Los cubanos ya no sienten que son los miserables de
la región. Andan diciendo que ese puesto ahora lo ocupamos los venezolanos
quienes estamos viviendo en peores condiciones que ellos; unas condiciones que
en la isla lograron superar, entre otras cosas, gracias al caudal de dinero que
los Castro supieron sacarle a Chávez y a Maduro. Y la verdad, no me sorprende
el comentario de los cubanos. Si hasta lograron reanudar las relaciones con
EEUU y abrirles las puertas a los españoles, que están entusiasmados con la
idea de invertir en la isla. Lo que impacta es que ellos, que por décadas han
sabido de racionamientos, imposiciones, controles, escasez, muerte, miedo y
miseria, estén sorprendidos de que ya no son los menesterosos sino nosotros.
Tal vez no les falte razón y para colmo, ahora que nos impusieron toque de
queda eléctrico.
Recuerdo que cuando Chávez ganó por primera vez las
elecciones, y se quitó la careta de falso demócrata, fueron muchos los
exiliados que me aseguraron que terminaríamos como Cuba. Cosa que, en el año
99, parecía una exageración. Me insistían que lo que venía para nuestro país,
ellos lo habían vivido con Fidel y su revolución. Y que el comportamiento de
Chávez era una copia actualizada y mejorada del modelo totalitario de Castro.
Costaba creer que, repito, en 1999, un país con tantos recursos –pero
maltratado- como Venezuela, pudiera terminar en una situación tan ruinosa como
la que por años hubo en Cuba. También recuerdo, a principios de 2000, el
comentario de un señor mayor que me aseguraba que con la llegada de Chávez al
poder ocurriría algo insólito: “Te acordarás de mí. Yo sé por qué te lo digo.
Lo que le viene a Venezuela es candanga con burrundanga. Chávez nos llevará
derechito al comunismo mientras, poco a poco, Cuba se enrumbará hacia la
apertura y el capitalismo”. Pues, algo de cierto hubo en las visiones de este
pronosticador.
Revisando en mi archivo encontré un artículo que
escribí en 2013, titulado “¡Revolución Criminal!”. Qué lamentable comprobar que
nada ha cambiado. Peor aún, que las cosas hayan recrudecido. Aquí les dejo
algunos extractos, con una lamentable tarea, actualicen ustedes las cifras:
Los venezolanos vamos en caída libre. ¡Y nada que
se abre el paracaídas! ¡Qué impotencia! Porque, la verdad, es que es urgente
que pongamos coto a lo que vivimos. ¿Cuál es la razón de tanto retroceso en
todos los órdenes de la vida nacional? No encuentro otra explicación que la
incapacidad –más que demostrada- de quienes nos desgobiernan. Cuántas veces tendremos
que repetirlo: ¡son unos ineptos! Están improvisando, versionando, ensayando y
probando fórmulas cubanas, de comprobada eficiencia para destrozar una nación.
¿Saben lo que es peor, además de los 15 años que
llevamos en esto? Que estos incapaces lo han hecho tan bien en su plan
maquiavélico de hundirnos, que nos tienen a todos ocupados en cosas tan
estúpidas y absurdas como la persecución de un rollo de papel toilette o un
litro de leche. ¡Algo sin precedentes! Debemos apartar el doble de horas de las
que invertíamos para proveernos de artículos básicos de nuestra canasta
alimentaria: una cesta que, por cierto, es el doble de costosa y no siempre
llega a nuestros hogares completa. ¡Pero, cómo va a llegar completa si aquí
dejó de producirse! Otro logro de la revolución.
Otro mérito que no me cansaré de atribuirle a la
“revolución bonita” es el estado de descomposición moral al que hemos llegado.
Los valores se invirtieron de tal forma que ahora es “normal” que los
delincuentes, los pranes y los capos, sean los que impongan los patrones y
normas de convivencia ciudadana. El hampa supera en número, y en estrategias
asertivas para ramificarse y profundizarse, a los que están encargados de
reprimirla.
Aún estoy sorprendido por los datos que arrojó la
primera encuesta sobre delito organizado que realizó el Observatorio Venezolano
de Violencia, conjuntamente con la ONG Paz Activa. Uno de los resultados, con
el que no dudo todos estaremos de acuerdo, es como el 70 por ciento de los
entrevistados afirmó que la inseguridad personal ha aumentado este año.
Pero otro dato que arrojó la encuesta y que, debo
reconocer me dejó perplejo, es una variable nunca antes vista en nuestra
nación: ahora los asesinatos por encargo son cada vez más comunes. Es decir,
que la gente puede contratar un sicario para que mate a alguien, así como si
encargase un flux en la sastrería. De seguir así, los tribunales y los
organismos encargados de impartir justicia, pasarán a la historia. Total,
¿quién necesitará de ellos si existe el sicariato? Otro hecho sin precedente en
nuestra maltratada Venezuela que no podemos permitir que se arraigue
Maduro, Rodríguez Torres y a todos a quienes les
competa el tema de la seguridad: los invito a revisar minuciosamente esta
encuesta. No es cuento, no es una estrategia mediática, ni un plan de sabotaje
para empañarles la gestión. El asunto del delito, y peor aún, el del delito
organizado –ese que mueve dinero, el que se negocia y tiene tarifas- es uno de
los problemas urgentes que deben atender porque nos está afectando gravemente.
El Plan Patria Segura es y seguirá siendo un fracaso en la medida que los
choros dupliquen el número de efectivos policiales y violar la ley, sin que por
ello haya consecuencias, sea tan fácil como pelar mandarinas. La violencia, el
caos y el desorden aumentan a pasos agigantados como la revolución. No podemos
permitir que esta situación caótica se consolide y pase a ser tan normal como
respirar.
José Domingo Blanco
(Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
Caracas - Venezuela
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