Iniciare con una
frase oriental “Deja de hacer el mal y comienza hacer el bien”, no creo que
exista venezolano, sin importar si es o no creyente de alguna religión o dogma,
que no sepa lo que está mal y lo que está bien.
Partiendo de esa
certitud quiero que como ciudadano reflexionemos en cuanto a la forma en como
hemos ido dando espacios a todo aquello indecente, deshonesto y mal hecho que
nos ha traído los lodos que hoy nos ahogan.
Desde el mismo
momento que entregamos confiadamente a personas o ciudadanos comunes pero
investidos por nosotros mismos con la autoridad para gobernar, dirigir y
administrar nuestra cotidianidad, colocamos en sus manos la decisión de vida de
nuestras familias.
Le hemos entregado la
política al Estado y nuestros intercambios de bienes al mercado, a partir de
allí ¿que nos ha quedado? Posiblemente apenas las relaciones entre nosotros
como ciudadanos, pues las políticas las deciden otros y lo que podemos adquirir
y que adquirir lo decide el mercado.
Recuperar la política
es decirle al Estado y al mercado que nos devuelvan el control sobre nuestros
vínculos y sobre nuestras decisiones y el primer paso para que esto ocurra de
manera beneficiosa para todos es anteponiendo la decencia a todo acto político
y de mercado.
Cuando en una
sociedad hay miseria, violencia, inseguridad y pobreza es porque claramente ha
fracasado la política y el mercado, y estos fracasan cuando intentan controlar
el bien (que por naturaleza somos), la decencia y la honestidad haciendo mal
las cosas.
Como ciudadanos
debemos recuperar el hecho ineludible de que la política y el mercado son
herramientas necesarias que el intelecto humano creo para relacionarse y
convivir en paz y opulencia, pero esto no puede ocurrir si la política y el
mercado actúan o son herramientas de deshonestos e indecentes que simplemente
traen necesidades e injusticias a la sociedad.
Debemos como
ciudadanos comprender que esos errores son nuestros, pues a ellos les hemos
entregado la decisión de nuestras vidas y formas de vivirla. No hay verdades
únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las
verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas. Como
ciudadanos podemos ver parte de la verdad y no reconocerla. Pero es imposible
contemplar el mal y no reconocerlo.
Ante la indecencia de
la política partidista y el mercado impúdico, vivimos una época opaca, donde
más que nunca “la moral y luces son nuestras primeras necesidades”. El Pueblo
hoy es apenas una definición constitucional que no tiene decisión o decide muy
poco.
Hoy la democracia
venezolana se ha vaciado de contenido. Se ha reducido al voto y la política
parece un juego de actores contratados para hacer mal un papel y que lo
critiquemos los ciudadanos. En cada elección nos inducen a creer que nos
jugamos la democracia en las leyes electorales, en quién podrá y quién no podrá
ejercer el voto, en el contenido de las constituciones, en el desarrollo de un
reglamento. Pero no es verdad. De nada valen la mejor ley electoral, la mejor
constitución, la inclusión política absoluta de todos los seres humanos que
viven en un territorio, si no hay una política decente y honesta para repartir
de manera igualitaria los derechos y las obligaciones de la vida compartida
como ciudadanos de este País.
Finalmente una
reflexión para iniciar este año de retos y posibilidades de cambios. La
indecencia y la deshonestidad duelen, la decencia y la honestidad te dan paz,
entonces pregúntale a tu dolor de donde viene, sino no lo haces, éste
sencillamente será improductivo y no lograremos el cambio de las políticas
partidistas y de mercado que como reto tenemos este 2016.
Seguimos nuestro
camino por un País de Ciudadanos recuperando la decencia y honestidad de los
municipios por y para sus habitantes.
Maximiliano Donat
maximilianodonat@gmail.com
Ong DeCiDo
@maxidonat
Miranda - Venezuela
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