El gobierno, en
particular su timonel, si es que en efecto es quien suponemos, dio señales de
haber encontrado o conocido la forma de superar la calamidad que desde bastante
tiempo están padeciendo los venezolanos.
En algún lado dieron
con la receta: había que superar el modelo rentista y sustituirlo por un modelo
productivo. A semejante conclusión llegaron en pleno siglo XXI. Toda una
proeza. Cuántas neuronas habrán quedado en el camino para llegar y anunciar con
cara de intelectuales y científicos, muy a lo Big Bang Theory tal hallazgo.
Bien largo al carrizo las barbas de Marx y de Weber, a levantar las copas por
los talentos de este siglo, un tal Maduro, un Cabello, un Jaua que entre otros
son hoy el ejemplo que el mundo debería estar peleando.
Haber llegado a esa
nueva verdad universal, un modelo productivo, capaz de enfrentar con abultado
éxito el falsacionismo popperiano debería augurar el fin de las todas las
penurias. Que este nuevo modelo ideado por mentes tan brillantes permita que un
país tenga crecimiento económico, supere la pobreza y el hambre, los anaqueles
se vengan al suelo por el peso de la variedad de productos y la gente no haga
colas para adquirir medicinas y alimentos, no es poca cosa.
No solamente el
presidente sorprendió al mundo con esta nueva verdad universal, cosecha de su
disimulado talento, sino que además, enfrentado a la odiosa división social del
trabajo, demuestra que no solo es capaz de manejar una guagua sino que también
sabe de sus entrañas. Es a partir de tan hondos conocimientos desde donde se
impulsa la nueva verdad universal; a través de motores se da vida y sustento
eterno al modelo productivo maduriano, propio de esta nación y no de alguna
otra vecina.
Como siempre las
guerras, el egoísmo y seguramente la envidia ante tanto talento junto y nunca
visto, hizo que se manifestarán fenómenos sobrenaturales: Tlaloc, conocido como
el dios de la lluvia y del relámpago entre los aztecas, hizo su aparición
negando que sobre estas tierras caigan torrenciales gotas de agua además, para
sabotear el modelo producto maduriano, un zagaletón a quien mentan “el Niño” se
ha encompinchado con Tlatoc para aguar la fiesta prevista en el Palacio Blanco,
no el adeco sino el rojo rojito, por ahora, claro.
Ante esta estado de
cosas, guerras imperiales y saboteos del más allá, el Comando cívico-militar
encargado de velar por la puesta en marcha de los motores ha tomado medidas
para que el modelo productivo nunca falle: jornada laboral de solo medio día;
una Semana Santa, santísimamente larga, sin trabajar; decreta hasta mayo con
fines de semana largos, iniciados los viernes, con lo que se evita construir
puentes, esto es, la jornada laboral se reduce a solo 4 días. A estas alturas
los operarios de los motores analizan decretar el día lunes 18 de abril no
laborable.
Como habrá notado la
genialidad del modelo productivo maduriano reside en un odio profundo y
desmedido al trabajo, se sustenta en el no trabajo, estimula al reposero, y
tiene a la vagancia y la flojera como valores supremos del socialismo bolivariano.
Leonardo
Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
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