Desde que la estrella
de la fe posó su ruta sobre el parlamento venezolano, existe un hálito de
expectativa por la llegada de 112 reyes magos provenientes del clamor de la
gente a todo ruedo, a pesar que el Herodes gubernamental de las malas políticas
trata con artilugios de modificar su recorrido y con sentencias trasnochadas
desea envilecer una decisión tomada por la gente.
La juramentación de
tan dignos legisladores va precedida y abrazada por la constitucionalidad de
nuestro país, pese a la lamentable situación del estado de derecho de una
nación ejemplo en otrora por su democracia.
Tornando el rumor de
la violencia para el acto de este martes en el hemiciclo de la Asamblea
Nacional y creando instancias comunales alejadas de la carta magna, no podrán
atropellar la soberanía popular expresada en los comicios decembrinos, acto
electoral referente para comprender que nuestro país no es el mismo y la
autocracia va de capa caída.
Los nuevos
parlamentarios no arriban desde el oriente, sino derivan del pulmón anhelante
de un pueblo ansiado de modificaciones sustanciales en la realidad nacional. No
se engalanan con turbantes o túnicas con parafernalias, sino con la razón que
les da la legalidad de un proceso democrático apoyado masivamente por el
electorado. Tampoco vienen en una caravana de dromedarios o acompañados por
pastores, pues sus escoltas son los ojos del mundo e impulsados por la defensa
de millones de ciudadanos en la búsqueda de una Venezuela justa.
El poder legislativo
tiene la tarea irreductible de rescatar la independencia de los poderes
públicos, cuya reestructuración debe alejarse de la política partidista. A
pesar que la marea será alta en 2016, la lucha debe emprenderse con el aplomo
de quienes tienen la verdad.
Cualquier trastada
sustentada por sentencias a destiempo del Tribunal Supremo de Justicia, hecha a
trompicones por una Sala Electoral inconstitucional que desea evitar “como
sea”, el inicio en funciones de la mayoría calificada de los 112 diputados, no
podrá con quienes gozan de inmunidad desde su proclamación, como lo establece
el artículo 200 de nuestra carta magna.
La cantidad exacta de
los elegidos el 6 de diciembre será juramentada. La nueva AN tiene la facultad
de calificar a sus miembros y de desconocer el dictamen de unos magistrados
amputados de la legalidad, que sólo siguen las indicaciones de sus amos en
Miraflores.
Ya la OEA exigió no
distorsionar la voz del pueblo. Hay desespero manifiesto en los personeros del
Gobierno. En vez de un viraje de la dirección, pues el barril petrolero va en
caída libre ya debajo de los 30 dólares, prefieren apelar al llamado del
desconocimiento popular, a abusar del poder en las instituciones públicas y
propiciar zozobra al convocar a sus colectivos, cuando deberían entender el
rechazo de los venezolanos al ilógico desabastecimiento, al ser la peor
economía del planeta por tercer año consecutivo o que sólo en diciembre
ingresaron 488 cadáveres a la morgue de Bello Monte.
Hoy nos toca
acompañar a nuestros representantes en el inicio de tan combativo camino, sin
estupor y con la misma entrañable hidalguía con la cual ejercimos el voto. Nace
la democracia en el parlamento como un pesebre de fe aprobado por Dios. Sigamos
con prestancia a la estrella de la esperanza por una mejor Venezuela.
José Luis Zambrano Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Zulia - Venezuela
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