Muchos compatriotas
muestran preocupación porque el gobierno lleva, desde el comienzo del año, un
ritmo de gastos como si fuese a percibir los recursos que estimó en octubre
pasado, y todavía casi seguirá su ritmo de dispendio basado en que no es tan
importante la rebaja en las percepciones fiscales. Esta conducta gubernamental
de no ajustarse a una estimación prudente de los ingresos lo llevará a que
posiblemente carezca de fondos, para el próximo mes de julio, con qué financiar
sus gastos, lo cual sería, con distintas dimensiones, una profundización de la
crisis, cuyas repercusiones son perfectamente previsibles. Este, en mi opinión,
es el hecho cumplido que el gobierno presentará a la Asamblea Nacional para
justificar nuevos y onerosos endeudamientos, o, peor, para estatizar los
depósitos bancarios, la banca, u obligar a la banca a comprar letras del
tesoro, bonos públicos, que absorban sus reservas y depósitos, secando así lo
que pudiese canalizarse hacia las actividades productivas y comerciales privadas.
Hablan por eso de “emergencia económica”, “guerra económica”. No sería extraño,
pues, que esa sería su consigna para “poner orden en las finanzas públicas” y
“afrontar la crisis”. Más estatización es lo que buscan.
Además, si se hace un
análisis más a fondo de los efectos de la crisis petrolera, se concluye que el
descenso en los ingresos hará reducir la base monetaria, por el efecto fiscal,
y así la circulación monetaria, que hará rebajar a la vez, por esta vía, las
importaciones, lo que implica menos ingresos arancelarios. Y como la
disminución del gasto público, si no se financia inadecuadamente el enorme
hueco fiscal, acentuará el retroceso económico, adonde condujeron las
decisiones ideológicas en política económica, no es difícil prever que se recaudará
ahora menos por concepto de impuesto sobre la renta a la actividad no
petrolera, así como por el IVA Estos son, Señores del gabinete económico y del
Banco Central, hechos elementales. ¿Cómo puede creerse lo que ustedes dicen?
Para crear confianza es imprescindible, en parte, auspiciar credibilidad. El
presidente y sus acólitos llevan tres años afirmando lo que ya nadie cree, pues
todo ha resultado un gran fracaso, no ha sabido salir del “campo minado” que
fue el gran desastre y corrupción del gobierno de Chávez; Maduro no ha
decidido, no ha podido, apartarse pragmáticamente de tan perniciosa herencia
política; no se percata que será responsable ante la historia al comprometer
el destino nacional. Cambio, le gritan,
pero oídos sordos.
Otro efecto: el que
tendrá lugar en la balanza de pagos, la contabilidad de las transacciones con
el exterior; dependiendo del precio petrolero que se estime se pueden construir
varios escenarios llenos de factores aleatorios, cada uno con sus respectivas
probabilidades, pero no es exagerado suponer conservadoramente una disminución
en torno a los 30.000 millones de dólares de exportaciones petroleras, cantidad
que creará en el presupuesto de divisas, para 2016, un faltante que arrojará,
para honrar el servicio de la deuda y efectuar importaciones esenciales, serios
problemas superables en otras condiciones.
psconderegardiz@gmail.com
@psconderegardiz
Caracas - Venezuela
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