El pasado domingo,
regresando de visitar –acompañando a Larissa en su campaña como candidata a
diputada a la Asamblea Nacional- comunidades del delta medio, nos sorprendió un
arcoíris.
Habíamos comenzado
muy temprano el día abordando, junto con activistas de varias organizaciones
partidarias, en El Volcán, embarcadero sobre el Orinoco que bien refleja el
abandono en el cual este gobierno mantiene a nuestros hermanos indígenas, la
lancha que nos transportaría.
No más llegar,
decenas de mujeres y niños waraos, nos rodearon para hacernos conocer sus
penurias que son muchas y de las que ya sabemos suficientemente después de
haber compartido con tantos en el bajo, medio y alto delta. Hambre, pobreza
extrema, carencia de lo más elemental –sin servicios públicos, asistencia de
salud, escuelas que funcionen-, son la marca de esta región de belleza superior
y con un potencial extraordinario para el turismo y la producción.
Atrás quedaban El
Consejo, Los Rastrojos y Boca de Araguito, con su gente que nos recibió con
afecto, abrió las puertas de sus casas y confió una y otra vez su esperanza que
el país cambié para mejor “por nuestros hijos, por nuestros nietos”.
En las tres
comunidades celebramos reuniones que se dieron casi espontaneas en locaciones
tradicionalmente utilizadas por el oficialismo, decoradas con afiches del PSUV
con los ojos del comandante eterno que nos veía fijamente, con lugareños
tocados con gorras y/o franelas gorras. En las tres, avisados de nuestra
venida, funcionarios de la gobernación del estado advirtieron que quien nos
atendiera perdería el empleo –es el gobierno el primer empleador de Delta Amacuro-,
la beca, la ayuda, pero de nada sirvieron las amenazas porque igual acudieron a
nuestro encuentro para desahogar sus desencantos.
“Hace meses que
echaron unos planchones para construir viviendas y más nunca volvieron”
denunció una; “tenemos meses sin luz porque no se consigue combustible para la
planta” señaló otra; “las cuatro lochas que nos pagan no alcanza para nada”
comentó un hombre que confesó trabajaba con la Alcaldía; “los piratas son ahora
los dueños del río y matan a los nuestros por un motor” indicó un pescador; “la
gente se muere de mengua porque no hay médicos ni enfermeras y un
barco-hospital que compraron por un realero se está hundiendo en el puerto”
señaló una miembro de consejo comunal.
En nuestro recorrido
pasamos a poca distancia de Barrancas del Orinoco y por breves minutos entró
señal de movistar. Adicto que me he vuelto a la telefonía celular, consulté
rápidamente mensajes y correos y me encuentro uno en el cual me remiten las dos
últimas encuestas de IVAD y DATINCORP. Logré abrirlas y dar una primera mirada
a sus resultados, casi idénticos.
Más del 90 % de los
entrevistados califican negativamente la situación del país; por encima del 70
% atribuyen la responsabilidad de lo que sucede a la gestión gubernamental
mientras que un porcentaje similar manifiesta que la paciencia del pueblo se
agota; 61,33 % en DATINCORP opina que fue un error del Presidente Chávez la
selección de Maduro como su sucesor; cerca del 80 % indica que votará en las
inminentes elecciones parlamentarias y mientras en una de las encuestas los
candidatos de la oposición superan por más de veinte puntos a los del
oficialismo en la otra la ventaja trepa hasta veinte y cinco.
“Mija –le dice en
alta voz a Larissa una mujer a quien apodan boca e’trueno y que se reconoce
oficialista- ustedes tienen mucho chance pero pónganse mosca porque esos bichos
son mañosos”.
Según unos, el
arcoíris es símbolo de buena suerte, según otros de paz. Al ver el que nos
acompaña al final de la jornada, los pasajeros de “Deltanisima” coincidimos en
que la suerte del pueblo venezolano cambiará en breve y, con el favor de Dios,
será en paz.
Luis Eduardo Martínez Hidalgo
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@rectorunitecve
Monagas - Venezuela
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