miércoles, 27 de enero de 2016

CARLOTA SALAZAR CALDERÓN, TIEMPOS DE SOCIEDAD VIGILANTE

La sabiduría popular dice que en tiempos de abundancia se debe ahorrar, para los de escasez.  Esta máxima no la han oído los gobiernos en Venezuela, menos la mal llamada revolución. En efecto, Chávez basó su proyecto político en el petróleo y planificó en función de que tenemos una de las mayores reservas del mundo, por ello los planes de la nación se elaboraron en función de ello. ¡Craso error!  Así, comienza su mandato expropiando los sectores productivos para hacerlos improductivos, cero inversión para la producción y un discurso para mantener a las mayorías haciéndoles ver que ellos, consejos comunales y comunas,  iban a manejar la economía del país, cuando la intención era que todo el mundo dependa del Estado, la economía como instrumento de control social. 

El petróleo para los venezolanos ha sido una bendición y una maldición. Cuando comenzó su explotación a principios del 1900 con Cipriano Castro comenzó progresivamente el abandono de los campos, que concentró a la población en las grandes ciudades, acción que se deja ver en los cerros poblados de ranchos. Esta explotación produjo la invasión de extranjeros que explotaron a los nacionales sin consideración de ningún tipo, hecho criticado por los literatos como José Rafael Pocaterra y Rufino Blanco Fombona. Adquiere su esplendor en tiempos 1960 con la creación de la OPEP en Bagdad, bajo el rol protagónico de Juan Pablo Pérez Alfonso. En  1973, los Estados del Golfo Pérsico miembros de la OPEP decidieron aumentar sus precios un 70% y colocar un embargo sobre los países amigos de Israel (los Estados Unidos y Holanda) como consecuencia de la  Guerra de Yom Kimpur. Con este aumento Venezuela experimentó un incremento significativo en las utilidades por concepto de producción de petróleo, cuadriplicándolos.  Cuando Carlos Andrés Pérez promete usar los beneficios del petróleo para aumentar el empleo, combatir la pobreza, aumentar los ingresos y diversificar la economía. Por desgracia, los miembros de la OPEP habían estado violando las cuotas de producción y los precios del petróleo cayeron drásticamente de nuevo en la década de 1980, empujando la recesión. Desde siempre nuestras crisis económicas han estado asociadas al precio del petróleo. Esto es así porque no  ha existido una política petrolera dirigida a la inversión y diversificación de la economía en tiempos de abundancia, lo cual resumió Uslar, en una frase “Sembremos el petróleo”. Ahora, estamos no en crisis: a nivel de explosión social. Cuando el costo de producción es casi igual al valor del barril, sin hacer mantenimiento a lo  existente, ni dotación de lo necesario, por el contrario hurtan y depredan lo que hay. Los obreros van a sabiendas que pueden morir en un accidente por falta de medidas de seguridad. Lo mismo ocurre en el sector eléctrico e hidráulico por eso los apagones, días sin luz, sin agua, las aguas negras en las calles… 
 Ahora nos toca a los venezolanos recibir un país en la ruina económica, política y moral. Y digo a los venezolanos porque como sociedad debemos entender que esto ha pasado por nuestro silencio cómplice y nuestra incapacidad para, exigir, demandar y reclamar. Este déficit hay que suplirlo, ahora, y convertirnos en una sociedad vigilante de sus recursos y su calidad de vida.
Carlota Salazar Calderón
carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar

Anzoategui - Venezuela

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