El peligro que reviste al ámbito de la política cuando su ejercicio se reduce a observar y analizar escasamente las formas, está siempre latente. Sobre todo, en gobiernos que actúan aferrados a populismos disfrazados de democracia.
Desde los griegos,
siempre ha habido un desmesurado interés por nivelar la discusión que se da a
consecuencia de la distancia o semejanza que existe entre el poder y el deber.
Por ese vía de análisis, llegó la filosofía a darle impoluta importancia a la
necesidad de zanjar diferencias entre el “poder ser” y el “deber ser”. Así, más
luego se cayó en cuenta de discrepancias que se establecen entre “existir” y
“no existir”. Aquello que reza “existo porque vivo”, dio origen a incontables y
significativos argumentos que defendían o acusaban posturas relacionadas entre
la “realidad vivida” y la “realidad percibida”. La epistemología de la ciencia,
de igual modo, se arrogó el suficiente empeño conceptual para debatir el
problema entre “la forma y el fondo”. Justamente en el terreno donde estas
consideraciones adquieren sentido, se instala la complejidad que asalta el
análisis de distintas cuestiones bajo las cuales se ocultan verdades que
sustentan las razones que mueven al hombre para actuar en función de alguna de
las opciones que tiene ante si. Fundamentalmente, para coadyuvar, desde las
distintas posiciones ideológicas que se manejan, al reacomodo de sus intereses
o ubicación de sus necesidades. Indistintamente de la naturaleza de las mismas.
Vale esta explicación
para entender la fuente que ha inspirado al hombre, históricamente hablando, a
otear la circunstancias que han de trazar la ruta política a recorrer con la
intención de reconocer qué trampas pueden obstaculizar su paso. Así podrían
comprenderse, claramente, las maniobras del contrincante o adversario. O lo que
hay oculto tras ciertas formalidades, denominadas con suma elasticidad
oportunista, “democráticas”. Particularmente, si tales formalidades sirven de
mampara o trinchera a viscerales pretensiones, mejor conocidas por sus
arrebatos antidemocráticos.
En el fragor de tan
inicuas realidades, es posible dar con otros hechos que igualmente pueden
valerse de acartonadas apariencias para disfrazar insípidas intenciones. Pero
que sin embargo, pueden confundir al analista político distrayendo su atención
ante problemas de mayor resonancia y contundencia. He ahí el peligro que
reviste al ámbito de la política cuando su ejercicio se reduce a observar y
analizar escasamente las formas. De manera que lo que toca el fondo de las
realidades, es descuidado generándose así serios estragos que irremediablemente
repercuten en el devenir de los procesos sociales que movilizan al hombre en
sus más necesarias funciones.
Es cuando se suscitan
tiempos en que las insuficiencias y las carencias tiranizan situaciones que en
principio intentaron dominarse con el auxilio de métodos sociopolíticos. Pero
que han resultado demasiados lerdos o timoratos para superar las contingencias
que imponen las grandes crisis. Es ahí cuando el populismo se vale de engañosos
argumentos, pero que arreglados con la perversión de cada caso, abre el espacio
suficiente a lamentables episodios propios de la mejor y más repudiable
tradición demagógica.
Es así como las
realidades políticas van permitiendo el establecimiento solapado, o vulgarmente
descarado, de condiciones que conducen al despotismo, al autoritarismo. Así que
ante tan dramática razón, es imprescindible asumir conscientemente los riesgos
de continuar dejando pasar “por debajo de la mesa” peligrosas decisiones
tomadas al voleo por el alto gobierno sin que sentido político común alguno,
advierta sus consecuencias. Cuando los conflictos, aunque muchos puedan
resultar de necesaria incidencia, no se revisan en su verdadero fondo, las
realidades devienen en francos desajustes difíciles de lidiar o de evitar.
La palabra debe
imponerse por encima de lucubraciones de absurdo sentido y desmerecido
contenido. Si bien, a decir de Sun Tzu, entre la política y la guerra se tiene
un límite casi imperceptible, también entre la política y la guerra hay
múltiples formas de transformar los “molinos de viento” propias de ilusos
militaristas y roñosos politiqueros que, a juro, justifican decisiones de inadmisible
razón. Aunque todas alabadas, cuales logradas victorias épicas. Justamente, en
medio de tan obstinadas pretensiones, estos gobiernos de acendrada estirpe
populista y tiránica, no terminan de comprender que hay claras diferencias que
marcan los esfuerzos que exaltan motivaciones entre la política y la guerra.
VENTANA DE PAPEL
LUEGO DE ESTA CARTA,
BRINDEMOS… ¡SALUD!
Después de finalizar
otro año, siento enorme necesidad de escribirte. Las condiciones que hacen
girar la vida por tu causa, muchas veces no terminan de comprenderse. O pasan
desapercibidas entre tantos problemas que asedian momentos en que los
sentimientos se confunden a consecuencia de gruesas perturbaciones que asaltan
la consciencia.
Hermano Tiempo. Se
que todos, de alguna forma, te conocen por ratos. Sin embargo, dejo llevarme
por preguntas que algunos me hacen sobre quién o cómo eres. Y aunque no logro
responderlas de modo convincente, puedo manifestar que en algo contribuyo a que
otros te conozcan un tanto más o mejor.
Sin embargo, no es
nada fácil. Yo mismo, siento que cada quien llega a conocerte a su manera.
Todos tienen alguna idea de quién y cómo eres, sin necesidad de haberte visto
por lo escurridizo que eres. De lo que si estoy seguro, es que todos saben algo
de ti. Sin duda. A pesar de no conocer las virtudes que te hacen alguien muy
especial.
Tan atrevidos han
sido todas estas personas, que dicen que les pertenece ya que tienes las
cualidades exactas para sobresalir o hacer que tus criterios predominen todo
escenario. Aunque también quiero decirte que muchos de quienes has distinguido
con un trato de exquisita afabilidad, han malgastado lo que en buena lid le
brindaste. No se porqué con otros, te has mostrado tacaño. No se si es porque
advertiste que iban a derrochar lo que a bien le obsequiaste.
Hermano Tiempo. No
puedo callar preocupaciones que avivan el reclamo que hoy busco hacerte. Tiene
que ver con la oportunidad que le regalas a muchos que se muestran como
quienes, en verdad, no son. Me refiero a gente desalmada que vive apurada pues
sus fechorías requieren de la premura que indebidamente aprovechan para ocultar
condiciones que luego convierten en traiciones, subversiones o golpes bajos.
No es justo que tu
sentido de protección y amparo, no contemple una balanza para sopesar el efecto
de las acciones cometidas por ese tipo de persona. Sin embargo, debo reconocer
que eres un gran maestro. Lo malo es que castigas implacablemente a tus alumnos
sacándolos del aula de la vida. Otros, salen aplazados.
Hermano Tiempo. Al
borde de estos días que corren libremente, es propio cruzar alguna palabras que
nos permita continuar en sintonía no sólo con lo que nos rodea. También con los
afectos y expectativas que vivimos al momento de pensar en retribuirle al país
lo que en democracia adquiere valor. O sea, libertades para expresarnos,
disentir del otro con el respeto del caso, informarnos de lo que a nuestro
alrededor sucede. También, los derechos que nos asiste como individuos con
proyectos de vida propios.
Así pues querido
Hermano Tiempo, como se lo que eres para mi y tantos otros que igual parecen
conocerte, deseo pedirte que estos próximos doce meses de 2016, comprendas las
razones por las cuales rogamos a Dios que nos hermanemos cada día más y de
mejor manera. De esa forma, seguiremos haciéndonos notar. Yo como un venezolano
de buena voluntad. Tu, como esa poderosa energía inimaginable,
multidimensional, sobre la cual se mueve y adquiere sentido todo. Pero que eso
que se moviliza sujeto a tus dominios, sea, justamente, lo mejor de todo lo que
existe.
Que 2016, sea tiempo
de salud emocional, espiritual y física. Pero además, de mediación y
conciliación política. Sólo así demostraremos cuán grandes somos.
Luego de esta carta,
brindemos …..¡Salud!
“Mientras haya actitudes que, desde posiciones de gobierno, entiendan equivocadamente los trazados del desarrollo, seguirán habiendo poblaciones que confundan las vías hacia el encuentro con un futuro asociado a valores morales que dignifican el crecimiento político y personal del hombre en sociedad”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
EXCELENTE COMENTARIO DR MONAGAS. ESTAMOS A LA ESPERA DEL TRABAJO QUE LA NUEVA ASAMBLEA HARÁ PARA SACAR A VZLA DEL MEOLLO EN EL QUE LA LANZARON. SI PODEMOS, CARAJO!!
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