En 1979 se publicó un libro que de inmediato se
hizo famoso, titulado “La tercera ola”, firmado por Alvin Toffler, escritor y
“futurista” neoyorkino nacido en 1928. Se basó en los grandes trazos de la
historia a muy largo plazo, para describir la forma que tomaría el mundo una
vez “superada” la Era industrial. Aún puede leerse con provecho, porque
contiene mucho de realidad.
Años antes, en 1970, Toffler había publicado “El
shock del futuro”, expresión que usó para caracterizar un estado sicológico de
individuos y de sociedades: la percepción personal de "demasiado cambio
para un lapso de tiempo demasiado corto"; y su lectura también vale la
pena hoy día.
Toffler llamó “la primera ola” a la onda
civilizatoria que surgió con la revolución agrícola, a partir del período
Neolítico, hasta el siglo XVII de nuestra Era Cristiana. Superada la previa
etapa primitiva de recolección, caza y pesca, se dejó el nomadismo y nació la
agricultura. Las “ferias”, o sea los mercados, surgieron con las primeras
aldeas o asentamientos fijos “civiles” de los humanos sedentarios. La especie
humana ya “civilizada” en las ciudades, y unida en matrimonios monogámicos y
familias establecidas, puede transformar la naturaleza que le rodea. La familia
planifica a largo plazo para su descendencia una vida más allá de la mera
subsistencia; y así comienza el crecimiento demográfico en gran escala.
La “segunda ola” comenzó de firme en el siglo
XVIII, con la Revolución industrial. Capital y nuevas tecnologías permitieron
la creación de las grandes máquinas electromecánicas. La imprenta ya había
revolucionado la cultura; y el capitalismo “moderno” ya había nacido con el
Renacimiento y la Reforma protestante, en el siglo XVI. Luego los grandes
centros urbanos aparecieron, y después la producción en serie, con cadena de
montaje y transportes. Se intensificó la explotación de recursos naturales; y
por eso hubo una “explosión” demográfica. La democracia se popularizó, y el
derecho al voto fue extendido.
Lo que hoy llamamos revolución de la información y
las comunicaciones, la Internet y el Ciberespacio, es parte de lo que Toffler
llamó “la tercera ola”. Pero nos advirtió que hay un desfase entre los
contenidos de la información, y la capacidad humana para manejarlos: las
grandes masas de población no entienden cómo todas estas cosas se producen, no
conocen las instituciones y reglas necesarias para tenerse en pie la economía,
la familia, la cultura, el derecho y la justicia, la sociedad, la educación y
la civilización.
El Premio Nobel Friedrich Hayek (1899-1992) estudió
muy a fondo este desajuste, al que Toffler apenas apuntó: los pueblos pueden
llegar a suicidarse por ignorancia y desconocimiento, guiados ciegamente por
ideas estúpidas y letales; y el arma mortal para cometer este suicidio es el
socialismo. ¿Y cómo andamos de socialismo? ¿En cuál “ola” colectivista nos
tienen las izquierdas? Ya vamos por la Cuarta. Fíjese:
(1) En la primera ola establecieron de dinero de
mero papel, emitido por los Bancos Centrales, a partir de 1913 en E.UU., sin un
patrón metálico como contención. Así nos comenzaron a empobrecer.
(2) En la segunda ola arremetieron contra el
empleo, con las leyes laborales de la OIT, creada en 1919. Las funciones del
Gobierno, nos dijeron, son “la educación y la salud”, medios de adoctrinamiento
y control respectivamente. La seguridad y la justicia comenzaron gradualmente a
decaer, y los impuestos a subir.
(3) La tercera ola fue el ataque masivo contra la
economía que desataron en los años ‘70 y ’80, con las violentas
“nacionalizaciones” de industrias, comercios, bancos y empresas extractivas, y
expropiaciones de haciendas para la “reforma agraria”. Las guerrillas marxistas
secuestraron, torturaron y asesinaron.
(4) Estamos en la cuarta ola: el marxismo cultural,
con sus nuevas formas de dominación estatista, con nuevas y cada vez más
absurdas justificaciones. Objetivo: la civilización occidental. La “defensa de
la naturaleza” se esgrime contra el desarrollo industrial y económico. El
feminismo salvaje, la ideología “de género” y las “nuevas orientaciones
sexuales” arremeten contra el “patriarcado”, es decir, el matrimonio y la
familia, y la natalidad. Florece el racismo anti-blanco por doquier, apenas
disimulado. Y otra vez los socialistas violentos usan la religión como pretexto
para sus crímenes, en particular el islamismo; y como siempre “reescriben la
historia” con toda suerte de mentiras. Todos los relativismos proliferan:
cognitivo, moral, estético, religioso. No perdonan la gramática ni el lenguaje.
Y por detrás del escenario, la ONU y sus Agencias allanan los caminos para el
Gobierno Único mundial.
Las izquierdas hacen su trabajo, que es matar y destruir, mentir y confundir, desorientar para agredir. Y lo hacen muy bien. El problema son las derechas: no existen, o son muy anémicas y flojas. O no hacen el suyo, su trabajo, porque son corruptas, o ineptas e incompetentes, y desconocedoras de la naturaleza verdadera y real del socialismo, y/o lo hacen muy mal.
Alberto Mansueti
alberman02@hotmail.com
@alberman02
Bolivia
No hay comentarios:
Publicar un comentario