, en
particular, redefinir el modelo económico fracasado y derrotado por los
venezolanos. La actual dirigencia no puede seguir fundamentado su fracaso en
ficciones, en guerras inexistentes como la económica. No pueden seguir
hablándole al vacío y a la nada; los seguidores, que por lo pronto se mantienen
fieles, exigen explicación sobre temas que los afectan directamente: la inflación,
el desabastecimiento, la delincuencia, entre otros graves problemas claramente
terrenales.
El Capitán Ameliach,
aun cuando derrotado en Carabobo, eleva una sincera reflexión cuando señala:
“…los resultados desfavorables deben pecharse a los dirigentes de la
Revolución.” Esta posición puede ayudar a reorientar la política y el ejercicio
de gobierno que aún lo ejerce el sr. Maduro, quien, al parecer, sigue bajo los
efectos anestésicos de la derrota y no logra percibir la realidad tal cual ella
es.
A Maduro hay que
ayudarlo a despertar y a entender que sigue siendo el jefe de gobierno, que el
desastre y las razones por las que el
pueblo votó contra él son de su propia responsabilidad y no puede esconderse ni
huir de las atribuciones y responsabilidades que la Constitución le otorga.
Los gritos y
chillidos no aliviaran la derrota. Insistir en la política desarrollada hasta
ahora tampoco espantará un nuevo fracaso. Mantener tercamente el modelo
económico solo avizora el fin del PSUV como opción política.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas- Venezuela
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