Todos los días son excelentes para
hacer una buena acción. Todos los días, al salir a la calle, deberíamos tener
un propósito ineludible: hacer una cosa buena, por pequeña que sea.
La lista es inagotable y es tan
creativa como oportunidades nos va presentando la vida. Podemos ayudar a cruzar
una calla a una persona mayor; podemos ceder el asiento en el autobús a alguien
cargado de paquetes; podemos sonreír
amablemente a quien nos vende el pan todos los días. Podemos cubrir con nuestro
paraguas a quien se está mojando; podemos
hacerle una conversación agradable a quien se vea decaído o al viejito
solitario; podemos desearle los buenos
días, las buenas tardes o las buenas noches a alguien desconocido. Podemos
sostener la puerta del ascensor o presionar el botón de abrir para que la
persona que venga lejos alcance a llegar; podemos subir un mensaje tierno o un
video instructivo en las redes sociales, en vez de uno lleno de violencia;
podemos regalar una lectura a alguien que le interese el tema. Podemos enviarle
un mensaje a una persona conocida con quien no hemos tenido contacto en mucho
tiempo; podemos recoger la basura que encontramos en la calle, o advertirle a quien la tira delante nuestro de
cómo está afectando el ambiente; podemos
pedir las cosas con la frase mágica “por favor” o “sería usted tan amable de…”
Podemos dejar cruzar al peatón, así
tengamos el paso, en vez de pasar nosotros primero a la fuerza; podemos guiar a
una persona ciega a seguir su camino o lo que sea que quiera hacer; podemos regar las matas del vecino, si
también estamos regando las de nuestro jardín. Podemos dejar una nota con
buenos deseos en donde nos hayamos sentado en el cine, en el bus, o en la mesa
del restaurante donde almorzamos; podemos llevar una prenda de vestir que ya no
usamos en la mochila o maletín diario y regalarla a la primera persona pobre
que veamos en la calle; podemos compartir nuestra mesa con quien está
esperando, cuando el restaurante o la cafetería están muy llenos. Podemos
comprarle doble al necesitado que está vendiendo un artículo, pues aparte de
ayudarlo nos sirve el adicional para un regalo futuro; podemos ayudar a alguien
con muletas o andadera a subir las escaleras; podemos regalar un poco de agua a
quien veamos que está trabajando en la calle en un día muy soleado.
Podemos ayudar a ver el lado bueno de
las cosas cuando alguien se está quejando; podemos guardar el celular y ponerle
atención a quien nos está hablando; podemos dejar pagar de primero en la caja
del supermercado a quien trae muy pocas cosas. Podemos dar un trozo de lo que
comemos o comprarle algo al hambriento que nos pide dinero en la calle; podemos
agradecerle a la persona que limpia nuestro puesto de trabajo por dejarlo
impecable; podemos plantar un árbol en un sitio público. Podemos donar sangre
al enfermo que la requiere; podemos aparecer con el dulce favorito de la
persona a quien visitamos; podemos hacerle ver al músico que ha sido espléndida
su interpretación y que nos ha hecho inspirar. Podemos sacar de su error a
alguien que lo ha cometido, haciéndole ver que es por su bien; podemos destacar las cualidades que resaltan
en nuestros amigos; podemos decirles a nuestros seres queridos, cuando nos
despedimos de ellos a diario, cuánto los amamos.
Con cosas muy sencillas que podemos realizar
todos los días, hacemos sentir bien a mucha gente y a nosotros mismos. Además,
las buenas acciones son como el efecto dominó, porque si hacemos algo bueno por
alguien, seguro que esa persona reflexionará, pensando que también querrá hacer
algo bueno por alguien más y así sucesivamente. Si actuamos de corazón y con
bondad, no sólo estaremos ayudando al prójimo, máxima elemental para hacernos
grandes seres humanos, sino que la vida se encargará de recompensarnos de
manera inigualable.
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado
Tachira - Venezuela
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