El domingo 22 de octubre, en mi
artículo semanal, critiqué la doctrina militar chavista. Dos partidarios de
Hugo Chávez al alimón, me respondieron en Aporrea con un conjunto de
planteamientos de orden político que me obligan a contestarles. El primer
aspecto que debo aclarar es que la doctrina militar es un conjunto de principios que establece la forma de empleo
de la organización militar de un país ante una amenaza determinada. De allí que
dos sistemas políticos diferentes puedan utilizar la misma doctrina militar sin
importar la ideología política que
defiendan. Un buen ejemplo, son las operaciones militares de la Segunda Guerra
Mundial. Las Fuerzas Armadas norteamericana, inglesa, soviética, y alemana combatieron de acuerdo a los
principios de la Guerra de Tercera
Generación, en base al enemigo, al ambiente operacional y al nivel tecnológico
de su material de guerra. En ningún caso influyó la ideología imperante en cada régimen político.
Hugo Chávez inició la
discusión para adoptar una nueva doctrina militar en el año 2004, convencido de
la necesidad de establecer unos nuevos principios de empleo de nuestra Fuerza
Armada. Sin mayor debate, y como siempre de acuerdo a su interés político,
impuso la Guerra Asimétrica, entendiéndose ésta como la respuesta de uno de los
actores de la guerra frente a un oponente de mayor capacidad militar mediante
el empleo de tácticas no convencionales. Según su visión, el pueblo venezolano,
junto a la Fuerza Armada, sería utilizado en operaciones militares de resistencia para repeler una posible
invasión de los Estados Unidos de Norteamérica. Fue tan absurdo su
planteamiento que la Fuerza Armada conservó la misma estructura organizativa y
su actual equipamiento orientado hacia la conducción de una Guerra de Tercera
Generación. Esa es la única manera de
poder justificar la adquisición de 24
Sukhoi 30, 92 tanques T.72 y 300 carros
blindados BMO3, etc. Además fue tan descabellado ese planteamiento que nunca se
propuso una reorganización de la Fuerza
Armada para adaptarla a ese tipo de Guerra.
La crítica
fundamental a mi artículo se resume en el siguiente párrafo: “Ya lo dijo el
clásico, "la guerra es la política por otros medios". Se deduce que
la doctrina militar es, en esencia, una doctrina política. Ya vamos entendiendo
la posición del general Ochoa cuando nos dice "al considerar sin
fundamento alguno a Estados Unidos como el potencial enemigo de
Venezuela". Allí se parten las aguas de la política. Si los Estados Unidos
no son el enemigo fundamental, entonces, no se es antiimperialista, y como
consecuencia no somos anticapitalistas”. Craso error. La ideología de un
régimen político puede influir en la
política militar, pero nunca en la doctrina de empleo de las fuerzas armadas.
Era necesario, para establecer la Guerra Asimétrica como doctrina, analizar a
profundidad las amenazas reales o potenciales que pudieran surgir de los
Estados Unidos. En verdad no creo que lo
hayan hecho con la seriedad, serenidad y objetividad requerida en un estudio
estratégico de tanta trascendencia.
Plantear, como lo
hacen mis dos críticos, que el establecimiento de un régimen socialista en
Venezuela es una amenaza de tal gravedad para los Estados Unidos como para provocar una invasión a nuestro
país es tener, por lo menos, una imaginación proclive a la fantasía..Mucho más
ahora que terminó la Guerra Fría. Esa posible invasión sólo ocurriría si un
gobierno venezolano se prestara para que desde su territorio se realizaran
acciones de guerra en contra de los Estados Unidos.
Tampoco es cierto, que la
causa de una posible amenaza de los Estados Unidos surge de su interés de
controlar las muy importantes reservas
petroleras existentes en Venezuela y a Petróleos de Venezuela. La realidad es que nuestro país siempre ha
sido, y en el gobierno chavista ha continuado siendo, un suministrador seguro
de petróleo para Occidente y especialmente para Norteamérica. Mucho menos, que
surja como amenaza a nuestra política exterior soberana. Venezuela siempre la
tuvo desde 1958…
Los cuadros militares
deberían reflexionar ampliamente sobre las reales y potenciales amenazas que
actualmente existen contra Venezuela. Nuestro país tiene dos problemas
limítrofes fundamentales: nuestra reclamación territorial con Guyana y la delimitación de las áreas marinas y
submarinas con Colombia. En el caso de Guyana es necesario evaluar lo que
significa nuestra salida al Atlántico como interés vital de Venezuela, las
naturales alianzas que pudiera establecer Guyana y el posible teatro de
operaciones terrestre y marítimo.
En el caso de Colombia se debería estudiar a
profundidad su potencialidad militar si llegara a firmarse un acuerdo de paz
con las FARC y el ELN. Además, Venezuela enfrenta peligrosas amenazas a su
seguridad interna: la penetración del narcotráfico en altas esferas del
gobierno nacional y de nuestra sociedad, el delito financiero, los grupos
subversivos, las bandas armadas, el delito organizado…
Ante esta realidad
se requiere de una Fuerza Armada
Nacional adecuadamente equipada y entrenada con firmes valores profesionales y
un profundo sentido institucional. Ese
es el reto…
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
Caracas - Venezuela
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