«No hiberna porque no existe, no creó la
abominación que somos: te lo advierte alguien al cual no le consultaron si
quería irrumpir en esto que presumimos Humanidad, una criatura vejada que igual
potencial victimaria entre salvajes»
No existe ninguna persona en el Planeta
Tierra que esté salva o no haya experimentado miedo ante ciertas e incesantes
amenazas de muerte o cualquier otro asunto relacionado con su precipitación y
advenimiento. Alguien que no tema ser (con o sin motivos) perseguido,
torturado, ejecutado o confinado en mazmorras por causa de eso que entendemos como
«irracionalidad». Empero: ¿qué es, a partir de cuándo y por qué lo somos?
En esto patético (febril, frágil, absurdo)
que llamamos «existencia», defino «irracionalidad» la perversidad que nos
estigmatiza «inhumanos». Cada instante
millones de personas nos sentimos víctimas de ella, de sus profesos y adeptos.
No importa si somos habitantes «primer o ultimomundanos», la irracionalidad
rige a las naciones. Es un comportamiento que se exhibe mediante musculaturas.
Fortalezas perceptibles en masas corpóreas e instrumentos para el exterminio de
nuestra especie y otras.
Cometen actos «terroristas» los jefes de
repúblicas que destinan tesoros o dineros patrios a la compra de pertrechos de
guerra, con el alevoso propósito de dotar a innecesarios ejércitos o grupos de
milicianos/mercenarios para los cuales nada es más glorioso que portar un/a
«escupefuego». Infligen contra la Civilización los mandatarios que malversan
dineros que proceden de naciones para enriquecer una omnipresente «Industria
Universal de Armas». Tanto más contribuyen a su crecimiento cuanto más odio
fomentan entre individuos a los cuales someten o «gobiernan».
Los dictadores, califas, reyezuelos, monarcas
o jefaturales autoritarios nos condenan a padecer penurias siempre que compran
armas de guerra con recursos financieros que no les pertenecen: y que deberían
destinarse a la vida buena. A productores de alimentos, cultura, salud e
investigación científica. Ellos son
«terroristas» de colegiatura que venden armas letales a quienes son sus
idénticos, pero «en situación de ilegitimidad». Miremos y escuchemos a los
ingenuamente electos por los pueblos: son asesinos «constitucionales», hombres
y mujeres cuya codicia los impulsa a provocar éxodos en territorios por ellos
devastados. Sólo los motiva la idea de reprimir para permanecer al mando.
Necesitan asustarnos, intimidarnos, abatirnos con la ventaja que le conceden
los regimientos del sin fronteras «Crimen Político/Religioso Organizado».
Los «terroristas sin colegiatura» obtienen
sus armas de guerra de esos países donde exitosamente opera la «Industria
Universal de Armas». Pero, todos son santificados por envilecidos pontífices
que platican sobre «Apostasía». El «Terrorismo» es más que un discurso doctoral
o discusión para intelectuales adherentes u opositores del «Crimen
Político/Religioso Organizado».
Alberto
Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
Merida
- Venezuela
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