DENUNCIA
DE LA CARTA DE LA OEA
Venezuela
es un país dado al mestizaje, por la mezcla de razas que marcan su historia, si
algún calificativo faltaba para el Presidente Nicolás Maduro, es la referencia
al “salto atrás” (niño mestizo que hereda las características puras de un
antepasado) es una niñería su anuncio de salirse de la OEA, "He dado un
paso gigante para romper con el intervencionismo imperial", dijo el
mandatario al referirse en Twitter a su decisión sobre la OEA.
Venezuela
se aparta voluntariamente, alegando que un grupo de países encabezados por
Estados Unidos hace "intervencionismo e injerencismo" a través de ese
organismo para derrocar al presidente Nicolás Maduro, una jugada anunciada,
para evitar la aplicación de la suspensión o
expulsión como medida del organismo multilateral regional. Venezuela
firmó la carta de la Organización de Estados Americanos el mismo día en que fue
adoptada, el 30 de abril de 1948 y ratificó el documento en diciembre de 1951.
Sin
embargo, hay un pequeño olvido en esta niñería, el procedimiento es complejo,
dura dos años, y no exime a Venezuela de cumplir sus obligaciones
internacionales, en particular las relativas a los derechos humanos, sin
olvidar su participación en los organismos de la OEA y la cancelación de sus
cuotas de membresía.
La
alternativa asomada por la ilustre canciller es la presentación del caso ante
la CELAC, aunque, allí están 17 de los 19 países que aprobaron en la OEA la
reunión de cancilleres para tratar la situación de Venezuela, su ventaja es que
allí las decisiones se toman por consenso, aunque, allí la referencia a la
democracia también es un principio y finalidad de la organización. Aspecto que
ya se cuestiona en los informes de la OEA y que probablemente se señale en la
CELAC.
Otro
pequeño detalle olvidado por el gran salto de Maduro, es que la Carta de la
OEA, contiene no solo normas sobre la Organización intergubernamental, también
hay principios asociados con la democracia, como la libertad y el desarrollo,
sin olvidar aspectos como la calidad de vida y el bienestar de los países a
partir de la cooperación entre los Estados del Continente Americano.
Un
gran salto de la diplomacia bolivariana que se manifiesta como un
reconocimiento de la gravedad de la situación, que no se puede atribuir al
“terrorismo” interno o el “entreguismo” de la patria, es que acaso, la
injerencia cubana y el entreguismo a China de las cuencas petroleras,
“decisiones políticas” no dejan hipotecado el futuro de Venezuela, atentando
contra su desarrollo futuro.
Una
diplomacia de micrófono que no fue capaz de desvirtuar ninguno de los Informes
del Secretario General de la OEA, se limitó a descalificar en lo personal a
Luis Almargo, sin dar respuesta a los señalamientos de ruptura constitucional progresiva
y continuada, así que, no hay intervencionismo extranjero, lo que hay son
legítimas preocupaciones por los efectos de la diáspora venezolana en el
Continente y las violaciones de los derechos humanos a lo interno de Venezuela.
En
este aspecto hay un escollo adicional para el salto anunciado, es el carácter
constitucional de los derechos humanos expresados en la Carta de la OEA y su
condición de Tratado, lo que hace que tenga rango constitucional y requiera de
una consulta al Parlamento Nacional, dado que se sustenta en una ley
aprobatoria, punto previo a la denuncia según el artículo 143 de la Carta.
Salirnos
de la OEA un gran “salto atrás”, en los logros alcanzados, por ejemplo en la
Carta Social de las Américas, promovida por el mismísimo Hugo Chávez y violada
por la situación actual que vive el país, y a su vez sustentada tanto en la
Carta de la OEA como en la Carta Democrática Interamericana, dejando una señal
más del carácter no democrático del Gobierno saltarín.
Salimos
de la OEA un gran “salto atrás”, en la
legitimidad y el cumplimiento de las obligaciones internacionales de la
Venezuela revolucionaria, tomando en cuenta el estilo de micrófono, que de
diplomacia revolucionaria enseña, aunque, se percibe como una jugada
inteligente, “antes de que me suspendan o excluyan, yo me voy” una jugada
adelantada que pone en aprietos a los países amigos de Venezuela, que no podrán
explicar la maniobra atlética, sin dejar de pensar en las características de
los derechos humanos, entre las cuales esta la superación de toda frontera
nacional y su carácter interdependiente.
Es
curiosa la interpretación libertaria de la decisión anunciada el 26 de abril de
sacar la patria venezolana de la OEA, en el contexto de la idea de “retirar y
liberar nuestra patria de la OEA” según lo expresa Maduro, y además, lo
presenta como un hito histórico del proyecto histórico-político, sembrado en el
intento de golpe de estado del 4F de 1992 y que invoca la libertad y la
independencia que da lugar al 19 de abril de 1810, sin tomar en cuenta que esta
libertad de Venezuela se sustenta en la soberanía popular y no en la soberanía
del Estado, aspecto este último que se invoca en el Derecho Internacional,
pero, que deja de ser absoluto, cuando esta de por medio las obligaciones propias
derivadas de las características de los derechos humanos.
En
este contexto, una de las propuestas que se asoma, para evitar la
discrecionalidad del gobierno, es la necesidad de tomar en cuenta a la Asamblea
Nacional, como poder público que nace de la soberanía popular; y que debería
pronunciarse como órgano del Estado, en relación a la decisión gubernamental y
sus consecuencias jurídicas, políticas y económicas para el país.
La
segunda alternativa, hace referencia a un referendo consultivo, para que el pueblo
opine sobre esta salida o salto gubernamental, al margen de los fundamentos de
la democracia, un derecho que encuentra sustento en las Cartas de la OEA,
suscritas por Venezuela, mecanismo de difícil aplicación, ante los criterios
que ya se han expuesto desde el CNE y el TSJ que tienden más a la permanencia
del gobierno que a la libre expresión de la voluntad popular, y a privilegiar
las formalidades administrativas frente al ejercicio libre de los derechos
políticos.
En
todo caso, da la impresión que el antepasado que Maduro invoca en sus sueños de
poder, se relaciona con el rey que afirmaba “El Estado soy yo”, aunque, sus
raíces colombo - venezolanas tengan poco de aristocráticas, tomando en cuenta
que el se presenta como el “Presidente – obrero”. La niñería de la denuncia de
la Carta de la OEA, al momento de hacer estas notas, aún no se ha formalizado,
amanecerá y veremos que tan lejos llega el gran salto gubernamental.
Jose Gregorio Delgado Herrera
jgdelgado2011@gmail.com
escuevenac@gmail.com
@josegdelgadoh1
Escuela de Vecinos de Venezuela
Caracas – Venezuela
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