La
sabiduría popular dice que en tiempos de abundancia se debe ahorrar, para los
de escasez. Esta máxima no la han oído
los gobiernos en Venezuela, menos la mal llamada revolución. En efecto, Chávez
basó su proyecto político en el petróleo y planificó en función de que tenemos
una de las mayores reservas del mundo, por ello los planes de la nación se
elaboraron en función de ello. ¡Craso error!
Así, comienza su mandato expropiando los sectores productivos para
hacerlos improductivos, cero inversión para la producción y un discurso para
mantener a las mayorías haciéndoles ver que ellos, consejos comunales y
comunas, iban a manejar la economía del
país, cuando la intención era que todo el mundo dependa del Estado, la economía
como instrumento de control social.
El petróleo para los venezolanos ha sido una
bendición y una maldición. Cuando comenzó su explotación a principios del 1900
con Cipriano Castro comenzó progresivamente el abandono de los campos, que
concentró a la población en las grandes ciudades, acción que se deja ver en los
cerros poblados de ranchos. Esta explotación produjo la invasión de extranjeros
que explotaron a los nacionales sin consideración de ningún tipo, hecho criticado
por los literatos como José Rafael Pocaterra y Rufino Blanco Fombona. Adquiere
su esplendor en tiempos 1960 con la creación de la OPEP en Bagdad, bajo el rol
protagónico de Juan Pablo Pérez Alfonso. En
1973, los Estados del Golfo Pérsico miembros de la OPEP decidieron
aumentar sus precios un 70% y colocar un embargo sobre los países amigos de
Israel (los Estados Unidos y Holanda) como consecuencia de la Guerra de Yom Kimpur. Con este aumento
Venezuela experimentó un incremento significativo en las utilidades por
concepto de producción de petróleo, cuadriplicándolos. Cuando Carlos Andrés Pérez promete usar los
beneficios del petróleo para aumentar el empleo, combatir la pobreza, aumentar
los ingresos y diversificar la economía. Por desgracia, los miembros de la OPEP
habían estado violando las cuotas de producción y los precios del petróleo
cayeron drásticamente de nuevo en la década de 1980, empujando la recesión.
Desde siempre nuestras crisis económicas han estado asociadas al precio del
petróleo. Esto es así porque no ha
existido una política petrolera dirigida a la inversión y diversificación de la
economía en tiempos de abundancia, lo cual resumió Uslar, en una frase
“Sembremos el petróleo”. Ahora, estamos no en crisis: a nivel de explosión
social. Cuando el costo de producción es casi igual al valor del barril, sin
hacer mantenimiento a lo existente, ni
dotación de lo necesario, por el contrario hurtan y depredan lo que hay. Los
obreros van a sabiendas que pueden morir en un accidente por falta de medidas
de seguridad. Lo mismo ocurre en el sector eléctrico e hidráulico por eso los
apagones, días sin luz, sin agua, las aguas negras en las calles…
Ahora nos
toca a los venezolanos recibir un país en la ruina económica, política y moral.
Y digo a los venezolanos porque como sociedad debemos entender que esto ha
pasado por nuestro silencio cómplice y nuestra incapacidad para, exigir,
demandar y reclamar. Este déficit hay que suplirlo, ahora, y convertirnos en
una sociedad vigilante de sus recursos y su calidad de vida.
Carlota Salazar
Calderón
carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar
Anzoategui -
Venezuela
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