viernes, 22 de enero de 2016

LUIS GARRIDO, CON LA CONSTITUCION EN MANO

Al instalarse la Asamblea Nacional  bajo el control mayoritario de las fuerzas políticas de la Unidad Democrática, automáticamente se produjo un refrescamiento esperanzador en un pueblo que a gritos viene reclamando un cambio en la desgastada estructura de un régimen degradado en todas las escalas de su conformación.  Los que se autoproclaman bolivarianos no pudieron contener el efecto que produce la orfandad frente a lo mucho que se tuvo y verse hoy sin el garrote de mando, lanzando gritos que se pierden en el espacio.
 
Sin debilidades revanchistas, los diputados democráticos asumen sus curules con un programa  que pone en la mesa de la discusión las  necesidades apremiantes  atascadas en el fango de la incompetencia y  la corrupción.  Los mecanismos constitucionales existen y sólo hay que poner a andar el correaje.  Son dos modelos irreconciliables, pero siempre hay una rendija por donde el diálogo puede facilitar los caminos; sólo que en ese diálogo el tema central estaría en la renuncia de Maduro, apoyado en el rechazo popular y considerándolo el principal responsable de la crisis nacional.  El pueblo quiere su renuncia y la respuesta -con la Constitución en la mano- la  tiene  esa mayoría democrática que de inmediato  debe  iniciar los mecanismos legales para cumplir la encomienda de desalojar al inquilino de Miraflores. 
 
No es verdad que esos  magistrados  -nombrados   con olfato sospechoso-   tienen el toro agarrado por los cuernos.  Hurgando en el debate, entre los honorables hay algunos bates quebrados.  Quién nombra a quién está claramente establecido, sólo que hay una pequeñisima diferencia: los magistrados los designa la Asamblea Nacional y  los diputados son electos por la voluntad popular.  Ni pensar en  una cacería de brujas,  pero son tantas las verrugas que deterioran la imagen de una institución que debiera ser respetable que  se justifica el por qué los venezolanos piden a gritos el adecentamiento de la justicia.       

¿Cuántos están allí sentados en lugares que ocuparon Eladio Aponte Aponte, Luis Velázquez Alvaray y el policía Leams Salazar, brazos ejecutores de los desmanes del gobierno?  No necesitamos tocar el punto del tristemente Fiscal Franklin Nieves, acobardado por la vergonzosa decisión condenatoria de Leopoldo López;   muchas son las caras que al igual que la Fiscal General y el Defensor del Pueblo, tendrán que rendir cuentas.   Aún queda trecho, pero nunca como ahora habíamos estado tan cerca.  

Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr

Carabobo - Venezuela             

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