Al comienzo de la revolución cubana, entre enero y
abril de 1959, alrededor de mil militares fueron juzgados por medio de juicios
sumarios que se basaban exclusivamente en los alegatos del fiscal acusador. Los
acusados no tenían derecho a la defensa
ni podían invocar ningunas garantías procesales. La masacre empezó el 10
de enero, con 72 oficiales y soldados del Cuartel Moncada quienes fueron
fusilados por orden directa del asesino Raúl Castro. En total, se calculan
ajusticiaron a 550 militares.
Por su parte el mercenario asesino Che Guevara,
durante los primeros meses de la revolución, dispuso la ejecución de 55
personas; los juicios duraban apenas unas horas y la decisión final la
tomaba el propio Guevara.
Lo peor del caso es que no había razón militar alguna para ese baño de sangre.
El ejército de Batista había depuesto las armas completamente; no había foco
alguno de resistencia y el país vivía momentos de intensa alegría. Pero la
masacre se extendió a los civiles y a víctimas de venganzas personales.
La prensa
extranjera reaccionó con horror ante las fotos y películas de los fusilamientos
que hoy se pueden ver por Internet. Y Fidel hizo cómplice al pueblo cubano de
sus crímenes a través de los tribunales populares, los cuales mediante el grito
histérico de “Paredón” fusilaron a cientos de compatriotas
Los ajusticiamientos no terminaron ni tampoco se
limitaron a los partidarios del régimen de Batista. A través de leyes
especiales fueron previendo la pena capital para todo, incluyendo cosas tan
baladíes como incendio de cañaverales. La pena capital se ha seguido invocando
después a lo largo de estos 57 años a cuantos se han atrevido a cuestionar el
pode de los Castro.
La semana pasada el dictador Raúl Castro, quien trajo la ruina y esclavitud a la isla, fue recibido con honores militares en Francia. En cambio, Pinochet quien rescató a Chile del comunismo y la enrumbó hacia el desarrollo, y cuyos crímenes, comparados con las atrocidades de los Castro lo deja cual niño de pecho, terminó su vida humillado en prisión. Los crímenes que se cometen en nombre del comunismo son aceptables, los del capitalismo, resultan monstruosos y diabólicos. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
Zulia - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario