“El presidente de la delegación del Parlamento
Europeo (PE) que visita Venezuela en misión exploratoria, el español Ramón
Jáuregui (PSOE), cree que en el país caribeño “no hay fraude” electoral, pero
considera que el oficialismo tiene “muchas más ventajas” que la oposición.”
El
eurodiputado hizo un diagnóstico relámpago: hay ventajismo pero no fraude.
Tesis extravagante pues también dijo “que el CNE “hace mal en establecer condiciones
y límites a una observación internacional”
porque “cuatro o veinte representantes internacionales” en los días de
las elecciones “no es una observación electoral”, sino un “acompañamiento que
no permite un juicio fehaciente de lo que es el proceso”. Es decir, un breve
lapso “no permite un juicio fehaciente”, pero Jáuregui lo emite en visita aún
más breve que la de los posibles “acompañantes”.
Al
margen del interés político que pudiera tener (por cierto, en abierto contraste
con el líder del PSOE Felipe González, según el cual en Venezuela hay “una
dictadura de facto”), el problema es que hablar de ventajismo y eludir que en
el sistema electoral venezolano se altera la voluntad del elector a través de
diversos dispositivos, es una forma de minimizar los mecanismos fraudulentos de
“una dictadura de facto”. Por fortuna, el Informe de los eurodiputados es mejor
que esta declaración individual.
Hay
quienes suelen hablar del ventajismo como una características de democracias
imperfectas que, con el tiempo, mejoran. Aprecian el ventajismo como inevitable
en democracias blandas y corruptas, pero democracias al fin. Aberraciones
propias del imperfecto paisaje venezolano.
Esta
forma de entender el tema (ventajismo sí; fraude no) es peligrosa; aun sin
proponérselo tienden un manto de “normalidad tropical” a las dictaduras
posmodernas o del siglo XXI.
En
Venezuela todas las elecciones bajo el régimen chavista han sido fraudulentas.
No porque en varias de ellas no haya sido mayoría el chavismo sino porque con el
REP viciado, la automatización opaca, centros electorales donde no hay acceso
opositor, ausencia de verificación ciudadana, maquinitas bidireccionales,
intimidación militar y de “colectivos”, predominio rojo en la mayoría de las
mesas de votación, retardo en apertura de mesas, y centros abiertos más allá de
la hora límite y sin electores, hay alteración de la voluntad popular.
El
fraude hay que reconocerlo para derrotarlo. Existe voluntad de que así sea.
Millones de votos esperan contarse contra la alquimia del ventajismo tornado en
fraude.
Carlos
Blanco G.
@carlosblancog
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www.tiempodepalabra.com
Caracas
- Venezuela
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