martes, 8 de diciembre de 2015

OSWALDO PÁEZ-PUMAR, OFREZCO EXCUSAS, ESTAMOS COMENZANDO, ¿APRESURAMIENTOS?

Hace unos cuantos años a propósito de unos resultados electorales adversos y cuando se debatía entre los opositores la causa de la derrota, o peor aún el nombre del culpable, al terciar en esa infructífera polémica expresé: “iremos de derrota en derrota hasta la victoria final”. El citarme a mí mismo es la razón del título escogido para este artículo.

            No obstante, de entrada quiero aclarar que aún se encuentra lejos la victoria. Estamos comenzando. Como lo expresó en su momento Churchill “este no es final, no es ni siquiera el principio del fin, puede ser más el fin del principio.” Ahora es cuando comienza la tarea de reconstrucción.

            Desde luego que esa tarea abarca la reconstrucción de la estructura física del país de la cual forma parte el aparato productivo agrícola, pecuario, industrial, comercial y de servicios en general colocado en manos de ineptos y saqueadores después del grito “exprópiese”; iniciado con fincas en plena producción, luego con industrias poderosas y comercios para llegar, apenas ayer, hasta los mercados de Quinta Crespo y Guaicaipuro.

            No será fácil tener la cooperación del poder ejecutivo porque ayer y hoy el fanatismo se nutre de la ceguera. El pueblo que votó favorablemente por la opción opositora, puede percibir la falta de soluciones oportunas como responsabilidad de aquellos a los cuales dio su voto y no de un poder ejecutivo recalcitrante que se empeña en seguir su errada política económica. Aun así tendremos que abrir caminos al entendimiento, puesto que no podemos dejar de reconocer la realidad del poder ejecutivo, tan autónomo como el legislativo, al cual corresponde la acción de gobierno.

La renuncia es una salida, pero no así el revocatorio, porque mientras que la primera es expedita, la segunda implica lanzar al país a otro proceso electoral, antes de que la población obtenga nada absolutamente nada del proceso previo.

La reconstrucción de la estructura legal y moral es tarea tan o más importante que la económica y hay que iniciarla ya. La recuperación del estado de derecho, del imperio de la ley aguarda por parte de los recién electos diputados una contribución cotidiana que por supuesto incluye un nuevo lenguaje, un nuevo modo de decir. El lenguaje es el poder, si nuestro lenguaje de respeto mutuo es hablado por el pueblo habremos alcanzado la victoria. Esa que llamé “final”.

Oswaldo Paez Pumar
paezpumar@cantv.net

Caracas - Venezuela

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