Con el continuismo decadente todo va de mal en peor. Hace algunos días
en Portuguesa -Estado que se tiene o tenía como bastión de la revolución
pa’tras- acompañé en recorrido por barrios a dos próximos diputados en sus
respectivas campañas. Estuve con Yorman Tovar en el Circuito 2 y Moisés Reyes
en el Nº 4; en este último, en Acarigua, específicamente en el barrio “5 de
Diciembre” (comunidad de tradicional preponderancia del partido comunista) en
una de sus largas calles que promedian 105 metros por cuadra, me encontré una
joven y bella mujer que venía de retorno a su casa con dos de sus pequeños
hijos, a eso de las 5 de la tarde; cargaba una bolsita con alimentos, y le hice
referencia a ella, fue cuando con indignación me dijo “lo que gano ya no me
alcanza ni pa’comé”. Por supuesto que María Mercedes, inteligentemente,
castigará con su voto a los hambreadores de sus hijos, así me lo confesó.
El voto castigo no es propio de Venezuela, es una reacción usual de los
pueblos para sancionar desaciertos y deslealtades de sus gobernantes. Los ya
casi completos 17 años de una errada política económica han empobrecido el país
y vuelto leña nuestra moneda. Este gobierno propicia el cierre de empresas,
disminuye la producción, incrementa el desabastecimiento y la inflación, amén
de la corrupción, la delincuencia y otros males igualmente graves, todo lo cual
nos lleva a voltear la tortilla. Es hora de cambio. El voto masivo disminuye
las posibilidades de fraude y amplía la oportunidad real de triunfo de la
alternativa democrática.
Por supuesto que el voto del 6 de diciembre es para algo más que elegir
diputados a la Asamblea Nacional, ya que nos mueve un propósito de más largo
aliento. Nicolás, de su lado y de manera desesperada -con la angustia de quien se sabe perdedor-
pide el voto para la revolución y “para Chávez”, para que el proceso continúe,
con lo cual el voto por los candidatos del régimen es algo más que la elección
de un diputado, es la escogencia del continuismo. Del otro lado y del mismo modo,
cuando yo vote por mis diputados en el Circuito de El Hatillo, estaré con mi
voto diciéndole a Nicolás vete ya. Quiero un nuevo Parlamento y un nuevo
gobierno. Tres años y algo más de espera para una próxima elección presidencial
es incalable e injusto con Venezuela. ¿Cuánto más nos deterioraríamos en tres
años?, ¿por qué prorrogar lo que puede resolverse ya por tres vías
constitucionales? La primera y más rápida, la renuncia de Nicolás ante el
rechazo popular. La segunda el referendo revocatorio a mediados del próximo año
y, la tercera, una Asamblea Constituyente que reconstruya la República y ordene
relegitimar los poderes públicos. Es tiempo de cambio, el cambio en la Asamblea
Nacional es bueno y necesario pero insuficiente. Vete Nicolás.
En este 2015 el gobierno ha aumentado cuatro
veces el salario mínimo (febrero, marzo, julio y noviembre); en el año 2014
hubo tres incrementos salariales y en los cinco años anteriores (2009 a 2013)
dos ajustes anuales. Aumenta el salario porque previamente aumentó la inflación;
el incremento salarial va a la saga del aumento de precio.
Nicolás acaba de decir una gruesa mentira,
dijo que al final de este 2015 la inflación habrá alcanzado aproximadamente un
80 %, mientras los sueldos se han incrementado en un 97,3 %. De ser así,
estaríamos 17,3 % mejor ahora que en enero. ¿Quién lo cree? Se estima que la
inflación (cuya cifra oficial esconde el gobierno delictualmente) estaría
aproximadamente en 184 %, es decir 100 % más de lo que dijo Nicolás. La cesta
alimentaria para el mes de octubre cerró en Bs. 97.291,86 mensuales para una
familia de cinco miembros. ¿Cuántos mínimos se requieren para cubrirla
plenamente? La inflación está matando al régimen.
No alcanza “ni pa’comé”. Hay motivos
suficientes para la protesta de calle y para el silencioso voto protesta, ese
que no hace ruido pero que cambia gobierno y abre puertas al mañana.
Paciano
José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano
Miranda
- Venezuela
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