ENTRE CIELO Y TIERRA
La ósmosis entre fuerzas perversas
acumula miedo expansivo y es lo que
ocurre en Venezuela. Por un lado el régimen fractura el organismo, máxima
expresión de la voluntad popular para legislar sobre materias de desarrollo y
bienestar del país como la Asamblea Nacional, y más tarde la Fiscal General
admite que se ha producido una ruptura del orden constitucional, pero al mismo
tiempo el mandatario de turno exclama que en Venezuela se respetan los derechos
humanos.
Conocemos hasta el cansancio que una
de las tácticas de la izquierda carcomida es culpar a otros para no admitir sus
propios errores. De esa vara loca estamos cansados, desde el más humilde de los
venezolanos.
Si en este próximo trimestre del año,
que apenas acaba de iniciar, no sucede algo trascendental, vale decir, el
mismísimo cambio que todos esperamos para enderezar la torcida economía y toda
la estructura social de la nación, restableciendo el “orden constitucional”, iremos al precipicio sin chance de ser
salvados.
La larga espera por la activación de
la Carta Democrática, la pasiva acción de los opositores en los momentos más
álgidos del conflicto con el régimen, no soporta una prueba más por parte de la
ciudadanía. Ya es el momento de respetar a todos los venezolanos, atribulados
por tantas carencias, humillaciones y falsedades, incluido el fallido diálogo
que no dio ni dará resultados.
¿Qué es lo que esperan de la sociedad
civil? Si es una reacción violenta, es posible que suceda como en efecto ha
dado los primeros efectos y defectos policiales contra los derechos humanos de
los venezolanos. La población está agotada del juego estúpido y sin sentido,
propio de los holgazanes al mando que no procuraron con esfuerzo lo que a duras
penas sostiene la carcomida economía y producción.
En menos de un mes se avecina un
nuevo aumento de salario que aniquilará lo que resta en los remendados
bolsillos de la gente. Los docentes exigen respuesta a sus demandas laborales y
prerrogativas en el área de salud, los jubilados y pensionados han pedido por
todas las formas, la cancelación del bono para alimentos y medicinas. El porcentaje que se va a establecer para el
próximo aumento es de un mediano porcentaje para un salario mínimo de 60 mil bolívares.
Es la misma conformación de la pobreza, aniquilando la calidad de vida de la
población.
Los derechos humanos continúan
desbordados en la oscuridad, dentro del espectro macabro que conforma el
gobierno nacional. La solución no está en un pronunciamiento de palabras
efectistas o de un comunicado que busca resonancia, tampoco acciones para medio
mejorar, de lo que se trata es de optimizar el país, un país que está a cargo
de improvisados jueces en claro desconocimiento de las leyes, los derechos humanos
y la propia justicia, aplicándola por conveniencia y no por justo valor.
La condenación que han hecho, una y
otra vez los países aliados a Venezuela por el brutal y calificado golpe de Estado
del gobierno, es un saludo que el pueblo venezolano agradece, pero más allá el
país necesita de soluciones o estaremos en el umbral del infierno cubano.
Somos un país, no una isla, somos
productores no pedigüeños y mucho menos nos negamos a depender de los atracos foráneos para alimentar a los ciudadanos.
Alguna diferencia nos queda para establecer la comparación con otros países
aventajados en posicionarse de lo que no les pertenece.
Es necesario un cerebro pensante
entre tanta locura y ósmosis social que se ha desencadenado por la fuerza y el
mantenimiento del poder. Venezolanos conscientes observan la complacencia que
existe entre los entes políticos, procurando negocios, regalías y bienestar propio
por debajo de la mesa.
Es incoherente exigir respeto a la Constitución,
cuando se piden elecciones antes de lo previsto en la carta magna, es una treta
burda ¿Cuál es el respeto? Las lecciones que se deben pedir son las vencidas,
no la que está por vencer; en todo caso, lo más sensato sería una renuncia.
Lo visceral no puede seguir ganándole
terreno a lo razonable y a la sensatez. Es prudente y eficaz poner orden para poder
aceptar que vamos por el camino correcto. De lo contrario el régimen continuará
haciendo de las suyas, con o sin aliados civiles y militares.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
Nueva Esparta - Venezuela
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