Con sus propias
reglas, su propio CNE, con el uso ilegal
de los recursos del estado y todo el ventajismo imaginable en los medios, el
régimen sufrió una apabullante derrota el 6D. Aunque reconocieron haber
perdido, incluso ante la comunidad
internacional, de inmediato comenzaron las maquinaciones para burlar la
voluntad soberana del pueblo.
Por un lado la
Asamblea saliente designa magistrados express al TSJ, saltándose a la torera la
mayoría requerida (recurriendo a
sesiones extraordinarias de dudosa validez con 5 minutos de diferencia), pasando por encima de los lapsos previstos en
la ley e incurriendo en lo que muchos consideran un fraude a la Constitución. A
mazazo limpio aprobaron lo que les dio la gana, dejando en todos el mal sabor
de una trácala.
Intentaron además,
según anunció la MUD, impugnar la elección de 22 diputados de la oposición
generando tal resistencia -incluso dentro de las FAN- que por lo visto se vieron obligados a dar
marcha atrás, aunque posteriormente llevaron a cabo nuevas impugnaciones
Por otro lado
recurren a un "parlamento comunal" para oponerlo a la Asamblea
Nacional. Esta figura no representa al pueblo en quien reside de manera
intransferible la soberanía, no está prevista en la Constitución y no es el
resultado del voto universal, directo y secreto de donde emana la legitimidad
del poder legislativo. Ya el régimen había intentado darle base constitucional
cuando propuso en el 2007 una Constitución Socialista que fue rechazada
expresamente por el pueblo en referendo constitucional. También en aquella
oportunidad el presidente Chávez había reconocido la derrota, pero acto seguido
anunció que seguiría adelante con su proyecto "sin cambiarle ni una
coma".
Las comunas no son
más que el resultado de un rígido pensamiento dogmático. Fueron propuestas por
Carlos Marx como una vía para establecer la "dictadura del
proletariado".
Volvamos las páginas
de la historia:
Se basan en la
experiencia de la Comuna de París de 1871 (episodio revolucionario que duró
apenas setenta y dos días y que se produjo al final de la guerra
Franco-Prusiana). Dadas las características épicas del evento, se transformó en
un hito esencial en la teoría marxista del Estado.
El 28 de enero de
1871 Francia capitula ante Alemania. Poco después estalla la guerra civil en
Francia. El 28 de marzo de ese año uno
de los bandos proclama la Comuna de París, la cual procede a abolir el
ejército, declarar a la Guardia Nacional como única fuerza armada, expropiar
bienes de la Iglesia, ocupar empresas y talleres, condonar el pago de
alquileres y muchas otras medidas revolucionarias.
Decía Marx, quien
participó en aquellos acontecimientos, que la comuna aboliría la propiedad
privada: "Sí, caballeros, la Comuna pretendía abolir esa propiedad de
clase que convierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos". Y
agregaba: "el proletariado no puede simplemente tomar posesión del cuerpo
del Estado... La primera condición para la posesión del poder político, es
transformar la maquinaria en funcionamiento y destruirla".
Los partidarios de la
Comuna lucharon con ferocidad e hicieron fusilar al Arzobispo de París,
Monseñor Darboy y a varios sacerdotes. París fue pasto de las llamas.
El gobierno francés
de la época -encabezado por el presidente Adolphe Thiers- reaccionó con
energía. La mortandad fue espantosa y la lucha se generalizó en las barricadas.
Algunos dicen que unas 35.000 personas fueron fusiladas. El Journal de Dèbats
anunciaba: "Las pérdidas sufridas por el partido de la insurrección,
incluyendo muertos y prisioneros ascendía a la cifra de 100.000
individuos".
También Lenin
defendía las Comunas. Eran una estructura para organizar el poder de
"abajo hacia arriba" y también "de arriba hacia abajo". Las
llamaba "Comunas Revolucionarias" y eran el camino para establecer
"la Dictadura Revolucionaria del proletariado y los campesinos".
Por su parte Stalin decide en 1929 colectivizar la propiedad de las tierras
entregándosela a comunas populares que, según decía Stalin, eran indispensables para implantar la economía
socialista. Cerca de diez millones de personas fueron despojadas de sus tierras
y de sus hogares y enviadas a Siberia. Al menos un tercio pereció en el
traslado. Aquello desembocó en una hambruna entre 1932 y 1933, donde la cifra
de víctimas se calcula en otras diez millones de personas, porque además de la
drástica reducción de la producción agrícola en manos de las comunas, el
gobierno engañó a los campesinos robándoles el fruto de la venta de sus
cosechas. En Ucrania aquel deplorable evento se conoce como Holomodor y fue
declarado como genocidio por la ONU.
Mao por su parte
aplicó desde 1946 las Comunas al estilo de la URSS; pero en 1958 crea cerca de
25.000 Comunas. Creyó Mao que a través de la colectivización obligatoria y el
trabajo en masa, China podría lograr el "El Gran Salto Adelante". El
experimento concluyó con una hambruna en la cual murieron cerca de 30 millones
de chinos.
Stalin y Mao
recurrieron a las comunas en el apogeo de su poder político y estas condujeron
a una catástrofe humanitaria. Resulta inconcebible que un régimen menguante,
que ya ha perdido el favor popular y que tiene al país hundido en una de las
peores crisis de su historia pretenda evocar figuras de esa naturaleza ante una
sociedad hastiada del modelo socialista.
Deberían entender los
gobernantes que una cosa podían hacer con el petróleo por encima de 100 dólares
el barril, el apoyo de un pueblo
hipnotizado por Chávez y la indiferencia internacional y, otra cosa muy
diferente ocurrirá ahora, cuando esas tres condiciones han variado. Su tozudez
dogmática y sus acciones desesperadas despiertan cada vez más repudio entre los
venezolanos y acercan al régimen a un final previsible.
Jose Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy
Miranda - Venezuela
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