Al profesor Demetrio
Boersner, honesto y consecuente socialdemócrata de sólida formación marxista,
amigo entrañable y confidente espiritual durante más de 40 años, que
inesperadamente se nos fue en los días navideños.
“Quien cree en mí,
aunque haya muerto vivirá”, dice Jesús.
Venezuela renacerá
con la sinceración en tres dimensiones: la reconstitucionalización del país, el
profundo cambio de la política económica social del gobierno y el nuevo
espíritu de reconocimiento mutuo y cooperación entre venezolanos.
Lo ocurrido el 6-D en Venezuela es de tal
magnitud y trascendencia que no acabamos de entender y menos de digerir.
Venciendo todas las coacciones, amenazas, trampas y obstáculos, la gente
descubrió que la inmensa mayoría clama por un cambio serio y a fondo. Es lógico
que el gobierno luzca aturdido y se enrede en sus propias trampas. A muchos les
resulta imposible admitir que ya no son dueños del poder, cuya perpetuación la
creían asegurada, a base de zanahoria y palo. Despreciaron al pueblo y
sobrevaloraron el poder que da temporalmente el dominio de los medios para
silenciar y para vender realidades inexistentes:
1-La reconstitucionalización
de Venezuela pasa por la urgente eliminación de las violaciones sistemáticas y
programadas de la Constitución vigente, como el atropello de la separación y
autonomía de poderes, de la no militancia partidista de la Fuerza Armada y la
conversión de todo adversario en delincuente político, agente del imperio y
enemigo del pueblo venezolano. En consecuencia estos no merecen vivir en
libertad y los presos políticos y exiliados no son accidentes, sino creados
para implantar la exclusividad del poder. La nueva Asamblea Nacional viene
decidida a recuperar la Constitución y redemocratizar el país, luego de década
y media dedicada a imponer una dictadura más militar que cívica con control de
la economía y del pensamiento e información. La Asamblea Nacional, recogiendo
el clamor del país, recuperará el respeto a la Constitución.
2-Cambios de la
actual política económica causante de la inmensa catástrofe nacional.
Impusieron un modelo fracasado con la vieja idea de que la felicidad de un país
solo es posible con la eliminación de la propiedad privada de los medios de
producción y de la empresa privada. Este sueño, tras muchas décadas de
imposición totalitaria, fracasó en múltiples países por la sencilla razón de
que es contra natura. Hoy ni Rusia, ni China, ni Vietnam piensan en semejante
disparate. Cuba está buscando inversión privada extranjera… pero aquí la “revolución” no quiere enterarse. Hoy en
día en Venezuela reina la desesperación socioeconómica en una población
atrapada por la mayor inflación del mundo, descenso dramático del PIB y de la
productividad, desabastecimiento, ineficiencia y corrupción en empresas y
servicios públicos.
Ahora con el decreto
de “emergencia económica” quieren reforzar las causas que produjeron el
desastre, bajo la dirección de un ministro para quien no existe la inflación
como hecho económico, sino como maldad de los empresarios; bastaría la buena
voluntad de estos para bajar la inflación de 200% a 2%. Para reparar el crimen
económico que cometieron contra la agricultura venezolana, al estatizar
Agroisleña, ponen una ministra con la idea de sembrar un par de matas en
porrones y latas del balcón urbano. Nadie sensato propone resolver el mal
reforzando las causas del desastre y con los mismos médicos. El Ejecutivo debe
tomar en serio la crisis y sus causas y dejar de repetir el cuento de la
“guerra económica” con la idea de cambiar sin tener que cambiar. No somos ni
analfabetos, ni niños, para que el presidente, con aparente seriedad, nos diga
que no hay más alternativa a esta política económica de desastre que el
neoliberalismo. El mundo está lleno, desde China a Uruguay, pasando por
Noruega, Canadá, Vietnam o Dinamarca, de notables éxitos que no son ni
neoliberales, ni perseguidores de la empresa privada. Hay que recordar que en
el siglo XX Venezuela vivió y disfrutó muchas políticas económico-sociales
exitosas que no eran neoliberales ni maduristas y durante más de medio siglo
logró, con diversos gobiernos, un impresionante crecimiento sostenido, sin
inflación y con avances sociales en salud, educación, empleo, leyes sociales…
3-Nuevo espíritu.
Para que las duras medidas y los exigentes cambios tengan éxito, necesitamos el
renacer de un nuevo espíritu. Gobierno y oposición deben sincerarse, superarse
a sí mismos y acordar soluciones con poca retórica y mucho realismo y
resultados. Nuevo espíritu que como fuerza arrolladora barrerá todo liderazgo
que no esté a la altura: si en las familias, asociaciones, iglesias, centros
educativos… todos nos convertimos en cultivadores del “nosotros”, del
reconocimiento y solidaridad del otro, del que es distinto, del que ayer era
excluido por mí con identificación y convicción de que nuestro bien pasa por su
bien y que si a él le va mal, a la larga también a mí y a todos nos irá mal.
Jorge Olavarría era
un político inquieto y de extraordinario talento que contribuyó al triunfo de
Chávez, convencido de que con el militar llegaría el cambio y el castigo a los
culpables. A los pocos meses cayó en la cuenta de la siembra destructiva que
con aires mesiánicos se estaba haciendo desde la cúpula del poder. El 5 de
julio de 1999 como orador de orden en la solemne celebración de la
Independencia, ante el presidente de la República y altos representantes de
todos los poderes, Olavarría se atrevió a denunciar con claridad, elocuencia y
presentimiento la siembra antirrepublicana. Intentaron callarlo y no pudieron.
Completó su alerta concluyendo. “He dejado hablar al venezolano angustiado que
tengo dentro. Porque no somos pocos los venezolanos que estamos angustiados por
las tempestades que van a provocar los vientos de odio, de ilegalidad y de
violencia sin razón ni sentido que hoy están sembrando”. Aquella siembra –lo
sabía Olavarría– conducía inexorablemente a la actual ruinosa cosecha. Ahora
hay que revertirla por todos los medios y en todas las instancias por otra de
reconocimiento, solidaridad e inclusión.
El papa Francisco en
el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este comienzo de este año nos
pide que enseñemos a gustar a niños y grandes la alegría que brota de vivir día
a día el amor, la solidaridad, la compasión por el prójimo y que participemos
activamente en la construcción de una sociedad más humana y fraterna. Es el
renacer de Venezuela.
Luis Ugalde S.J.
lugalde@ucab.edu.ve
Caracas - Venezuela
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