Está de anteojitos que el estado
venezolano se ha convertido en un aparato burocrático no solo ineficiente sino
peligroso para la vida republicana, grande y costoso, sus resultados no se
compadecen con el gasto que los venezolanos hacemos en él, y esto se debe
principalmente a la mala costumbre de la política venezolana de hacer
clientelismo político (negociados, corrupción, nepostismo) no sólo con el
presupuesto nacional sino con el estado mismo.
Los partidos que logran llegar a
posiciones de poder, pagan favores y lealtades con nombramientos en cargos de
la administración pública, con jefaturas y direcciones, con empleos aún en las
más bajas categorías del funcionariado, el bendito estado benefactor se ha
convertido en la nómina para ubicar desde choferes y ascensoristas, pasando por
técnicos, inspectores, y terminando con ministros, embajadores y generales.
Se nombra a los familiares, a los
amigos y compañeritos, no a los que en realidad sirven para el cargo, todavía
subsiste la costumbre de escribir en una tarjeta de presentación una
recomendación para alguien “ayuda al compañero que está sin trabajo”, de esta
manera las nominas se engordan, los funcionarios pululan, las cosas se hacen
mal hechas y salen muy costosas.
La nómina del Estado está tan
inflada que creo, que después de la corrupción, es la segundo causa en la
hemorragia de recursos de nuestro tesoro nacional, sin duda alguna pienso que el estado podría funcionar
con un tercio o menos de su actual personal, y hacerlo mejor.
Son innumerables las redundancias
en los cargos, los gastos de “seguridad”, los “entourage”, los privilegios
innecesarios para tantos funcionarios que están simplemente de adorno, empezando
por esas groseras comitivas presidenciales en viajes diplomáticos que tienen
que rentar aviones y pisos completos en los hoteles, lleno de gente que lo que
va hacer es turismo.
Si la idea es que el mayor numero
de venezolanos cobre un estipendio a costa del estado como fórmula de
redistribuir el ingreso nacional, pudiera pensarse en otra fórmula que no sea
la del empleo en la administración pública, porque señores, se trata del
estado, del encargado de manejar el país, de defendernos, de establecer las
condiciones legales y de libertades para hacernos prosperar, de mantener el
orden y los principales servicios públicos funcionando, no es una agencia de
colocaciones ni es el seguro social.
La revolución socialista ha
configurado al estado a su imagen y semejanza, trabaja bajo los principios de
emergencias, estados de excepción, misiones, operativos, o sea, todas
situaciones que consisten en reaccionar ante las circunstancias del momento,
con lo que necesita operar con recursos extraordinarios, presupuestos
paralelos, fondos secretos, partidas especiales, lo que a su vez implica nueva
legislación, decretos presidenciales, nuevas instituciones, nuevos territorios
y autoridades, lo que a su vez obliga al estado a contratar más personal.
El estado es un órgano funcional
con fines que le son propios por virtud de las especialidades que debe tratar,
por lo que existe una técnica que le permite detectar y resolver problemas,
pero sobre todo prever situaciones, tener planes de mantenimiento y reposición
de elementos claves en los sistemas, contar con información confiable para
hacer sus cálculos de crecimiento, que es lo mínimo que se espera de un
funcionario público medianamente capacitado, pero si a ese órgano incorpora
usted gente ignara, sin sentido de responsabilidad adecuado, sin la preparación
en el manejo del área, entonces el estado se convierte en un problema, y esa no
es la idea.
Es tan paquidérmico, torpe y
lento, que las ordenes se diluyen entre la espesura del personal, las mismas emergencias
toman demasiado tiempo en ser atendidas, hay tantos intereses, grupos y
caciques dentro de la administración pública, que las instrucciones se
torpedean, se cambian, se anulan, se transforman en otra cosa, terminando la
acción del gobierno en una morisqueta.
Pero encima de esta monumental
torre de Babel en que han convertido al estado, los presupuestos asignados
nunca alcanzan debido principalmente a los negociados de unos pocos, los
dineros del tesoro nacional pierden su dirección, los sueldos se hacen magros y
hay que robar, o pedir comisión, o chantajear… de modo que el estado se
convierte en una gran alcabala que en vez de atender las necesidades de los
ciudadanos, los asalta y los tima.
Por ello es que no hay un flujo
constante y confiable de energía eléctrica, ni agua, ni hospitales, ni
seguridad ciudadana, ni raciones para los soldados, ni papel toilette… todo es
una gran improvisación, un “cuanto hay pa’eso”.
Y para colmo, se reducen los
horarios de trabajo, se hace facilito faltar la oficina y seguir cobrando el
sueldo, se les da libre el día a los funcionarios para que vayan a los actos
políticos a beber, a gritar y a tocar pitos, súmele usted todos los días
festivos que hay en el calendario, las huelgas, los paros y resulta, que las oficinas
públicas trabajan muy pocos días al año, y el público, los ciudadanos que son
los usuarios del estado, perdiendo sus día entre las colas y “mentando madre”
frente a las puertas cerradas de los ministerios e instituciones públicas.
El estado ha perdido su carácter
y naturaleza de instrumento para la administración pública, al punto, que el
trabajo del tren ejecutivo del país, a quien se le asigna el mayor cúmulo de
responsabilidades, es ahora un realitty show en la televisión, todos los días
en cadena nacional, con concursos, drama, chistes, anuncios y con público
presente… ya nada tiene sentido.
En mi humilde opinión, es
imposible gobernar al país con un estado como el que tenemos, el estado se está
comiendo vivo la esperanza del pueblo en un mundo mejor, pero nadie habla de
ello, nadie menciona una reforma del estado, un gobierno nuevo se encontraría
con un monstruo de mil cabezas desde el cual es imposible la mínima gestión.
Pero con quienes hablo del asunto
me dicen que no es el momento de reformas, que no se puede echar a la calle a
millones de personas que dependen del quince y último para poder vivir, que hay
parcelas de la administración pública que no se pueden tocar, que tienen
dueños.
¿Qué es esto? ¿De qué se
trata?... nos hacemos cómplices del mal gobierno para no pisar intereses,
llegan nuestros representantes a la Asamblea Nacional con las manos atadas, si
la idea es cambiar de representantes para que nada cambie, me parece que es un
sin sentido ¿Cuál es la idea? ¿Gobiernos paralelos? ¿En las sombras?
Todo gobierno tienen una fecha de
caducidad, pero hay quienes pretenden perpetuar sus influencias en leyes que
dejan hechas para que nadie las toque, en nombramientos de funcionarios de
última hora para hacerlos inamovibles, en instituciones creadas como monumentos
a la administración anterior que son sagrados.
Quienes llegan nuevos al gobierno
tienen sus propias ideas y planes, el estado no puede convertirse en un
obstáculo para gobernar, es por ello mi preocupación, ¿Donde están los planes
de reforma del gobierno de parte de nuestros diputados a la Asamblea Nacional?
¿Cómo podemos hacer para romper con la mala costumbre de convertir al estado en
una dependencia del partido de gobierno?
El gobierno tal y como está
planteado no puede seguir operando de la manera como lo ha venido haciendo, la
centralización de funciones y competencias ha traído más problemas que
soluciones, hasta ahora el chavismo se ha comportado como si fuera el dueño del
estado, y eso no es verdad, el dueño del estado son los ciudadanos, el estado
existe y el gobierna lo opera en función de los intereses de los ciudadanos
venezolanos, no de los cubanos, ni de los chinos, ni de la Patria Grande, ni
del socialismo y menos , de entelequias como las comunas.
Alguien sugirió en algún momento
que se discutió el asunto, que era preferible seguirle pagando el sueldo a los
empleados públicos y mandarlos a sus casas, que tenerlos en las oficinas
entorpeciendo el funcionamiento de la administración pública, no es mala idea,
si se diseña un plan para transferir empleados del estado a la empresa privada,
digamos un plan de seis meses, donde el empleado sería reentrenado para sus
nuevos trabajos, mientras gana su sueldo, pero deja que el estado funcione con
el personal necesario y justo. A las empresas privadas se les daría contratos
de obras públicas y para operar servicios que son un fracaso en manos del
estado, con la condición, que contraten con los funcionarios que queden
cesantes, los entrenen y los hagan productivos, creo que sería un buen comienzo
para sanear al estado.
Imaginen si todos esos
guardaespaldas que ahora cuidan a los altos funcionarios fueran reintegrados a
trabajar en las calles, creo que se sentiría un cambio en la muy descuidada
seguridad ciudadana.
Igual sucede con nuestro estamento
militar, creo que es una organización que sufre de gigantismo para lo poco útil
que es, es absolutamente inaceptable, por ejemplo, el número de altos oficiales
de que dispone, ganando sueldos que no se merecen ni honran, son absolutamente
improductivos y lo peor, ocupando un espacio y funciones que lo que hacen es
entorpecer el desarrollo del país.
La carrera militar debe ser
corta, altamente profesional y preparando a sus miembros para desempeñar
funciones en la sociedad civil una vez que dejen el uniforme.
Estos son apenas algunos ejemplos
de las cosas importantes que hay que ocuparse, por supuesto, dándole a lo
económico la prioridad que necesita, sobre todo para equilibrar las cuentas
nacionales y tratar de controlar la inflación que nos está matando (que una de
sus causas, es precisamente el incontrolable gasto publico).
La nueva Asamblea Nacional tiene
trabajo para rato, esperemos que el chavismo no interfiera para que pueda
empezar a arreglar el desaguisado en que nos metieron. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
Miranda - Venezuela
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