Hace ya bastante rato
que dejamos de preguntarnos por la necesidad de medidas urgentes para frenar la
caída de nuestra economía. La pregunta dejó de ser sobre qué para interrogarse
por el cuándo. La indecisión no hace sino prolongar y agravar una situación
absolutamente insostenible. La gran preocupación hoy es que quienes más
conscientes deberían estar de esta urgencia parecen no estarlo, o no tienen la
claridad y el valor para tomar las decisiones que deberían, enredados como
están entre asumir el costo político o prolongar el autoengaño sobre un esquema
probadamente marcado por el fracaso.
Si algo parece
haberse vuelto evidente para los venezolanos de hoy hasta convertirse en un
punto de consenso, al menos en el plano de los conceptos, es el agotamiento del
esquema rentista y la necesidad de adoptar un modelo de país productivo.
Tardará mucho para que este concepto se convierta en cultura. De todos modos,
lo urgente, por de pronto, es decidir y asumir el altísimo costo de un proceso
de estabilización económica que dé paso a otro, más largo y más exigente, de
recuperación. La pregunta es con quién.
Imposible responder a
la pregunta sobre con quién contar para la recuperación del país sin pensar, de
entrada, en el millón y medio de venezolanos que han tenido que emigrar, en los
millones de jóvenes que han visto retrasada su formación profesional por el
estado de agobio, carencias y confrontación con el poder de las universidades
públicas venezolanas, en los miles y miles de compatriotas que no encuentran
posibilidades para una formación técnica de calidad por la falta de Escuelas
Técnicas y las deformaciones y empobrecimiento de una organización como el
INCE, en los empresarios que han tenido que limitarse a sobrevivir renunciando
a su función productiva para dedicarse a superar las trabas y la persecución de
un gobierno hostil y desorientado.
Venezuela necesitará
con urgencia llenar estos vacíos: el de los talentos ahora fuera del país, el
de una educación de calidad y adecuada a las exigencias del cambio, el de la
formación profesional y técnica de sus jóvenes, el de la investigación y el
desarrollo de la innovación, el de un empresariado –pequeño, mediano y grande-
entusiasmado con la posibilidad de generar bienes, de invertir, de producir, de
hacer país sobre la base de amor al trabajo, de iniciativa, de organización, de
generación de confianza, de creación de puestos de trabajo productivo. Son
vacíos que tienen que ver con la gente, con la mayor riqueza del país, con la
fuerza indispensable para cualquier tarea de reconstrucción.
Mientras Venezuela
reclama por las urgentes medidas que abran camino a un período de
estabilización económica, no está de más recordar la naturaleza, condiciones y
exigencias de la recuperación. Si estabilizar tendrá un costo político,
recuperar exigirá planificación, tiempo, disciplina, trabajo, acuerdo social,
renuncia a la cultura rentista, participación de todas las fuerzas productivas.
Nada de esto será posible, desde luego, sin la recuperación de la legalidad y
de la institucionalidad, sin la creación de un clima de confianza y de
seguridad.
Tanto el urgente
proceso de estabilización como el más largo, paciente y trabajado de la
recuperación exigen, desde luego, un liderazgo claro, proactivo, afirmativo,
seguro, inspirador de confianza, no uno simplemente resignado, presionado por
lo inevitable, temeroso ante el costo político. La estabilización por sí sola
no produce crecimiento. Frena la caída, sienta las bases, es compleja e implica
un momento de dolorosos ajustes, pero la recuperación exige mucho más y tomará
mucho más tiempo. Solo la demagogia caería en el error de ofrecerla como fácil
e inmediata, más si lo que se propone es un cambio de modelo, de rentista a
productivo. Hacerlo no termina en una declaración. Implica la transformación de
una cultura. El paso indispensable para comenzar no puede ser sino la creación
de un clima de confianza, en todos los órdenes y para todos los actores.
¿Recuperación con
quiénes? Con todos, con lo mejor de cada uno.
Gustavo Roosen
nesoor10@gmail.com
@roosengustavo
Miranda - Venezuela
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