Los venezolanos
siempre hemos sido amigos de la facilidad, de la viveza, de la excusa. De dejar
lo de hoy para mañana, de esperar que las cosas se solucionen por si solas, que
otros resuelvan por nosotros, de allí que después de tantos años solo muy pocos
conocen el manejo del país y de la importancia de estar atentos al
funcionamiento del estado y de sus funcionarios.
Solo las enormes
crisis han producido cierto despertar, como el “caracazo” y esta etapa final de
la trágica revolución bolivariana. Por ello se requiere definir un objetivo
claro como nación y no solo como gobierno. Utilizando la madurez y la razón, y
no el impulso ciego de la crisis y de la necesidad de creer que solo con
legislar se resolverán todos nuestros problemas.
Debemos hacer un
esfuerzo por evitar seguir siendo acomodaticios. La prudencia, el equilibrio,
la previsión, no han sido por nosotros cualidades desarrolladas. Tal vez ello
obedezca a que somos un pueblo más pasional que cerebral, más gobernado por los
sentimientos que por la razón. No ha existido nunca un trabajo en equipo, solo
ha habido intereses.
Hay que recordar que la
4ta república para el 1999, dejo al país con una deuda de 35 mil millones $,
una inflación del 70%, bancos quebrados, control de cambios, bolívar devaluado,
importando el 48% de los alimentos, los corruptos de entonces, algunos todavía
por aquí, habían adquirido 140 casas y 456 apartamentos en Miami, España,
Francia y Portugal.
Hoy aparte de la
esperanza, se puede repetir ese ciclo perverso, muy a pesar de los enormes
recursos que la providencia ha puesto a nuestra disposición. En nuestro caso,
lo comprueba esta patética revolución al despilfarrar 1 billón 460 mil millones
de dólares, y quebrar nuestra única fuente de recursos: PDVSA. Insólito y
vergonzante como nación.
Cesar Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
"Adhuc Stantes"
“Todavía en Pie”
Caracas- Venezuela
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