Una
de las mejores amigas de mi hija desde 3er grado de primaria de la Congregación
San José de Tarbes, luego del asesinato de su esposo que era taxista, quedó
junto a su única hija en una situación económica y emocional de “quiebre” hace
varios años. Apenas pudo “levantarse” de la tragedia que la embargaba a élla y
a su hija (viviendo “arrimada” en el Apto. de su mamá), por no tener una
formación laboral formal, trabajó primero por un buen tiempo en horarios de
“esclavitud” como ayudante de cocina en modestos restaurantes y areperas de
Caracas. Tenía un carrito “feíto” Fiat Tucán, con el cual desde ese medio de
transporte luego de reunir una modesta suma de dinero, empezó a incursionar
como pequeña comerciante a vender huevos y queso blanco. Que les permitió luego
comprarse 18 meses luego una camionetica nueva para comprar más mercancía y
vender más.
Este
viernes 13 de noviembre, esta amiga de infancia muy cercana a mi hija, la llamó
al teléfono llorando: “Nos venimos a la quiebra, el mismo día que el Gobierno
anunció que el cartón de huevos a partir de esa fecha se tenía que vender en
420 Bs. Mi mamá el día anterior había comprado 12 cartones de huevos por 11 mil
bolívares.. La ganancia del esfuerzo de mi mamá era irrisoria antes del anuncio
del Gobierno, al igual que la de los granjeros. Los que ponían los precios eran
los distribuidores, es decir la cadena intermedia de comercialización desde que
salían los huevos de la granja, hasta que llegaba al último escalafón de la
venta del producto, en la cual se encontraba mi mamá.
Es
decir mi mamá invirtió 12 mil bolívares por 11 cartones de huevos, un dia antes
del anuncio del Gobierno. Y la ganancia en el caso nuestro de un gigante
esfuerzo económico y de pasar sol “pelao” por varias horas era nada más de 1000
bolívares por cada 12 mil que mi mamá ponía de su bolsillo. Perdimos la mísera
ganancia de 1000 Bs y perdimos todo nuestro modesto capital. Estamos quebradas.
Igual que los granjeros, porque los que se llenaban los bolsillos eran los
distribuidores y eran lo que imponían los precios y las ganancias. Que no iban
ni para el granjero, ni para la última cadena de comercialización, de personas
“sobrevivientes” de esta tragedia económica en la que está sumergida
Venezuela.”
Yo
Paula Giraud, estaba entre los venezolanos que me sentí con un poquito de
alegría en medio de este desmadre que nos gobierna y en donde comer o lavarnos
la cabeza con champú es una borrascosa odisea, y con insuficiente dinero como
muchos ciudadanos para enfrentar los precios dolarizados de todo, a un costo
del dólar con respecto al bolívar que nadie sabe cuál es (tenemos 6 tipos de cambio
al cual casi nadie tiene acceso) y en verdad que SI estábamos acorralados
frente a una espiral de especulativos precios de los huevos (entre muchos
productos del mercado, cuando se consiguen),
y sentimos que iba entrar un poquito de color en nuestras vacías neveras
de este importante rubro en la alimentación de la muy limitada dieta diaria de
los venezolanos. Sentimos una bocanada de oxigeno que hubiesen tenido un
sensible bajón por órdenes del Gobierno los altísimos precios y que
era de manera continua el cartón de huevos de 1.200 Bs a 420Bs.
El
día anterior al anuncio, yo había comprado medio cartón (15 huevos) por 530 Bs,
luego de mucho caminar porque los huevos en cada bodega o supermercado costaban
distinto. Ahora sé por el llanto de la amiga de mi hija, que en esta cadena de
comercialización los dos extremos de la misma, los que nunca especularon se
vinieron aparentemente a la quiebra. La “mafia” de los altos precios de los
huevos estaban en la cadena intermedia de comercialización, en los grandes
distribuidores. Desde el jueves de esta semana, no he vuelto a ver ni medio
cartón de huevos por ninguna parte por mis lares, personas sencillas como la
mamá de la amiga muy cercana de mi hija, había perdido su modesto capital en
apenas 24 horas, mientras muchos venezolanos con sus neveras vacías, se
beneficiaban de la quiebra y llanto de esta sufrida madre viuda (por el hampa).
Había perdido su dinero en un “triz” y ya no podrá vender más huevos. Élla no
era la que especulaba, eran otros.
Por
donde yo vivo, apenas hizo público el
anuncio el Vicepresidente de la República, Jorge Arreaza de este bajón de los
precios de los huevos (aún teniendo huevos en sus casas), vi a mucha gente por
las calles y avenidas con un cartón de huevos (30 huevos) llevándolos con sumo
cuidado debajo del brazo. ¡Bueno el pueblo tiene hambre y los huevos cada día
estaban más lejos de nuestro alcance económico!.
Todo estas distorsiones económicas y el
desespero del pueblo por comprar algo de lo que “No hay”, así tengan algo de
eso que NO HAY en sus casas, es la consecuencia y el miedo de no saber cuando
lo pueden volver a comprar y a qué precio vendrá la próxima vez que llegue en cantidades
insuficientes a los anaqueles de supermercados privados o del Gobierno. Este
caos en el que estamos, es producto de una economía enferma de gravedad con
monstruosas distorsiones. No hay dólares para nadie desde hace mucho tiempo, ni
nadie sabe en verdad cuál es el precio verdadero del bolívar frente al dólar,
además de un conjunto de leyes y trabas por parte del Gobierno, que lo que han
hecho es enfermar y estrangular cada día la economía del país.
Cuando
hay caos en cualquier sociedad, algunos se aprovechan de la necesidad de la
mayoría (como los bachaqueros) acompañados de gobiernos ineptos, habladores de
“pendejadas” corruptos y talibanes ideológicamente. Hoy me siento preocupada
por la muy difícil situación en la que se encuentran la amiga muy cercana de mi
hija y de Graciela, su mamá, a quien conozco
desde hace 14 años, quien un día
antes del anuncio del Gobierno (que me hizo sentir un poquito alegre), hoy me
siento mal que hubiese perdido su modesto capital en una semana: 12 mil
bolívares por 11 cartones de huevos. Los especuladores estaban en este caso, en
los grandes distribuidores de los huevos. No eran los granjeros ni eran los
pequeños vendedores como Graciela.
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