La Libertad es lo más importante,
porque sin ella la vida sería una muerte, un vegetar. Esto es una filosofía de
vida. Este pensamiento libertario, esta invitación a mayores profundidades, no
puede verse simplemente como una ideología política más del montón.
Cuando digo libertario lo hago
para utilizar una etiqueta que me permita diferenciarme del ideologismo de las
“élites” liberales. El liberalismo venezolano, convertido formalmente en un
primo hermano del progresismo y que a ratos añora la social-democracia del
siglo pasado, no es la solución al problema que tiene nuestro sistema político,
sino más bien existe como una consecuencia del problema en su raíz: la cultura.
Las 3 grandes banderas del liberalismo, el Estado mínimo, los derechos
individuales y la economía libre, fueron alienadas y sometidas por la tan pop
justicia social de la prole blanquiverde.
Más allá de ésta observación, hay
muchos liberales en Venezuela que no siguen a estas “élites”. No respaldan
incoherencias y no toleran que el Estado siga metiéndose en sus vidas. A ellos,
es a quienes dirijo también mi interés en este año nuevo.
Venezuela necesita un cambio
sumamente profundo, de raíz, en lo político. El inicio de este cambio se
encuentra en lo cultural. La cultura como el periódico cultivo del hombre, es
una relación de su pensamiento con su comportamiento. En este sentido podemos
innovar como nunca antes había ocurrido en la historia de nuestro país: nunca
antes había existido un movimiento cultural libertario que quiera impactar en
la sociedad hasta hacerla cambiar su rumbo. Hablo de un Renacimiento
venezolano. Soñemos por 5 segundos. Una consecuencia a largo plazo de esto
sería la llegada al poder de un grupo político libertario. ¿Y qué haría un
gobierno libertario? Haría de Venezuela, en términos muy generales, un país con
una positiva cultura influyente en la región, el más exitoso en términos
económicos y en un ejemplo político a seguir. Esto es posible en una década de
vida-país.
Pero volvamos a la realidad.
Tenemos que comenzar desde cero. Esa fue la frase que marco el nacimiento de
Venezuela Futura como centro de pensamiento político y cultural hace tres años.
Y comenzamos, desde cero. Ni imaginábamos el alcance que tendríamos, tampoco la
cantidad de venezolanos que creen en ésta filosofía de vida que mencionaba al
principio. Y es que en las raíces más profundas de nuestra cultura como
civilización se encuentran el hedonismo, el caos y la productividad muy unidos
entre sí. Tres elementos positivos para mí, sobre todo el caos, porque es una constante invitación
(actitud) al cambio y a la creación en momentos de oscuridad.
Tenemos un escenario propicio en
Venezuela para el nacimiento de un movimiento cultural sin precedentes. Los
libertarios tenemos que hacer cultura, tenemos que hacer política. Los
liberales de verdad, también. Por esto uno de mis propósitos más fuertes en
este año nuevo es conocerles e invitarles a unir nuestros talentos, esfuerzos,
experiencias y recursos para ser más fuertes que los socialistas, desplazarlos,
salvar al país y disfrutarlo como debe ser, como nos lo merecemos.
Nada de gracia tiene la muerte
lenta de nuestra juventud en manos de tantos mediocres. Al final de esta
historia, nosotros mismos nos convertimos en nuestra única opción, somos
nuestra única esperanza de vivir libres y prósperos en Venezuela.
Un libertario es muy fácil de
reconocer. Es una persona que no quiere que el Estado se meta o controle los
distintos planos del desenvolvimiento de su vida, sobre todo en lo económico.
Es una persona que le gusta que las cosas funcionen: cree en la responsabilidad
individual y en el yo-puedo-hacerlo, es decir, un libertario no le dice a usted
no se o no puedo, sino vamos a intentarlo o busquemos al que sabe hacerlo. Un
libertario le gusta la excelencia, por eso apoya a políticos de altura; si no
existen políticos que lo representen no tendrá problema en decir “ninguno me
representa”, porque antes que apoyar a un menos peor prefiere dormir tranquilo
con su conciencia. Un libertario es aquella persona que cree en la diversidad y
en la Libertad de pensamiento, por eso respeta lo que piensa y lo que es el
otro. Cree en la legítima defensa si el Estado no puede cumplir con su rol de
Seguridad y Defensa. Además, valora mucho trabajar para ganarse las cosas: no
le gusta nada regalado, sobre todo si viene de políticos o del Estado. Al
libertario le gusta leer porque le es importante tener criterio propio, es
decir, no son superficiales como los que dicen “si lo dijo fulano o mengano
entonces eso es lo que creo”. El libertario es una persona de espíritu
sumamente joven porque le gusta disfrutar, gozar, su vida a plenitud, es por
eso que tratan a los demás como quisieran que fuesen tratados de vuelta. El
libertario es un ser ambicioso y soñador. Y en esta época, un libertario nunca
le dirá que vivimos en Democracia.
Nosotros tenemos la determinación
y la firmeza que no tienen los que NO pudieron detener la destrucción de
Venezuela. Y cuando digo la destrucción quiero que lo veamos como una forma de
esclavitud. No se puede ser libre cuando NO se vive como uno quiere porque
el país no te lo permite. Es por eso que
la rebelión cultural que representa la unión de los libertarios y liberales de
Venezuela es un romper con esa esclavitud como forma de vida y como destino.
Destruir esa normalidad es una actitud vitalista y contra mundum que rompe el
cordón umbilical con los políticos que absorben nuestras vidas elección tras
elección sin cambios. Destruir y crear. Crear y disfrutar. Disfrutar y
trascender. Vamos a emprender, innovar y transformar nuestro entorno.
Estimulando lo mejor de nosotros mismos, estaremos estimulando lo mejor de
nuestra civilización.
Los libertarios que hacemos
política por pasión, hace mucho tiempo que tomamos la decisión de prepararnos
para ser los mejores y gobernar el país en el largo plazo. Si no comenzamos a
darle vida a ese propósito, en menos de 50 años nuestro país será despedazado
territorialmente por otros países. Pasaríamos a ser reclamados por intereses en
Brasil, Colombia, Rusia y China por solo mencionar algunos obvios ejemplos. De
viejo yo no podría ver a los ojos a ningún joven nacido en esta tierra.
De tal manera que no hay lugar
para desánimos ni brazos cruzados. Esa es la actitud genuflexa que es grata a
los ojos de los déspotas. Nada se conquista sin sacrificios, sobre todo la
Libertad de un país. Nuestro deber es defender a Venezuela, cueste lo que
cueste.
Hagamos lo propio y demos el
primer paso en este año que llega: seamos la alternativa al socialismo que
necesita Venezuela para salvarse.
Libertad o nada
Roderick Navarro
rodnavarro13@gmail.com
@RoderickNavarro
@VFutura
Foro Libertad
Miranda - Venezuela
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