El chavismo terminó siendo una
morisqueta de todos los valores que prometían rescatar desde la fallida y
criminal intentona golpista hasta el impulso de la constituyente para “refundar
la república”. Es imposible que la historia que le reconozca algo positivo a
Chávez que equilibre la pocilga en la que convirtió la política venezolana.
Chávez habló hasta el hastío de
la corrupción que en los cuarenta años de democracia, supuestamente dilapidó
los recursos de los venezolanos y nos empobreció. Prometía el líder de opereta
recuperar el manejo honesto de las arcas nacionales. Devolverle a Venezuela las
riquezas que nos pertenecían. Puras patrañas. Bobaliconadas. Lo cierto es que
Chávez no se pertenecía intelectualmente hablando. No era más que un peón del
anciano cubano que siempre quiso pegarle mano a nuestro petróleo. En tal
sentido, Hugo Chávez siempre actuó como el comandante de un ejército de
invasión. Quienes se plegaban a sus demandas de rendición recibían migajas de
esa inmensa riqueza que le entró a Venezuela en los últimos diecisiete años. A
los que no, eran tratados como pueblo invadido. Vejados a través de la palabra de
un individuo que careció de la visión de grandeza que la patria requería.
La herencia de Chávez, y por lo
que se le recordará, es esta podredumbre moral de unos tipejos que no tienen a
donde huir. Que no tienen donde esconderse. De unos criminales violadores de
derechos humanos que saben que la larga mano de la justicia está tras ellos.
Pero peor aún, creyendo en la supuesta efectividad de Castro para hacerle la
guerra a los gringos, se metieron de lleno en el negocio del narcotráfico.
Con esos antecedentes encima, no
les queda más remedio que valerse de toda la inmoralidad de la que son capaces.
Conocedores del voto castigo que les infligió el pueblo han decidido desconocer
la sentencia. Escribieron lo que sin duda alguna será un capítulo que servirá para
ejemplificar los altísimos niveles de corrupción política a los que el chavismo
fue capaz de llegar.
Después de haber exigido la firma
de un acuerdo de reconocimiento de las elecciones, haberle hecho propaganda por
todos los medios a su alcance con la finalidad de poner en jaque a la
oposición, nos encontramos con que la inmoralidad que los caracteriza los lleva
a desconocer los resultados porque simplemente no les sirven.
Luego de haber declarado a los
cuatro vientos que tenemos el mejor sistema electoral del mundo, ahora acusan a
la oposición de haber realizado un fraude a través de la compra de votos. Al
mismo tiempo, en un acto de estupidez sin precedentes, ordenan se les retire
los taxis a los beneficiados porque se sospecha que no votaron por el oficialismo.
Esto demuestra el carácter intrínsecamente corrupto de este ejército de
invasión que tiene todo que perder ya que no tiene donde huir.
El nombramiento de jueces del
tribunal supremo merecerá un capítulo aparte en la historia de la corrupción
venezolana. Se violaron todos los procedimientos. Y ninguno de los poderes
llamados a poner orden en esta Sodoma y Gomorra parlamentaria dijo esta boca es
mía. Unos poderes convertidos en secretaría del partido de gobierno prefirieron
plegarse a estos desaguisados. Y es porque para ellos también se aplica eso de
que tienen todo que perder.
En ese chiquero vimos el
nombramiento de un diputado de la Asamblea Nacional por el PSUV votar por sí
mismo para ser nombrado miembro de la sala electoral del tribunal supremo. Otro
evento para esta cadena de hechos putrefactamente corruptos que caracterizan al
chavismo y por los cuales será reconocido en el futuro cercano.
Lo cierto es que los desmanes que
estamos viendo están destinados a proteger hasta donde sea posible a una cúpula
podrida que ha hecho del ejercicio del poder una práctica profundamente
deshonesta y traidora de los principios que en su momento enarbolaron, para
convencer a los venezolanos de que merecían su confianza ya que acabarían con
los vicios del pasado.
Lo cierto es que hoy tenemos
mucha más corrupción que nunca antes. Las decisiones se toman traicionando la
voluntad popular que tanto prometieron respetar. La inmoralidad de la actuación
vuelve a arrojar estiércol sobre el ejercicio de la política que queda peor
parado que nunca.
Tienen todo que perder. Fortuna
hechas con base en la corrupción descarada y usufructo de los bienes públicos.
Delitos que serán reclamados en su momento.
Tienen todo que perder al ser
seguidos de cerca por su vinculación con el narcotráfico que los ha enriquecido
aún más. No podrán esperar de los gringos negociación alguna ni piedad a la
hora de castigar el haber puesto el aparato del estado al servicio de la
industria de las drogas ilícitas.
Tienen todo que perder puesto que
serán universalmente conocidos como personas de baja moral de las cuales más
vale permanecer alejados. Los amigos irán desapareciendo y serán mirados como
la escoria que son.
Tienen todo que perder porque se
han hecho de fortunas que no pueden justificar. Porque disfrutan de un estándar
de vida mucho más allá de las posibilidades de personas que solo desempeñaron
cargos públicos, además muy mal pagados, durante los últimos lustros.
Cuando se tiene todo que perder,
los inmorales se la juegan todo. Incluso su papel en la historia. Uno que no
será otro que el de corruptos con ausencia total de escrúpulos que no tuvieron
miramientos para traicionar a la patria que decían defender.
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
Miranda - Venezuela
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