Cuando
una sociedad despierta del letargo que ha incitado la obstinada gestión de
gobernantes de mortecino currículum, comienzan a desplomarse las coartadas que
hasta ese momento sirvieron para tapujar mentiras, engaños y humillaciones.
La
teoría política no es tan puntillosa como pudiera desprenderse del estudio
comparativo entre postulados trazados en diferentes momentos de la historia
contemporánea o por parte de distintos autores. Como agregada de la Ciencia
Social, sus principios dejan ver la benevolencia que determina la dinámica de
los hechos cuya variaciones se hallan sujetas a la multiplicidad de variables
que dan cuerpo y sentido a cada acontecimiento que registra el discurrir de la
sociedad en aras de superar toda contingencia posible. A decir por el aforismo
que reza: “cada pueblo tiene el gobierno que merece”, sus interpretaciones dan
lugar a distintas razones que llevan a vincular dicho señalamiento con el
entorno más próximo a la realidad que se cuestiona ante una determinada
circunstancia.
Si
bien la afirmación anima gruesos enfrentamientos, igualmente aviva acusaciones
muchas veces utilizadas para impugnar o correr el velo de crisis sociales,
económicas o políticas que suelen atrapar, retrasar o condenar realidades a
condiciones y tiempos pretéritos. Indistintamente de la autoría referida a
Nicolás Maquiavelo, al italiano José de Maestre, o al francés André Maiirux,
incluso al texto bíblico (Eclesiástico 10:2-5), la idea tiene la cabida que
permite la consciencia de un colectivo sumiso ante la autoridad de un gobierno
que poco o nada se conduele de las necesidades más clamadas y demandadas.
Tanto
como que “cada pueblo tiene el gobierno que merece” o que “tenga los gobernantes
que mejor se le parezcan”, el problema que la situación refiere no deja de
describir la amenaza que sobre cada caso se cierne. Aunque la sentencia del
político cubano, José Martí, luce igual de infortunada, es quizás más apropiada
para reseñar el serio problema que vive una sociedad que, por haber carecido de
la suficiente cultura política y de la necesaria memoria histórica, cae en el
agudo trance de vivir atestada de dificultades que en ningún momento previó.
Martí escribió lo siguiente: “Pueblo que soporta a un tirano, lo merece“ con lo
cual aludía a que cuando la tolerancia se asume sin fundamentos morales ni
precisiones de ética pública y orden jurídico, las realidades se pervierten.
Sobre todo, cuando quienes gobiernan improvisan
con la alevosía que supone el manejo del resentimiento como criterio de
gobierno.
De
ahí que cuando un pueblo advierte el inmenso desgaste que soporta por causa de
gobiernos corruptos, farsantes, conflictivos, arrogantes y ostentosos, las
realidades políticas se tornan de cuidado. Sucede que alrededor de las
situaciones que conducen a un proceder popular caracterizado por legítimas y
desnudas protestas, se producen reacciones con tal firmeza que afianzan valores
morales que, a su vez, exhortan una ciudadanía en sintonía con el Derecho y la
Justicia, condiciones incontrovertibles de un Estado democrático.
Por
consiguiente, cuando una sociedad despierta del letargo que ha incitado la
obstinada gestión de gobernantes de mortecino currículum o dedicados a realizar
negocios propios con dineros públicos, analfabetas funcionales con altos y
caprichosos sueldos, y además diferenciados privilegios, comienzan a
desplomarse las coartadas que hasta ese momento sirvieron para tapujar
mentiras, engaños, fraudes y todo aquello que hasta entonces valía como
pretexto para disfrazar canales de libertad y postulados de derechos humanos
con falsas ideologías.
Cuando
una sociedad se quita el mantillo de los ojos, la visión vuelve a remozarse con
los colores del aura que brinda un horizonte que se rejuvenece cada vez que se
alza una mano que empuña dignidad, se aviva un corazón que late al ritmo de las
esperanzas de un pueblo con consciencia democrática. Cuando despierte
Venezuela, dentro de pocos días, el país amanecerá bajo el candor de ideas que
apuntarán a exaltar la dignidad, elevar la solidaridad, reencontrarse con la
historia encauzada por la libertad y valores de moralidad y espiritualidad en
franca relación con la verdad. Llegó la hora. Por eso se habla del momento,
cuando Venezuela despierte …
VENTANA
DE PAPEL
UN
ESFUERZO CONCLUYENTE
La
crisis universitaria no ha sido lo suficientemente insidiosa para impedir que
profesores y profesionales encauzaran sus aspiraciones político-electorales
para terminar eligiendo sus nuevas autoridades gremiales.
Así
lo vivió la Universidad de los Andes. Las primeras semanas de Noviembre fueron
demostrativas del sentido envolvente propio de la política entendida como el
ámbito necesario para armonizar realidades determinadas por el carácter gregario
y socializante del ser humano. Aunque sus resultados dejaron ver el espíritu
demócrata de cuantos participaron como electores y elegidos, el balance
obtenido mostró un escenario copado por el sentimiento democrático de la
comunidad universitaria.
O
sea, no hubo la capacidad de lucha que la política incita cuando un proceso de
tal naturaleza tiene guardado el espacio suficiente para la participación de
todos los contendores posibles. Es decir, estas elecciones no dieron
oportunidad a representantes del oficialismo. Pero no por otra razón que no
fuera su voluntaria ausencia, lo cual es expresión de una precariedad refleja.
Esto
dejó ver que el oficialismo no encarna fuerza política alguna o importante en
la Universidad de Los Andes lo cual es también parte de una lectura cuyos
ribetes igualmente se verán traducidos en las elecciones parlamentarias del 6-D
cuando su flaca participación evidenciará la debilidad que viene padeciendo
como factor de política nacional. Vale este exordio para estimular a quienes
obtuvieron el mayor respaldo político, a cumplir. La oferta electoral declarada
a manera de superar los escollos que habían quedado sin ser remediados, seguro
que serán “punta de lanza” de los equipos que alcanzaron la victoria. Tanto por
parte del Sindicato de profesionales de la Universidad de Los Andes, SIPRULA,
como de la Asociación de Profesores, APULA. No es de dudar que la Universidad
necesita de una gestión que reivindique objetivos laborales en un todo con los
proyectos académicos que configuran su razón de ser. Pero la jornada electoral,
dejó en claro que todo resultó ser un esfuerzo concluyente.
“Las
realidades, aunque inexorables, no dejan de contar con hombres que saben
entender la tolerancia como recurso de la solidaridad”
AJMonagas
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida
- Venezuela
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