Al instalarse la
Asamblea Nacional bajo el control
mayoritario de las fuerzas políticas de la Unidad Democrática, automáticamente
se produjo un refrescamiento esperanzador en un pueblo que a gritos viene
reclamando un cambio en la desgastada estructura de un régimen degradado en
todas las escalas de su conformación.
Los que se autoproclaman bolivarianos no pudieron contener el efecto que
produce la orfandad frente a lo mucho que se tuvo y verse hoy sin el garrote de
mando, lanzando gritos que se pierden en el espacio.
Sin debilidades
revanchistas, los diputados democráticos asumen sus curules con un
programa que pone en la mesa de la
discusión las necesidades apremiantes atascadas en el fango de la incompetencia
y la corrupción. Los mecanismos constitucionales existen y
sólo hay que poner a andar el correaje.
Son dos modelos irreconciliables, pero siempre hay una rendija por donde
el diálogo puede facilitar los caminos; sólo que en ese diálogo el tema central
estaría en la renuncia de Maduro, apoyado en el rechazo popular y
considerándolo el principal responsable de la crisis nacional. El pueblo quiere su renuncia y la respuesta
-con la Constitución en la mano- la
tiene esa mayoría democrática que
de inmediato debe iniciar los mecanismos legales para cumplir
la encomienda de desalojar al inquilino de Miraflores.
No es verdad que
esos magistrados -nombrados
con olfato sospechoso- tienen el
toro agarrado por los cuernos. Hurgando
en el debate, entre los honorables hay algunos bates quebrados. Quién nombra a quién está claramente
establecido, sólo que hay una pequeñisima diferencia: los magistrados los
designa la Asamblea Nacional y los
diputados son electos por la voluntad popular.
Ni pensar en una cacería de
brujas, pero son tantas las verrugas que
deterioran la imagen de una institución que debiera ser respetable que se justifica el por qué los venezolanos piden
a gritos el adecentamiento de la justicia.
¿Cuántos están allí
sentados en lugares que ocuparon Eladio Aponte Aponte, Luis Velázquez Alvaray y
el policía Leams Salazar, brazos ejecutores de los desmanes del gobierno? No necesitamos tocar el punto del tristemente
Fiscal Franklin Nieves, acobardado por la vergonzosa decisión condenatoria de
Leopoldo López; muchas son las caras
que al igual que la Fiscal General y el Defensor del Pueblo, tendrán que rendir
cuentas. Aún queda trecho, pero nunca
como ahora habíamos estado tan cerca.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo -
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario