¿Ya vencimos? Se
preguntaba la gente con escalofríos sin poder creerse el resultado electoral
que emanaba de la lengua de Tibisay Lucena, ¿ya vencimos? Preguntaban de nuevo,
y la respuesta es ¡no!, no hemos vencido aún,
la verdadera victoria no es habernos impuesto en la Asamblea Nacional,
tampoco haber demostrado que ahora somos mayoría, el verdadero triunfo será
recuperar un país sin norte sumido en la inseguridad, ese será el día del
verdadero triunfo, cuando todos nuestros hermanos exilados en el exterior
vuelvan con sus maletas a pisar nuestro país y nos digan ¡Vinimos para
quedarnos!, ese si será un verdadero triunfo.
La derrota trae
consigo un olor pestilente y desagradable que durante 17 años debimos aguantar,
hoy finalmente hemos podido decantarnos con un aroma dulce y victorioso, pero
justamente ese aroma es el que hoy nos pide levantarnos y tomar consciencia de
lo ocurrido. Las veces anteriores luego de terminar un proceso electoral lo
único que podíamos hacer era lamentarnos, despedir en el aeropuerto a quien
tras una nueva decepción se marchaba y esperar con una calma inexistente los
próximos comicios electorales. Esta vez nuestra responsabilidad es mucho mayor,
sí, ganar la Asamblea Nacional es el primer paso, pero ese primer paso que
finalmente hemos logrado dar nos compromete con una responsabilidad mucho
mayor: poder concretar lo que tanto se ha dicho, y demostrarles a aquellos que
momentáneamente se encontraban enfadados con el gobierno y votaron en su
contra, que siempre tuvimos la razón, que nunca les mentimos, que lo propuesto
desde hace años también los incluía, ¿por qué? Los afectos políticos pueden
asemejarse a los afectos religiosos, o a los afectos amorosos: hay discordias,
peleas, diferencias de opiniones, las personas desencantadas se van en busca de
nuevos afectos, pero si en su búsqueda no consiguen a alguien más que llene sus
corazones, volverán perdidos y arrepentidos a los pies del primer amor, quien a
pesar de sus maltratos sigue estando presente en cada uno de sus pensamientos.
La recompostura de un
país no es tarea fácil, en lo personal lo que me originó mayor felicidad la
madrugada del 7-D fueron los mensajes de mis amigos en el exterior augurando un
pronto regreso, ¡vaya que eso ilusiona! Pero hoy no es hora de caer en
triunfalismos exacerbados, tampoco es hora de pensar en venganzas absurdas, hoy
es hora de creer en una reconciliación entre todos los venezolanos que habitan
no solo el país, sino todo el planeta, a partir de ahora podrá empezar a
comulgarse una unión que probablemente nunca antes había existido en nuestro
suelo patrio, una comunidad llena de hombres y mujeres que en sus distintos
estratos sociales y razonamientos puedan verse en las calles llenos de amor,
afecto y respeto, un país donde más nunca valgan los criterios políticos por
encima de la nacionalidad, donde podamos trabajar con seguridad jurídica y
progresar junto a nuestras familias, donde podamos caminar tranquilamente por
las calles sin sentirnos atosigados por la violencia, un país donde más nunca
nos sintamos identificados con un color que no sea el de nuestra bandera, esa,
esa si será una verdadera victoria.
Emmanuel
de Jesus Rincon Meneses
rinconemmanuel@gmail.com
@emmarincon
Tachira
- Venezuela
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