El decreto de
emergencia económica para Venezuela emitido por Nicolás Maduro la semana pasada
—un nuevo subterfugio del presidente para no aceptar el mandato del pueblo
venezolano— permitió que la mayoría opositora diera una lección democrática y
aceptara la posibilidad del diálogo negado en tantas ocasiones por el chavismo,
que gobierna desde hace más de tres lustros.
Maduro se arroga el
poder para gobernar durante 60 días en materia económica prescindiendo de la
Asamblea Nacional, la que legítimamente tiene el mandato popular de poner fin a
la lamentable situación de penuria y escasez en la que se encuentra sumida la
población. No parece muy sensato que el causante último de una situación se
presente ahora como quien puede solucionarla. Por eso el presidente de la
Asamblea, Henry Ramos Allup, tendió la mano siempre que haya “rectificaciones”.
Maduro reconoció que hay que mejorar “la confianza mutua” —un eufemismo casi
cómico— y tuvo que escuchar de Ramos Al
Venezuela lleva mucho
tiempo en emergencia económica. Y también en emergencia en materia de libertad
de expresión y respeto a los derechos humanos. Maduro debe poner fin a la
charada populista y dejar que quienes han sido elegidos por el pueblo puedan
ejercer su derecho y obligación de legislar en las materias económicas políticas
y sociales que sea necesario.
http://elpais.com/elpais/2016/01/18/opinion/1453143713_110887.html
Por elPaisESFecha:
19/01/2016
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